Capítulo 2: "𝘒𝘪𝘮"

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Nunca pude descifrar porque sentía ese vacío cada vez que alejaba mis pensamientos de todo.

Cuando intentaba imaginar cómo sería mi vida en el futuro, nunca podía obtener una respuesta por parte de mi imaginación. Era como mirar a un lienzo recubierto por pintura negra.

Siempre me culpo por arrebatar mi propio libertinaje. Era el único estado en el que podía hacer hasta lo inimaginable, sin tener que sufrir graves consecuencias o regirme bajo reglas cotidianas. Cada mañana que despertaba en mi suave cama, me sentía como una rosa llena de vida, que por fin tendría la oportunidad de florecer junto con la salida del sol. Pero cuando recordaba mis fantasmas atormentándome, me sentía como una rosa siendo vilmente arrancada por las sucias manos de un enamorado, que deseoso de darle un obsequio a su amor, decide arrancarla de raíz.

𝘓𝘭𝘦𝘷á𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘪𝘨𝘰, 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳 𝘰𝘱𝘰𝘳𝘵𝘶𝘯𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘤𝘦𝘳.

12 de enero de 1984
7:02 pm

Abrí los ojos e inmediatamente pude saber que no estaba en mi casa o en algún lugar que conocía. Estaba tapada por una manta de lana, la cual recubría todo mi cuerpo. Al mirarme, pude darme cuenta de que traía ropa, cosa que me alivió al instante. Cuando solía salir a divertirme, mi mayor miedo era involucrarme con alguien que no conocía estando ebria, y terminar en su casa sin ropa. Lamentablemente seguía sin reconocer el lugar en el que estaba, por lo que aún no podía deducir si estaba en lo cierto.

El lugar parecía estar lleno de cajas amontonadas, que estaban recubiertas con mantas encima. Intenté levantarme del sillón, para al menos así tener una vista completa del lugar. Parecía que había estado dormida en ese lugar por muchas horas. Intenté reconocer el lugar, mirando de manera completa este, de esquina a esquina, pero no lo identificaba. Parecía un apartamento no muy ostentoso, y hasta diría que las condiciones del lugar eran hasta precarias.

Las ventanas del apartamento llamaron mi atención, estaban completamente selladas con un tipo de cartón enorme, pegado con cinta adhesiva por todo el perímetro de las ventanas.

Comenzaba a pensar lo peor...

─¿Cómo estás?―pronunció un joven chico con cabellos castaños que caían como hilos finos en su rostro. Aquel parecía haber despertado hace poco, al igual que yo.

Mi cabeza se sentía tan pesada, que en cualquier momento podía caerse y salir corriendo. Mis brazos dolían de manera infernal al igual que mi garganta. Sentía como si un camión me hubiera arrollado viente veces mientras una bomba explotaba a un costado de mi cabeza, dejándome sorda en el acto.

―¿Dónde estoy?―Lo miré con un rostro de confusión, intentando a la vez enfocar mi visión.

─Tienes el sueño más pesado que yo, tal vez es por la resaca ─Cada vez que el decía algo mi cara de confusión aumentaba─. No te preocupes, te haré una sopa para que se te baje.

─¿Quién eres?─logré decir entre todo el dolor que sentía.

─También necesitas una buena taza de café.

Necesitaba sacarme esa duda de encima antes de intentar planear como salir de ahí sin que me atrapara.

─No me digas que tú y yo...─pregunté mirándolo con miedo, esperando que la respuesta fuera negativa

─¡No!─negó inmediatamente, con una voz más gruesa de lo que ya la tenía mirándome directamente a los ojos

─¡Qué alivio!─suspiré más tranquila─Pero aún no me dices quién eres.

→ BLUE NIGHT; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora