Capítulo 12

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LOS ÁNGELES, ESTADOS UNIDOS

Andrei

Gabriel le había dicho que Los Ángeles era un ciudad importante, luego de los resultados del tour hasta el momento y la exposición que su nombre estaba teniendo en las plataformas musicales, L.A. podía sellar su destino en la discográfica. Era una de las ciudades más importantes a nivel mundial en cuanto a lo musical y también era la penúltima ciudad del tour por Norteamérica antes cerrar en Nueva York y Andrei estaba sintiendo la presión.

Se había quedado despierto hasta altas horas de la madrugada sólo pensando en el concierto que debía dar la noche siguiente, hasta el momento no se había sentido tan nervioso, pero Gabriel no dejaba de repetir desde que había dejado Vancouver dos semanas atrás atrás lo importante que era y hasta había comenzado a vigilarlo más de cerca para evitar que cometiera una imprudencia. Su representante sabía que no lo hacía con mala intención, pero a sus ojos Andrei era un niño que en ocasiones realmente necesitaba cumplir un capricho y el tenía que protegerlo, después de todo no lo sentía sólo como hacer su trabajo, también lo hacía con gusto, porque lo quería como a un hijo.

Hernán estaba dormido junto a él reposando una mano en su cintura, cuando se había desvelado noches anteriores había utilizado el tiempo en escribir, pero esa noche no podía. Se quedó mirándolo y recordando todo lo que había vivido con él esos meses. Andrei no tenía experiencia estando en pareja, lo que había tenido con Joaquín no se asemejaba a lo que estaba viviendo en ese momento porque con Joaquín aún era un niño, aún debía avisar a su madre que saldría con él y tener sexo era prácticamente una hazaña muy planificada. Con Hernán todo fluía libre. No eran las mejores condiciones, pero cuando estaban solos no existía nada más, cada vez que tenían una cita-escapada se quedaba pensando como sería tener un verdadera, una donde pasaran por el otro a su casa y fueran a cenar o a bailar o a caminar, de día o simplemente cuando no todo estuviese cerrado porque era demasiado tarde en la noche porque así evitaban que alguien los viera. No conocía la sensación de despertar junto a alguien por la mañana o de poder acurrucarse durante la noche contra un cuerpo cálido, menos conocía la sensación de querer profundamente que fuese siempre el mismo cuerpo. 

Andrei quería decirle con todas sus fuerzas que lo amaba pero no podía hacerle eso, estaba seguro que Hernán lo sabía, pero si lo decía en voz alta lo haría real y la burbuja que los rodeaba era demasiado frágil para resistir esas palabras y la presión que generarían. Aún les quedaba un poco de tiempo antes de que inevitablemente tuvieran que hacer frente al asunto, así que ¿por qué se arriesgaría a perder lo poco que tenía de Hernán?

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Andrei había subido al escenario usando uno de sus trajes preferidos, se sentía especialmente eufórico pues lo primero que vio al salir a escena fue un cartel con su nombre, cantó y bailó hasta que sintió que sus piernas no podían más y en todo momento sintió como Hernán lo observaba, cada vez que giraba hacia él tenía una sonrisa en la boca y los ojos brillantes, mientras pretendía que estaba ahí sólo esperando su turno para subir. El moreno había sido el único capaz de mantenerlo calmado los días previos a ese show a pesar de la constante vigilancia de Gabriel. Su representante tenía la sospecha de que Andrei se había involucrado con algún bailarín del staff pues en más de una ocasión había alcanzado a divisar una que otra marca sospechosa, como el chupetón cuando abordaron en Nueva Zelanda o los dedos que Hernán había dejado dibujados en su cadera cuando lo habían hecho rápida e intensamente antes del show en Chicago; a Gabriel no le importaba porque sabía como trabajaba Andrei y sus actividades no había intervenido en la gira, pero el problema era Arturo, quién estaba buscando la mínima falla para alejarlo de León, porque había comenzado a verlo como una amenaza.

Tras bambalinas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora