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Lautaro pasaba mucho tiempo fuera de casa, y eso preocupaba bastante a Brunella que a pesar de haber estado comportándose realmente mal con su novio, se arrepentía y ahora estaba asustada por el hecho de que él podía estar siendole infiel.

Pero confiaba ciegamente en él. Sabía que no le podía hacer eso porque siempre se lo prometió. Así que cuando él salía de casa para entrenar, y después le avisaba que iría a lo de algún compañero le creía.

Y también aceptaba que había hecho muy mal en no poner como una de sus prioridades su relación y restarle importancia. Y si era algo importante, más aún cuando habían posibilidades de que Lautaro se vaya a Italia.

Pero una vez más, trata de concentrarse en sus resúmenes, la carrera de Abogacía la estaba consumiendo a pesar de ya llevar dos años estudiándola. Cuando escucha el ruido de las llaves, seguido del chillido de la puerta abriéndose eleva la vista encontrándose a su novio con el pelo algo alborotado, transpirado y con la ropa algo desarreglado.

—Hola. —soltó ella con una sonrisa.

Lautaro sonrió acercándose a ella y besó sus labios provocándole una serie de sensaciones que la hacían tocar el cielo.

Pero había algo distinto en el y sus besos. Sus labios no eran los mismos y quizás sabían distintos, no cómo antes.

Pero no era algo a lo que tenía que prestarle atención, no en ese momento.

—Me voy a bañar, nos mataron hoy. —cuenta Martinez confundiendo a su novia ya que creía que el se bañaba en el club al terminar de entrenar, o bueno, eso era lo que hacía usualmente. Pero simplemente asiente y le avisa que lo espera para almorzar juntos.

Y el estómago se le revuelve cuando se dirige a su habitación a buscar su celular para buscar una definición en internet y, por equivocación, toma el celular de Lautaro que tenía un mensaje sin contestar de alguien agendado cómo "A".

»Te dijo algo?

¿Quién podía ser? Quizás estaba haciéndose la cabeza por algo que nada que ver pero aún así no pudo evitar sospechar de su fidelidad.

—Amor, ¿sabés donde está mi pantalón de pijama? —la voz de Lautaro la saca de sus pensamientos y, por suerte, ya había dejado su celular para agarrar el suyo para que su novio no sospechara que ella estaba revisando sus cosas, simplemente había sido una confusión.

Ella se gira encontrándose con su novio con una simple toalla que estaba amarrada a su cintura y no puede evitar recorrer su cuerpo con la mirada. El le dedica una sonrisa pícara y cuando se da cuenta, abre el cajón a su lado y saca el pantalón que Lautaro pedía.

—Gracias bebita —agradece Martinez y se acerca a besar a su novia, que, al estar tanto tiempo sin entregarse el uno al otro, ese beso se convierte en uno más intenso y cuando ambos cuerpos caen en la cama, todo lo demás desaparece, siendo sólo ellos.

Pero Brunella no se iba a olvidar de lo que había visto, y mucho menos cuando ocurren otras cosas con su novio que la hacen dudar mucho más. 

culpables | lautaro martínez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora