Capítulo 6: Querer y deber

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Cuando Lan WangJi abrió la puerta, tanto él como Wei WuXian se encontraron con una escena inusual frente a sus narices. Ver al dueño del piso recién salido de la ducha, con el pelo suelto y las puntas todavía húmedas, y constatar que dormía sin usar la parte de arriba del pijama —gracias a los Cielos, a todos los dioses existentes y a los que quedan por existir— fue algo así como una bendición para el de ciencias. Llegados a aquel punto, ese fue el detalle necesario para terminar de mejorar su estado de animo y disipar en la bruma de la poco fiable memoria a corto plazo el episodio del perro y el ataque de pánico. Qué músculos, qué abdominales, qué cuerpo, qué estampa... Wei Ying pensó que se le caería la baba si seguía mirándolo tan detenidamente. Pero claro, él no era el único al que le brillaban los ojos por la tentación en aquel momento. En cuanto había oído la puerta abrirse, dio un salto involuntario debido a ciertos nervios mal disimulados. Al entrar a su habitación, Lan Zhan se encontró a su compañero de universidad de pie en mitad del cuarto con una de sus camisetas puestas, una deseable imagen que hasta entonces solo había tenido lugar en su imaginación. La diferencia de volumen entre sus cuerpos era notable y, a pesar de no sacarse demasiados centímetros de altura, la prenda le quedaba grande. La camiseta blanca caía como un vestido corto, dejando entrever apenas una línea de sus calzoncillos negros justo antes de perderse en la longitud de esas pálidas piernas. Era, al menos a sus ojos, adorable. Y deseable. Sobre todo deseable.

-Hola, Lan Zhan. Qué rápido te duchas, ¿no?

-Diez minutos, lo normal.

Pero diez minutos de reloj, eh. Nada de aproximaciones, si decía que habían sido diez minutos, eran diez minutos cronometrados, cada uno con sus sesenta segundos exactos.

-Para alguien con tu disciplina, desde luego. -Rio sin mala intención-. Yo a veces me tiro media hora ahí dentro. No puedo evitarlo, se está tan bien cuando pones el agua calentita. -Comentó con un suspiro.

"Aunque ahora, en vez de una ducha caliente igual necesito una fría. Una muy, muy fría."

-No hay que malgastar el agua. -Le regañó con un tono suave.

De alguna forma, se esperaba esa respuesta. Aunque también quería pensar que en algún lugar detrás de esa coraza de hielo y jade existían las ganas de compartir juntos una ducha larga y reparadora, a ser posible acompañada de un buen polvo. Él, por lo menos, las tenía.

-Sí, sin duda tienes razón, como siempre. -Concedió en tono cordial. Eso sí, sus palabras le valieron una ceja alzada por parte del contrario-. Y bien, ¿qué vamos a hacer?

-Dormir.

-¿Ya? Pero si solo son las diez.

-Es tarde.

-¿Dónde? ¿En el mundo de los Lunnis? O no me digas que eres de esos que se acuestan a las nueve y se levantan a las cinco.

Ante sus mofas, Lan Zhan se mantuvo impasible y se limitó a asentir con la cabeza. Por culpa del demonio frente a él que le había robado el corazón había estado alterando su horario de sueño durante dos fines de semana seguidos, tan pulcro y perfecto como el resto de sus actos, pero no tenía intención de retrasar más la hora de irse a dormir.

-Venga ya, Lan Zhan. Tenemos veinte años, estamos en la flor de la vida.

-¿Y?

-Bueno, no digo que nos vayamos de fiesta loca como el sábado pasado, pero yo qué sé. Aprovechando que estoy aquí podríamos ver una película o algo. ¿Has visto alguna serie últimamente? Puedo recomendarte unas cuantas. Deberíamos hacer un maratón.

Lan WangJi suspiró casi con resignación. Pensando que había ganado aquella batalla, Wei WuXian se atrevió a sonreír antes de tiempo. Fue un error. El de letras había ignorado tanto su pregunta como sus propuestas, aunque algo a su pesar.

Hold me [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora