Capítulo 3

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Capítulo 3: El parque

Sentí los rayos del sol chocar contra mi cara, me giré sobre mi cuerpo quedando boca abajo apoyé el lado derecho de mi cara en la almohada, abrí el ojo izquierdo con pereza y miré el reloj que estaba sobre la mesa de noche eran las 9:30am, no dejaba de pensar en lo que había pasado horas atrás no entendía lo que había pasado a lo mejor era una broma de muy mal gusto claro está, pero ¿De quién? Si estamos conscientes de que apenas llevo 2 días con hoy?, o  simplemente fue un sueño, -Si, definitivamente lo soñé-, dije mientras asentía con la cabeza

-Grecia a desayunar, escuché a mi madre llamarme 

-Ya bajo mamá, le dije aún un poco somnolienta

Me deshice de la cobija y me senté en la cama, miré hacía el buró y ahí estaba, bueno, cancelada la teoría de que fue un sueño -maldición- no dejé de ver a ese maldito sobre realmente estaba asustada y bastante confundida, pero también quería saber que había sucedido y por qué a mi, moví la cabeza a ambos lados y me puse mis pantuflas de unicornio y baje hasta donde se encontraba mi mamá.

La puerta de doble cara de la cocina estaba abierta, así que entré, la cocina me gustaba tenía ese toque hogareño pero al mismo tiempo moderno a juego con el resto de la casa las paredes totalmente blancas y todos sus muebles negros hasta el refrigerador lo era, estaba pensando muy seriamente que el que diseñó el interior de la casa tenía un grave problema con el blanco y el negro.

Mi mamá estaba de espaldas preparando unas pancakes, no hacía falta que mirara lo que estaba cocinando, el olor lo decía todo, ese olor dulce mezclado con el de la mantequilla, era delicioso e inundaba toda la cocina, siempre que podía admiraba la belleza de mi mamá, éramos totalmente diferentes físicamente hablando éramos como el agua y el aceite pero aún así nos complementábamos a veces hasta he llegado a pensar que no soy hija de ella, es que simplemente mi mamá parecía sacada de cualquier revista de alta moda, su cabello largo hasta a mediación de la espalda color negro y totalmente lacio, es un poco más baja que yo, su piel es tan radiante ese color ligero dorado que tiene es perfecto su piel es ya bronceada de nacimiento, su cintura y demás tallas iban de acuerdo a los estándares de belleza, pero lo que más me encantaba de ella eran sus ojos complementando con la sonrisa, esos ojos grises que siempre me han acompañado en las buenas y no tan buenas, y esa sonrisa blanca acompañada de un par de hoyuelos en cada mejilla, realmente ella era hermosa, a diferencia de mí.

Me acerqué aún más a ella y la saludé

-Buenos días mamá, dije con una sonrisa mientras me sentaba en la silla al lado izquierdo de la mesa

-Buenos días pequeña, ¿Qué tal dormiste? Me respondió igual con una sonrisa

Me quedé callada, empecé a recordar lo de la dichosa carta, sabía que no podía decirle nada ella la iba a preocupar y hasta pudiera querer irse de acá y no, ella estaba muy ilusionada con el lugar y yo no puedo hacerle eso

-¿Estás bien hija? Me dijo mi mamá con un tono de preocupación mientras me acariciaba mi brazo y buscaba mis ojos con los de ella

-Si, estoy bien, solo estoy un poco cansada no pude dormir bien anoche, eso es todo le dije con una sonrisa de medio lado mientras me sentaba en la silla

-Pensé que algo así iba a suceder, es normal mi niña, los grandes cambios suelen provocar insomnio, pero pronto te acostumbrarás y todo será como antes, aún así sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿Cierto? Dijo mientras acariciaba mi mejilla suavemente con la mano

-Si mamá lo sé, te prometo que estoy bien, ¿Ya podemos comer? tengo algo de hambre, le dije con una sonrisa y sujetaba la mano de ella en la mía que aún seguía sobre mi mejilla

Los Sin CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora