unexpected

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El timbre de la casa de Musso suena entrecortadamente por un largo rato hasta que logra despertarse y camina a abrir aún en pijama

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El timbre de la casa de Musso suena entrecortadamente por un largo rato hasta que logra despertarse y camina a abrir aún en pijama.

La verdad dudaba de quién podía ser, pero al abrir se sorprende al ver la figura de Brunella allí con una media sonrisa.

—Buen día, ¿te desperté? —dice besando su mejilla en forma de saludo, el niega resfregandose los ojos por lo que Bruenlla hace una leve mueca y no le cree. —Son las doce.

Juan mira la hora en el reloj y sí, eran las doce y había dormido un montón. Se tomaba muy enserio los días de descanso.

—Uh, dormí un montón. —habla aún con la voz ronca Musso y eso forma un cosquilleo en el estómago de Abboud que trata de no darle tanta importancia.

—Si veo... —contesta la chica con una sonrisa. —Traje facturas. —le muestra la bolsa y el ríe para después dejarlas en la mesa y caminar a la cocina arrastrando sus pantuflas.

Mientras esperaba que el agua se caliente, Musso espera apoyado en la mesada mientras miraba algunas cosas en su celular hasta que aparece Brunella y se para de igual forma que el solo que en frente suyo.

—¿Juan? —dice ella llamando la atención del arquero de Racing que eleva la vista para mirarla y soltar un Mmh para luego acercarse un poco más a el poniéndolo algo nervioso. —Perdón pero no aguanto más.

Sus palabras lo confunden y luego siente como sus labios se estampan contra los suyos que al principio el no los mueve por la confusión pero luego se forma en un beso largo y lleno de valentía.

Ese beso fue tan inesperado para los dos pero aun así ambos lo necesitaban, Brunella empezaba a sentir cosas por Juan y viceversa, y ninguno de los dos iba a poder aguantarse mucho tiempo más.

Al finalizar el beso Juan planta otro beso, y otro, y otro. —Me encantas Brunella. —suelta sorprendiéndola.

Pero no le contestó, no sabía precisamente que le pasaba con él pero si sabía que aún sentía muchas cosas por su ex.





LAUTARO

Los días en Italia eran tristes estando solo y sabiendo todo lo que había dejado en Argentina, me sentía mal, sólo, vacío.

El nuevo club me había recibido lo más bien, ya había conocido a mucha gente nueva que a simple vista parecían ser simpáticos y buenas personas.

Esta tarde, un mes después de haber llegado a Italia, Agustina arribaría un avión para venirse a vivir acá conmigo.

¿Por qué lo hice? No sé, realmente no lo sé. No la amo, simplemente me hace sentir bien, pero no era Brunella y eso cambiaba todo.

Pero a pesar de todo, de estar arrepentido, de extrañarla, de sentirme mal por todo lo que le hice, ahora estaba en el aeropuerto esperando que Agustina llegue a la ciudad, anhelando que sea Brunella y no ella.

Sé que el amor y la confianza de Brunella no la iba a poder recuperar, nunca, pero necesitaba que al menos ella me perdone para estar más tranquilo, mi vida no era igual desde que ella no está.

Sé también que cambié, mucho, hace tres meses no me esperaba estar así, sin ella, en otro país y con otra chica. Me había acostumbrado a nuestra vida tranquila en Argentina que ahora lo extrañaba. Extrañaba todo de allá, extrañaba ser como era antes.
Sé que él que estuvo mal fui yo, me dejé llevar por un simple capricho de una noche y además la culpé a ella, hice todo mal.

Esbozo una sonrisa al ver la cabellera rubia que caracterizaba a Agustina a lo lejos y camino lo más rápido posible hasta ella para luego tocar su hombro llamando su atención.

—¡Lauti! —hago una mueca por el apodo pero rápidamente me acerco a ella y dejo un beso largo en sus labios. —Te extrañé.

—Yo también hermosa. —digo dedicándole una sonrisa y entrelazo nuestros dedos para empezar a caminar hasta mi auto mientras ella me contaba algunas cosas de su viaje y de sus últimos días en Argentina.

—¡Es hermoso! —suelta feliz al entrar al departamento y le muestro una sonrisa. —Que lindo, Lauti, gracias por darme la oportunidad de estar acá con vos.

Sus palabras me hacen sentir bien por un momento. El problema era que con la única persona que quería estar en Italia era Brunella.

culpables | lautaro martínez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora