Una tarde, se encontraba jugando con los niños de su familia y comenzó a observar de nuevo. Observó a cada uno de ellos mientas corrían, gritaban y jugaban en sí. Los observó a todos, pero uno le pareció muy peculiar.
Él era mucho más callado que los demás, era inquieto y juguetón, pero no hablaba mucho entonces ella centró toda su atención por el resto del día sólo en él.
Sus miradas pequeñas se unían de vez en cuando, pero no cruzaban palabra.
Fue así que cada vez que le llevaban a aquel lugar a jugar con esos niños, ella se centraba en observar sólo a uno de ellos.
Así fue por algunos años.