the night we met

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Las risas en el hotel ubicado en el centro de la ciudad de Bariloche eran constantes, quizás por el hecho de que algunas de las jóvenes ya tenían algún que otro trago de más, o simplemente porque estaban disfrutando esa noche al máximo

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Las risas en el hotel ubicado en el centro de la ciudad de Bariloche eran constantes, quizás por el hecho de que algunas de las jóvenes ya tenían algún que otro trago de más, o simplemente porque estaban disfrutando esa noche al máximo.

Brunella disfrutaba su primera noche en su viaje de egresados junto a sus mejores amigas realizando la "previa" en su habitación del hotel, esperando que los chicos que habían conocido del otro colegio también llegaran así irían juntos al boliche barilochense.

Cuando el grupo de jóvenes ingresa a la habitación con muchas más botellas de alcohol, su atención es capturada por sólo uno de ellos, parecía ser tímido y aparentaba querer pasar desapercibido entre sus demás amigos que lo único que habían hecho desde que llegaron al lugar fue hablar, y hablar.

—¿Me pasás el vaso? —la voz de Eugenia saca del trance a Brunella y se estira para darle el vaso en el que ella estaba tomando para dárselo a su amiga que ya había tomado bastante a pesar del poco tiempo que llevaba la previa. —¿Vos cómo te llamas? ¿Siempre sos así de calladito? —señala con el dedo a Lautaro que se incorpora en su lugar para unirse en la conversación.

—Lautaro —contesta sin más y es cuando la morocha una vez más, pone toda su atención en él.

—Te pareces a Brune —vuelve a hablar Eugenia. —Bueno no sé como serás cuando entras en confianza pero ella no se calla ni por que le ruegues.

—Ay, Euge callate —dice en un susurro Brunella golpeando despacio el brazo de su amiga y la mayoría ríe, incluyendo a Lautaro.

Finalmente cuando el grupo llega al boliche la mayoría se dispersa y otros sólo se quedan en un semicírculo hablando.

Pero Abboud no se iba a quedar parada sin hacer nada por lo que toma el brazo de su amiga y se adentra un poco más en la pista para empezar a bailar al compás de la música que resonaba por los parlantes.

Hasta que después de varios minutos se sienta en la barra exhausta y esperando que le dieran el trago que pidió.

—Dale flaco, anda. —le dice Matías a Lautaro que miraba a la morocha desde una esquina del boliche, no iba a evitar que ella tenía algo que le gustaba.

Después de dudarlo varios minutos, y de leve empujones de su amigo para que tome la iniciativa, Martinez caminó hasta la barra donde estaba la morocha riendo de cómo bailaban sus amigas a lo lejos hasta que sintió su presencia para girarse y mirarlo con una sonrisa.

Lauti... —el sonrió por el apodo ya que no solían decirle así, a excepción de su mamá. —¿Bailamos?

Se sorprende ya que el iba a pedírselo antes pero su timidez le ganó, provocando que ella tome la iniciativa.

Y si, ella también estaba sorprendida porque se moría por hablar con él pero le daba vergüenza, quizás terminaba siendo un pibe aburrido y enojado que odiaba la vida y ella sólo lo estaba molestando. Pero no parecía ser así cuando se le acercó.

Parecía que no había nadie más, que eran sólo ellos, bailando al ritmo de la musica, bueno, en realidad, sólo bailaba Brunella y el se dedicaba a tirarle sonrisas fugaces que a ella volvían loca.

—¿Me das un beso? —pide la morocha haciendo puchero y sorprende a Lautaro. —Porfa

No dice nada más y se apega a ella tomando su cintura y pegando sus labios a los de ella, un beso lento, suave, parecido a cómo era él. Tranquilo.

Esa noche, la noche que se conocieron iba a ser inolvidable para los dos. Empezaría una nueva etapa de su vida y, juntos.

culpables | lautaro martínez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora