Parte 11

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Los dos nos acostamos en la cama, solo pudimos descansar una hora cuando oímos que nos llamaban para almorzar. Bajamos, estaba muy preocupado por John, lo hacía con suavidad. Ser follado parecía ser muy doloroso. Almorzamos los cuatro tranquilamente, mientras conversábamos. Paul, tenía otro viaje mañana, volvería el fin de semana siguiente y Emma se iba temprano y estaría todo el día en la clínica. Así que hoy no cenaremos juntos, querían estar ellos solos y nosotros nos veíamos muy cansados.


-Para cenar después, podéis coger cualquier cosa, nosotros iremos al cine y a cenar por ahí. Os toca recoger todo esto ahora. Adiós niños. -Emma y Paul se fueron a su habitación. John iba a levantarse para ayudarme.

-Quédate sentado, yo lo hago, no quiero que te esfuerces hasta que no estés bien. -Limpié todo y volvimos a mi habitación. Puse una película, pero nos quedamos dormidos.




Me desperté, abrí con cuidado los ojos, pero los cerré de nuevo. Entre mis brazos, apretado contra mí, me abrazaba John, no sé quién de los dos se movió y se pegó al otro. Abrí levemente los ojos y lo observé sin que se diera cuenta. El pelirrojo se estaba despertando, veo como parpadea, sentí cómo se tensaba al darse cuenta de que estábamos pegados el uno al otro y abrazados. Observe como se quedaba quieto, estaba pensando en cómo habían llegado a estar así nuestros cuerpos, me recorría con la mirada, no se había percatado que yo estaba despierto y mirándole. Entonces vi como sus ojos se fijaron en la mordida que me había hecho en el cuello y fue poniéndose rojo, estaba recordando lo de anoche, no pude evitarlo, quería molestarle, así que le estreché más en mis brazos y apoyé una de mis piernas sobre las suyas.

Joder, se había puesto duro, mi rodilla rozaba su dureza, tímido se giró despacio como para no despertarme, terminó de espaldas a mí, mierda, sí que me tentaba. Me arrastré hacia él y me pegue por completo a su espalda cuando lo escuché jadear. Tan enfrascado estaba en él y su cuerpo que no me había dado cuenta de que yo también estaba duro y que acababa de pegarle mi polla al culo. Intentó despegarse de mí, pero estaba al filo de la cama y pegado a la pared, no tenía escapatoria, así que se quedó quieto sintiendo mi dureza empujando contra él.

Las orejas completamente rojas, tan tímido que no sabía cómo apartarme y avergonzado de su propia excitación, me dio pena así que empecé a hacer ver que me despertaba. Él se encogió aún más en las sábanas al comprender que me despertaba. Me estiré y bostecé como si no me preocupara nada, seguía mi brazo bajo su cabeza.

-John, ¿estás despierto? -Le susurré bajito en el oído haciendo que se estremeciera. Me divertía el poder que tenía sobre su cuerpo.

-¡Ahhh! -Gimió en voz baja, reaccionando al cosquilleo que le estaba haciendo en la nuca. -Sí.

- ¿Te sientes mejor? -Volvía presionarme contra él mientras parecía que quería mirar su cara. Mordí mis labios para no gemir, su culo parecía amoldarse para apretar mi dureza y eso que nos separaba ropa. Se puso más tenso al notarme y jadeo. -Uy perdona, no me di cuenta. -Retiré mi brazo de debajo de su cabeza y le empujé para que cayera de espaldas y mirarle a la cara. -Sabes que es normal despertarse alegre, no quería importunarte. ¡Ahhh! que alivió también estás duro, así que sabes a qué me refiero. -Le dije mientras señalaba a la obvia tienda de campaña de él.

-Yo...yo...yo ¡ohhhh! mierda. -Estaba muy colorado y se tapó la cara con las manos.

En eso escuché los ruidos que se acercaban del otro lado de la casa, miré la hora, los padres de John saldrían en nada, así que estarían a punto de aparecer por aquí. Le dije a John que se sentara y se apoyara en el cabezal, le di un cojín para que cubriera su dureza, me senté y con la manta tape la mía. Subí el volumen de la tele y puse una película la que adelanté para que pareciera que llevábamos rato viéndola. Esperaba que le diera tiempo a relajar su sonrojo antes de que aparecieran sus padres. En eso llamaron a la puerta.

-¡Uy! que sorpresa, están juntos viendo una película, no lo esperaba. Cuando fui a tu cuarto y no te vi pensé que estabas en la cocina. Que felicidad. Les saco una foto para enviársela a Rachel, porque no me va a creer. -Sacó el móvil con rapidez y nos la sacó. -Ya está, también se las envío. Nos vamos, son las cinco y media. Llegaremos tarde, así que hasta mañana. Felices vacaciones.



Nos quedamos solos, suspirando no nos habían pillado de milagro. Cuando le miré vi que me observaba colorado. Yo con el calor me había destapado, seguía duro. Tal y como se abrazaba al cojín supuse que él también.

-Mi dureza fue culpa tuya -Habló de repente sorprendiéndome, coño estaba contestando a lo que yo le había dicho antes. -Estabas completamente pegado a mí, abrazándome y restregándote. Me soltabas el aliento en la nuca y no me soltabas.

-¡Ohhhh! ¿en serio? así que es mi responsabilidad. Lo entiendo. Claramente si yo lo empiezo yo lo debo acabar. -Dije mientras me acercaba a él y extendí la mano para quitar su cojín.

- ¡Qué! ¿Qué haces? Suelta el cojín, a que te refieres. Quieto.

-Lo acabas de decir, es mi culpa -Tiré al suelo el cojín, estaba muy duro y su cara muy roja. -Yo me encargo.

-Pe, pero yooo... yo nnno...

- ¿Deberás no me dejarás?

- ¿Qué? -Me detuve a centímetros de su boca - ¿Sí? -Me preguntó muy bajo, yo lo entendí como que aceptaba.

-Como desees -le dije.

-Esp...

Le hice callar la queja con mis labios, como tenía la boca abierta para hablar metí mi lengua en la búsqueda de la suya, le empuje la cabeza para atrás haciendo que se recostara empujándolo con mi cuerpo sobre el suyo. Su cuerpo dejándose dominar por el mío me excitaba mucho. Profundice el beso. Sus manos se abrazaron a mi cuello, lamió y chupo mi lengua, besaba de infarto. Le quité la camiseta y besé su cuello, bajé a sus pezones, con una simple caricia ya se estremecía y gemía era uno de sus puntos más sensibles, entre la nuca y los pezones hacía que se derritiera y que fuera como arcilla entre mis manos.

Bajé la mano y la metí entre su ropa agarrando su dureza. Soltó un grito de sorpresa y placer. Sus ojos se clavaron en los míos, parecía que me dijeran mil cosas, entre ellas el querer que lo soltara, que aquello no estaba bien, pero también el placer que sentía y eso hacía que no me pidiera que lo soltara.

-Mira, yo también estoy muy duro, ya hasta está empezando a dolerme. Por favor tócame. -No creí que lo hiciera, si anoche borrachos y excitados solo me había arañado la espalda y mordido el cuello, ninguna caricia vino de sus manos, ahora menos. -...Aahhh...que caliente la mano. -Me acababa de agarrar la polla poniéndome aún más duro por la sorpresa.

Me tiré sobre él para besarle con mucha pasión, no quería que dejara de acariciarme por la vergüenza. Poco a poco sentí como me iba masturbando como lo haría como si se estuviera tocándose a sí mismo, yo hacía lo mismo por él. Nos tragábamos los jadeos del otro. Me separé de su cuerpo levemente para enfocarme en nuestras manos agitando y acariciándonos, elevé mi mirada a sus ojos y vi que él estaba como en trance observándonos.

Fuimos aumentando la velocidad, los dos gritamos y nos corrimos en la mano del otro, jadeábamos cogiendo aliento, mientras nuestros cuerpos se calmaban. Nos limpié con servilletas que tenía en el cajón. Me acosté de nuevo, recuperando el aliento y asimilando que él me había acariciado y había sido muy bueno.

Tras un rato de silencio nos miramos. Vi que en su cara rondaban muchos pensamientos, algunos buenos y otros no tanto. Decidí que necesitaba un descanso y que debía dejar su cabeza tranquila. Es cierto que no era algo que pasara de manera común, pero ayer nos habíamos desvirgado y según sabía, tras hacerlo por primera vez, costaba no desear más de lo mismo.

Continúa>>>

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