6. Heroes and Villains

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| Tierra 155 |

—Odio las despedidas. ¿Y tú? —dice Gold subiéndose al auto de Regina.

—Si viniste a regodearte, realmente no estoy de humor. ¿Qué quieres? —le pregunta ella con desdén.

—Bella y yo nos iremos de viaje. Vine a despedirme.

—¿Dónde estabas? ¿Debajo de una roca? La frontera está hechizada. Si salen, no podrán regresar.

—Por eso me despido —responde. Eso logra llamar la atención de Regina y voltea a verlo—. Antes de irme, ¿podrías decirle algo a mi nieto? Dile a Henry que lo extrañaré, a él y a su encantador intento de espiar en mi tienda.

—Lo sabías — chasquea

—Claro que sí. ¿Podrías decirme por qué?

—Buscaba lo imposible: mi final feliz. El libro me describe como villana... y los villanos nunca ganan —explica con pesar—. Creímos que tal vez sabías quién era el autor, para pedirle que lo cambie.

—Interesante idea —acepta Gold—. Pero lo cierto es que no conozco su identidad.

—Lo sé. Los villanos no tienen finales felices —susurra Regina, sintiendo un gran dolor en su pecho.

—Al parecer, en tu caso, es cierto.

—Bella y tú parecen felices. ¿Cómo lo conseguiste? —pregunta intrigada.

—Tomándolo —responde obvio—. Sinceramente, deberías parar de llorar y hacer lo mismo. Porque si Marian muriera, todo estaría bien.

—Ya no soy así —Regina niega varias veces con la cabeza.

—Ser bueno no implica que te sucedan cosas buenas.

—Suenan a palabras del viejo Rumplestiltskin —comenta con los ojos entrecerrados y con una pizca de desconfianza—. Creí que habías cambiado.

—Más bien, evolucioné. Revivir y ser esclavo de la Bruja del oeste me hizo eso —aclara y voltea a mirarla por primera vez desde que entró—. Si no crees que los villanos consiguen finales felices, obsérvame conseguir uno. No hay autor de mi destino ni mi destino está en un libro. He sido un villano tantas veces y, aún así, conseguiré todo lo que deseo —toma la mano de Regina y continúa—. Por increíble que te parezca quiero lo mismo para ti.

Le da una última mirada y sale del auto.

Regina se queda unos momentos más tratando de pensar en la mejor decisión.

—El lugar del que te hablé está a pocos kilómetros —dice bajándose del auto y caminando hacia Robin.

—Sí. Eh, Regina... —titubea él rascándose la nuca.

—¿Tienes el mapa que te di? —lo interrumpe. No quiere escucharlo, es consciente de que si lo hace es capaz de echar todo a la borda y darse una oportunidad con él. Pero no, tiene que hacer lo correcto, de nuevo. Aunque eso implique dejar ir a su verdadero amor—. ¿Y el dinero? Con eso debería bastar para comenzar.

—Sí, pero...

—Bien. Ya deben irse —dijo agachando la cabeza, con ver sus ojos azules también bastaría para arrepentirse y pedirle que se quedara.

—Gracias —fue lo único que pudo decir Robin, y aprovecha unos segundos para mirarla por última vez.

A su lado se encuentra su esposa, Marian. Ella luce cada vez peor, tiene el cabello con varios mechones blancos, su cara está llena de nieve y no deja de temblar.

Crisis on Infinite Earths ⸸ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora