Alguna ocasión la niña estaba corriendo tan rápido que olvidó que llevaba unos huarachitos*, y de pronto calló sobre un clavo que se incrustó muy dentro en la planta de su pie.
Fue un dolor insoportable pero nadie se acercó a ver si estaba bien, entonces comprendió que debía levantarse por sí misma y hacer como si nada pasara, callada.
Así pasó un día y dos días hasta el el tercer día no soportó más y lloró. Su madre se dio cuenta que la herida estaba infectada y la regañó por no avisarle, le cuidó y le curó.
La cuarta vez que corrió calló de nuevo, pero esta vez sobre unos vidrios que se ocultaban en el pasto y de nuevo hubo sangre en sus rodillas, pero esta vez hubo alguien que regresó por ella; sí, fue el niño callado que se apresuró a levantarle y ayudarle.
Ese día ella no sintió más dolor, se sintió feliz.*Huarache (solo para quien no lo sepa:)
Zapato descubierto que se usa regularmente en verano.
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