Putrefacción

31 3 0
                                    

Ya habían pasado unos meses desde que nos sumergimos en la costa y no había encontrado apenas información. Ya había dejado todo de lado, incluso empecé a pensar que me estaba volviendo majara. Mi hermano Pablo estaba de vacaciones en Francia, al sur de aquí. Mientras, mis padres habían ido a la capital a hacer la compra y yo me había quedado en casa.
Era una tarde muy aburrida, no hacía más que deambular de aquí para allá, y ver series de policías y ladrones mientras comía palmeras de chocolate sin fin. Sonó el timbre, era mi amigo Zeïbar, quería que le acompañase a la playa a ver un descubrimiento que había hecho, no tenía nada que hacer, así que acepté.

Al llegar allí me enseñó su "descubrimiento", un cadáver de ballena enorme que perfectamente podía llegar a medir los 15 metros de largo y unas nose cuántas toneladas. Estaba podrida y apestaba a putrefacto, era de lo más asqueroso. Pero eso no era todo, unos metros más allá se encontraba un artefacto de metal con luces y un logo de una calavera con un sol de fondo, era de lo más extraño.

Cuando llegaron las autoridades nos obligaron a irnos, mientras, devolvían el animal al mar con un barco remolque. Me quedé con el artefacto y lo guardé bajo mi cama, ahí nadie podía encontrarlo.
Llegué a casa justo a la misma vez que mi madre, se lo conté todo y no tardó en divulgar la noticia. Pero mi padre se fijó en mi mirada y sabía que algo no cuadraba, vino a mi habitación y me dijo que se lo contara todo paso a paso. Al contárselo me dijo que era muy raro porque no es temporada de ballenas ( es pescador ), mi padre se quedó muy extrañado y a partir de ahí empezó a preguntarme todos los días que si había encontrado alguna información nueva, pero todos los días era la misma respuesta.

Aquellas luces del océano...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora