Capítulo 4: "Ángel Caído"

238 121 12
                                    

Me desperté en el sofá de una casa muy linda y grande. Acaba de amanecer y las cortinas estaban abiertas de par en par. El sol, sin tener permiso alguno, se colaba entre las ventanas del hogar. Decidí acercarme a una ventana para observar las nubes con claridad. Al levantarme, tropecé con una mesita de noche. Al mirar hacia abajo, me encontré con un papel algo arrugado, parecía una nota, ya que tenía cosas escritas en él. Levanté la hoja con algo de curiosidad y la comencé a leer.

Estoy bien.

No hay de qué preocuparse, Sel.

Grace.

Ella estaba bien, me había escrito una carta y la había puesto cerca de mí para que yo la leyera.

El cielo brillaba en su máximo esplendor y los pájaros cantaban de felicidad por
la gran noticia que había recibido. No había de que preocuparse, repetía mi inconsciente constantemente al saber que todo lo que había sucedido era un sueño.

El timbre sonó unas dos veces y corrí rápidamente a abrir la puerta. Era ella, era Grace con una gran sonrisa.

Al cerrar los ojos y volverlos a abrir, allí estaba, rebosante y brillante. Me saludaba con una mano, mientras caminaba hacia mi con entusiasmo.

―Hace días que no te veo, te extrañé.

―Yo también te extrañé. ¡Estás bien, estás viva!―me abalancé a ella para abrazarla

Y me devolvió el cálido abrazo, junto con un beso en la mejilla, que me llenó de felicidad.

―No le digas a Hann, pero tú siempre fuiste mi mejor amiga.

Al escuchar esto, mi corazón se alegró y una gran sonrisa surgió en mi rostro.

―También eres mi mejor amiga, te quiero.

La sonrisa que adornaba su cara, pronto se desvaneció. Sus facciones comenzaron a cambiar de repente, y su cara se convirtió en una cara de angustia y tristeza. Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, su cabello comenzó a caerse y todo comenzó a oscurecerse, era la pura analogía del terror. Las paredes de la bella casa empezaron a derrumbarse y el sol había desaparecido por completo. Parecía que la noche había caído de repente para arruinar la luz del sol.

Su boca se abrió, y de ella salió una oración que quedó impregnada en mi cabeza al instante.

―Un ángel caído, nunca volverá a volar con sus alas rotas―dijo, y sus palabras retumbaron en mis oídos, dándome un gran dolor de cabeza―Un ángel caído, nunca volverá a volar con sus alas rotas―repitió desvaneciéndose junto con todo rastro de felicidad que en mi había.

Ella desapareció de mi vista. Todo el bello lugar desapareció ante mis ojos, volviéndolo negro. La oscuridad parecía que me estuviera tragando, podía sentir como mi traquea se cerraba, sentía como me asfixiaba. Y de pronto, cerré los ojos y caí al suelo.



13 de enero de 1984

6:09 am

Un destello de luz inconscientemente hizo que despertara, y definitivamente estaba algo alterada, mi corazón latía sin parar y la migraña tenía el trabajo de saludarme en la mañana.

―Buenos días, Selene―Con mis ojos entrecerrados logré apreciar su figura frente a mí―. Pensé que no despertarías nunca, ya te daba por muerta.

―¿Qué?―balbucee pasando mis manos por mis ojos, removiendo todo rastro de lagaña que en este se encontrara

―Babeas mucho, la próxima no te dejo dormir en mis sillones, los arruinas.

→ BLUE NIGHT; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora