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La mamá de Taemin mira con descreimiento cuando Minho sale de la habitación y termina por cerrar la puerta con seguro, ese que un buen día ella hizo poner, sabiendo que su hijo sería irracional en esos momentos, y ella cuidaría de él, para que no saliera en búsqueda de algún placer furtivo que traería horribles consecuencias.

Ella debía cuidar de ambos, en adelante.

Minho deshace el nudo de su corbata con dificultad, suelta algunos botones de su camisa con desespero, y pasa sus manos por sus cabellos, terminando de destruir su atuendo perfecto. Es su respiración pesada lo único que quiebra el silencio hasta que siente que el calor interior es infernal y termina por arrancarse el saco y dejarlo tirado en el piso, mientras violentamente se deshace de los botones de sus mangas y deja caer los gemelos por el piso.

La mujer ve cómo él encoge sus rodillas y apoya en ellas su cabeza, sujetándose con fuerza los cabellos.

—Minho, ¿qué pasó? —ella no se acerca porque el ambiente se siente peligroso.

—No deje que entre a buscar a Taemin. Por favor.

Rápidamente él se pone en pie y ella le ve encerrarse en el cuarto de baño.

En su habitación, Taemin llora hasta que cree que ya no tiene lágrimas, sin entender por qué lloraba realmente. Su cuerpo se incendia y a la vez duele porque su alfa no está con él, a la vez eso le hace feliz, saber que Minho no se aprovecharía de la situación; pero se siente miserable, de todos modos.

Es un dilema entre su naturaleza y esa consciencia de que Minho actúa de la mejor forma; es ese dolor que siente por ese rechazo, es esa calma que siente porque no tiene que aparearse sin querer realmente.

Y las lágrimas caen libremente cuando siente cómo Minho sufre por el distanciamiento, cómo aguanta lo que su cuerpo pide, cuando Minho ni siquiera debía estar pasando por eso. y le estaba haciendo sufrir.

Duele tanto, en todos los sentidos, se siente al borde del abismo en el que su mente lucha, pero su cuerpo que apenas pasó de su primer celo, no resiste mucho tiempo y termina cayendo dormido.

Su consciencia regresa por el susto, abre los ojos tan repentinamente que duele, siente sus parpados inflamados y sequedad, seguro de tanto llorar. El griterío afuera es espantoso obligándole a incorporarse para salir a ver qué ocurría, deshaciéndose de la manta que seguro su madre puso para que no enfermara.

Se acerca a la puerta temiendo al sentir a su alfa agresivo.

Sí, debía acostumbrarse a eso, a sentirle.

Cuando abre la puerta de su habitación se siente mareado por el olor fuerte que inunda la sala. Baja la cabeza ante el ambiente cargado de agresividad. En su mente, llena de su alfa, llena de terror y ganas de calmar esa agresividad, dilucida al policía que está con la cabeza inclinada mirando al piso, con las manos elevadas sujetando un papel.

—¡No se acerque! —el gruñido de Minho hace que Taemin de un paso para acercarse tímidamente, cubriéndose detrás de él—. ¡Ni un paso más!

—¡Tenemos una orden de arresto para Lee Taemin!

—¡Es mi omega! —Minho lo siente, su omega a sus espaldas, por instinto sabe dónde está y retrocede para estar lo más cerca posible.

—¡No quiero su omega, cálmese! —la voz del policía no es un grito, apenas logra levantar la voz, porque sabe que pronto podría desatarse una hecatombe si no mantenía la situación bajo control— ¡tiene una orden de arresto!

El silencio es largo en lo que a mamá de Taemin toma el papel y con la cabeza baja se acerca a Minho que apenas puede razonar.

Ella agradece que los otros dos policías se hayan alejado y estén afuera de su casa, porque la historia sería diferente y Minho estaría intentando despedazarlos. Después de todo, los policías eran alfas y betas en su mayoría, los omegas no tenían cabida en esa institución.

Habían cometido el error de enviar alfas al arresto. Seguro para intimidar a Taemin y su madre, para someterlos fácilmente.

Ella suspira agotada mientras lee el documento e intenta que Minho logre entender.

Minho hace que Taemin se tienda al piso y él se tiende encima, cubriéndole en su totalidad, aun gruñendo sin terminar de entenderse a sí mismo, pero con su consciencia intentando volver cuando escucha que es la policía y que querían llevarse a su omega... por homicidio.

—Debo ir yo, yo soy su alfa —logra articular con dificultad en lo que mira a su omega, quien tenía los ojos llorosos e inflamados, quien con sus pequeñas manos se aferra a su camisa—, y recién nos vinculamos, está prohibido separarnos.

Su mente le deja una suave sensación de logro cuando termina de articular esas palabras, pero todo es arrinconado al fondo de su mente cuando se concentra en esos pequeños ojos brillosos y temblorosos. Debía protegerle.

Taemin siente la desesperación mezclada con miedo y agresividad de su alfa, esa locura de no saber qué decisión tomar; si dejarlo para atacar al alfa que invadía su espacio, o quedarse a abrazarle e intentar apaciguarle.

Era extraño, la fina línea que separa ese sentimiento de felicidad extrema por estar vinculado, y ser rechazado por la misma persona. Casi se siente enloquecer cuando quiere besarle, cuando quiere tomarle y el olor del omega lo llama a consumar ese deseo, pero sabe que Lee Taemin no lo quiere.

Estaba quebrándose, en mil pedazos. Ojalá pudiera encontrarlos después de ese desastre.

Taemin sólo entiende que tienen algo más cuando se miran a los ojos, comprende con sus emociones lo que el otro siente, ese lenguaje hormonal bajo el cual están vinculados, esas ganas de fundirse en el otro para no dejar que nada le pase, esas ganas de no separarse nunca.

Esas ganas que se quedan picando en la punta de sus dedos, cuando su mente le grita que no debe, que es más fuerte, que puede superarlo.

Minho ve cómo gritan esos ojos, esa contradicción que él no siente, porque él sabe lo que quiere, pero tenía palabra. No haría nada que Taemin no quisiera en su sano juicio. Esconde su rostro en el cuello del menor, inhalando el exquisito aroma que le recuerda a días soleados cuando era niño y pasaba sus días en la panadería junto a su padre.

Se siente al borde de las lágrimas, no sabe si por felicidad, nostalgia o por ese desastre en el que se metió sabiendo las consecuencias.

Se queda allí, abrazando ese menudo cuerpo que ahora le adormece en los recuerdos de esos días que creyó olvidados.

—Gracias —murmura antes de caer dormido, exhausto de tantas emociones, agradecido que Taemin pudiera calmarlo.

Taemin siente la tranquilidad en su vínculo, siente cómo Minho lo inunda con calma y cierra los ojos agradecido porque no era rechazado esta vez.

La mujer los mira quedarse noqueados por el cansancio, dormidos en el piso alfombrado de su sala. Los cubre con un par de mantas calientes y pasa la noche sobre el sillón, esperando poder ser de ayuda si es que necesitaban algo.

Tenían como una semana hasta que la orden siguiera su curso y finalmente se llevaran a Minho a la corte.

No sabe cómo agradecerle, talvez quedaría en deuda por siempre.

Está más que segura, cuando cae rendida por el cansancio.

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Gracias por todo su apoyo, me alegra saber que está dejando toda es a intriga <3

Tengan una linda noche <3

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora