miedos☔

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— Me enteré que hablaste con el conchetito de Vainstein.— dijo Valentín apenas su primo entra en la casa.

El menor miró al sofá donde se encontraba sentado el rubio leyendo un cómic.

— ¿Y a vos que mierda te importa?— respondió sin detenerse a saludarlo, siguiendo su camino hasta su habitación.

Caminó por el largo pasillo que lo llevaba a su cuarto, pero no pudo evitar sentir los pasos de Valentín que venían a unos metros atrás suyo. Solo se limitó a suspirar fuertemente. Estaba teniendo un buen día, no quería que Oliva arruinase eso.

Entró rápido a su cuarto y cerró la puerta. Pero al recostarse en su cama recordó que el seguro de la entrada de madera había sido forzado por Eduardo el fin de semana. Así que no fueron más de cinco segundos los que pasaron para que Valentín entrara.

Se le acercó con una mirada seria y sin emoción alguna. Parecía enojado. Lautaro solo lo miraba sentado en la punta del colchón.

— ¿A quién le hablas así? Pendejo de mierda.— preguntó el de ojos claros tomando al menor de la mandíbula haciendo algo de presión, obligándolo a que lo mire fijo.

Lautaro comenzó a hiperventilar. Lo ponía bastante nervioso la situación. Se maldecía mentalmente por haberle hablado así al rubio sabiendo como era capaz de reaccionar.

— Por boludo, ahora te la bancas.— lo empujó para que quedase recostado en la cama.

— Valen, por favor, no jodas.— dijo con la respiración entrecortada.

— Vas a poder gritar todo lo que quieras, bonito.— sonrió. Puso sus piernas a ambos costados de la cadera del menor. Tomó sus brazos y los acomodó sobre la cabeza de este último.— Estamos solos, así que podés dejar de hacerte el difícil.

Lautaro no sabía que sentir. Si miedo, placer o morbo... O las tres cosas juntas. Esto no le disgustaba demasiado a decir verdad.

— ¿Qué vas a hacer Valentín?— preguntó cuando sintió los besos húmedos del rubio en su cuello.

— Todo eso que te gustaría que te haga el pelotudito de Manuel.