Ojos color café

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Pasamos la primera noche en el búnker, por las noches ponían en unos altavoces música orientada en la selva para calmar el pánico de la gente y transmitir tranquilidad.
Por la mañana fuimos a desayunar al comedor para después irnos a hacer deporte al gimnasio del búnker. Yo desayuné unas tostadas con mermelada y papá y mamá desayunaron café irlandés con dulces. La verdad es que tenían muy buena pinta, pero me negué a probarlos para seguir la dieta. Al terminar, nos dirigimos un grupo de unas 15 personas al gimnasio, donde al entrar, había una enorme cantidad de máquinas y de instrumentos para ejercitarse y mantenerse en forma.

Yo me encontraba en la sección de cardio cuando de repente, una chica morena con los ojos de color marrón, se quedó mirándome. Yo estaba muy nervioso, aquella chica parecía bajada del mismísimo Olimpo. La chica se me acercó y me dijo que se llamaba Chloe, y que le gustaría conocerme. Le dije el número de mi habitación y le dije que podía pasarse cuando ella quisiera. Acto seguido me cogió la mano y me dió las gracias. Yo quedé muy extrañado, pues nunca me había pasado algo similar y era una situación bastante incómoda para un adolescente.

Llegó la noche y el insomnio se apoderó de mí, aquella noche no pude pegar ojo y tampoco pude parar de pensar en Chloe, era como si aquellos ojos color café me estuviesen quitando el sueño. Miré mi móvil 6 veces olvidando que estábamos bajo una montaña y no llegaba la cobertura y tampoco le había dado mi número.
A todo esto, decidí mirar el dispositivo, lo había dejado sobre la mesa y casi ya lo había olvidado. Estaba apagado y el parpadeo se había terminado por completo.
Cuando por fin pude cerrar los ojos y coger el sueño, un fuerte estruendo sonó en todo el búnker haciendo temblar el suelo. Salí corriendo a ver qué era lo que había pasado, pero cuando me asomé, tan sólo era la mercancía del servicio de cocina, toda la comida del día siguiente estaba tirada en el suelo. A uno de los cocineros se le había volcado el carro y había hecho un destrozo, así que decidí salir a ayudarle.
Le ayudé a limpiar todo el puchero que había en el suelo, y mientras, él me iba contando como los demonios devoraron a su familia mientras huían. Era una situación bastante incómoda, no sabía que decirle ni cómo convencerle de que todo saldría bien.

Después de haber terminado de limpiarlo todo, los guardias de seguridad me obligaron a volver a la habitación. Esta vez logré coger el sueño, pero algo seguía rebotando dentro de mi cabeza. Me desperté de golpe a las 4:47 de la madrugada, me desperté muy asustado, no sabía que hacer, entré en ansiedad y empezó a darme taquicardias hasta que mi padre se despertó y me tranquilizó. Me pregunto que qué me había pasado y le expliqué mi sueño.
Había soñado que entraban los demonios al búnker y arrasaban con todo lo que sus garras afiladas conseguían alcanzar. Me costó un rato asumir que era un sueño y que el búnker estaba rodeado por todo un ejército. Una vez más tranquilo, volví a acostarme y esta vez, conseguí dormir sin problema.

Aquellas luces del océano...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora