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Cuando están en la frontera, pueden sentir el frío con más fuerza, y justo como Minho pensó, Taemin no llevó guantes ni bufandas. Pero él lo cuidaría. Saca un gorrito y un par de guantes que se los entrega.

—Apresúrate, debemos ir a que te tiñan el pelo.

Taemin iba rubio, un tinte que a pocos les quedaba bonito y Taemin era de esos casos. Cualquier color de pelo, aretes que le había visto utilizar habían sido una obra de arte en él.

—Podría teñirme el pelo aquí —sugiere Taemin sabiendo que eso les costaría menos dinero que asistir a un salón, mientras mira curioso las prendas en sus manos.

—Sabes que los salones de estética no son sólo para eso ¿no? —pregunta mirando a un Taemin que pestañea tupido frunciendo el ceño en lo que Minho toma las prendas y encaja esa cabeza en el gorrito de lana e incluso arregla su cabello que parece rebelde—. Debemos ir a sacar información a las damas y los omegas; les fascina el chisme, además, yo también me haré un corte en lo que averiguamos lo que sepan sobre el Norte.

Minho sabe que existe un lugar más que podría ser fuente todavía más confiable de información, pero que Taemin no podría consentir en ir.

Taemin asiente en lo que sigue al alfa que camina delante suyo mientras abandonan la habitación de ese viejo hostal en la frontera con el norte.

Sí. Últimamente no cuestiona mucho, en el fondo de su mente él sabe que lo que el alfa dice es lo mejor para él, y no sólo porque es alfa y obedeciendo lo que dice se siente más seguro.

Tenía sueño y estaba cansado, apenas habían comido un poco y seguramente después del teñido de pelo, Minho le obligaría a abordar algún autobús para cruzar al Norte. Pero no se quejaría, no.

—Gracias.

Minho frunce el ceño cuando le escucha y cree que es por el gorrito que evita que su cabeza y sus orejas terminen helándose.

—Es sólo un gorrito.

Taemin le ve encogerse de hombros y casi replica, porque no era gratitud por el gorro de lana, pero no sabe cómo empezar a hablar sobre todas las coas que tiene que hablar. El miedo aún se lo carcome por dentro, y se queda ensimismado en sus pensamientos, en esas ganas de decirle que aún pueden dar marcha atrás y él puede recibir ese castigo que se merece. (Aunque le aterra pensar en lo que eso significaría.)

De un momento a otro, Taemin ve cómo es que Minho disminuye la velocidad de sus pasos y ahora caminan lado a lado, algo fuera de lugar. Siente algo de alivio, porque eso le hace dejar de pensar en su horrible destino si es que se quedara allí.

—¿No debería caminar a tus espaldas? —Minho siente la duda en el estómago, sabiendo que es una sensación que no le pertenece—. Se supone que es algo alfa y omega ¿no?

Y al fin Minho lo comprende.

Es sólo que no sabe cómo hacer que lo que diría sonara menos doloroso, y no es porque Taemin sintiera algo por él (por favor), es sólo que es esa cosa instintiva de la que deben aprender a deshacerse. Taemin lo sabe, él lo siente y comprende que siendo sincero no le lastimará.

—Pero no lo somos ¿no?

El omega asiente y desvía la mirada, sabiendo que, aunque no ponga una mueca de tristeza, el dolorcillo del rechazo en el pecho también lo sintió Minho. No podía escapar del alfa, nunca lo haría (a menos que rompieran el vínculo y sabe que no es opción, porque sería su fin).

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora