-La-Lan Zhan...
-Wei Ying.
Probablemente, solo Lan XiChen habría sido capaz de decir con toda seguridad lo perplejo que se encontraba su hermano en aquel momento, pero por suerte o por desgracia no estaba allí para hacerles de traductor personalizado. Ojalá. Wei WuXian, sin embargo y de alguna curiosa forma, lo intuía. A ver, en realidad era por puro sentido común. Le acababa de abrir la puerta con un bebé llorando en sus brazos mientras desde el salón se escuchaban con claridad los berridos de otro. Si un universitario soltero y con fama de picaflor te recibe con ese panorama, a cualquiera le causaría confusión. Para empezar, si un universitario te recibe con un bebé en brazos, lo primero que te preguntas es con quién le falló el condón. Pero, vamos, que la reacción de sorpresa no era para menos, aunque el menor de los Lan logró admirablemente bien mantener su cara de póquer. Tampoco se puede descartar que ese no fuese mérito del propio asombro.
-¿Y este niño? -Cuestionó el de letras, incapaz de retener ni su curiosidad ni su lengua. El otro estudiante ya se esperaba la pregunta.
-Mío. -Soltó, esperando ver un cambio en sus reacciones. Lan WangJi no dijo nada —no fue capaz—, solo se limitó a parpadear mientras perdía el poco color que tenía en la cara. Su mirada pareció oscurecerse por momentos. Para sorpresa tanto suya como de Wen Yuan, Wei Ying estalló en potentes carcajadas nada más verle-. Es broma, es broma, no me mires así, Lan Zhan, que parece que me vas a asesinar en cualquier momento. Me asustas, ¿vale? Y que conste que soy un muchacho delicado, no me hagas sufrir.
-Ve al grano.
-Vale, vale. Hay que ver lo tieso que eres. -Bromeó-. Es de Wen Ning. Al parecer ha tenido una emergencia y me ha dejado a su primo mientras hospitalizan a su hermana y no sé qué movidas más. No he podido decirle que no.
-Oh.
Visiblemente más tranquilo, Lan Zhan dejó escapar dicho sonido. Su voz quedó opacada por los violentos llantos de Jin Ling en el salón, enfatizados por la falta de atención y por el miedo que debía darle el encontrarse solo. De golpe, Wei WuXian se puso serio. Meció con suavidad a A-Yuan mientras sus ojos grises se dirigían en la dirección en la que se encontraba su propio sobrinito. No se calmaría hasta que lo cogiesen en brazos y le cantasen algo, lo sabía. En los pocos meses que llevaba vivo, anda que no habrían pasado Jiang Cheng y él por momentos similares.
-No te quedes ahí, Lan Zhan. -Decidió a toda prisa, dejándole espacio para que entrase-. Cógemelo un ratito en brazos, ¿quieres?
Con cuidado, con mucho más del que parecía capaz de demostrar una persona tan activa e impulsiva como él, le pasó al niño a su compañero, antes de correr a toda prisa al salón. Lan WangJi se encontró de golpe y porrazo con un bebé en brazos. Ambos se miraron confusos, sin saber muy bien qué se hacía en una situación semejante. El llanto del crío había cesado, sí, pero quizá eso fuese porque la figura que lo sostenía en aquel momento le intimidaba tanto que se le habían secado las lágrimas. Tenía miedo incluso de seguir llorando. La presencia imponente de Lan Zhan solía causar ese efecto. Sin embargo, y aunque tener a una criatura tan delicada a su cargo le causaba cierto respeto, el estudiante de derecho no quiso dejarse amedrentar por el momento. Tragó saliva de forma apenas visible e intentó imitar los movimientos de Wei WuXian a la hora de mecer a un bebé. Ante esos erráticos, extraños e inexpertos balanceos, A-Yuan frunció el ceño.
-Buu... -Musitó el niño, escondiendo su cabecita en el pecho ajeno. Lan WangJi se lo tomó como una orden directa para detenerse. Obedeció.
Todavía estaba parado en mitad del recibidor pero, en cuestión de lo que fueron meros segundos, se dio cuenta de que todo el piso se había quedado en silencio. De los dos bebés, ni uno chillaba ya. Movido por la curiosidad caminó por el corto pasillo y dobló la esquina que los separaba del salón, entrando con Wen Yuan a la sala de estar. La imagen ante él le dejó de piedra. Era un cuadro precioso que jamás se habría llegado a imaginar, ni siquiera en sus mejores sueños, y que le calentaba el corazón con un sentimiento hermoso e indescriptible. Los locos lo llaman amor, pero él durante un efímero instante pensó en confundirlo con algo conocido como devoción. En mitad del salón, Wei Ying se balanceaba de un lado a otro con suavidad y elegancia, como quien baila un vals al son de una canción lenta. Tarareaba algo, una melodía que al de letras se le hacía más familiar de lo que llegaría a admitir nunca. Era una canción que se sabía, pero cuyo origen ninguno de los dos sería capaz de decirlo con seguridad. Sus ojos estaban fijos en el pequeño bebé de nueve meses que sostenía con esmero entre sus brazos; portaba una mirada de cariño cálido y absoluto, contemplaba a un ser al que adoraba casi como si fuese suyo. Los largos mechones de su cabello escapaban rebeldes del moño mal hecho en los que se los había recogido a toda prisa con una goma elástica roja, enmarcando unas facciones suavizadas por la dulzura del momento. Dejaban la nuca al aire, exponiendo el pequeño tatuaje de una flor de loto minimalista según giraba sobre sí mismo. Lan Zhan no lo sabía todavía, pero Jiang Cheng y Jiang YanLi llevaban ambos uno igual en distintas partes del cuerpo. El pequeño bebé, tranquilo gracias a la presencia, la voz y el aroma de su tío, comenzaba a sonreír y a hacer ruiditos felices. Con sus torpes manitas trató de agarrar uno de los mechones sueltos de Wei WuXian, haciendo que este detuviese su canción para reír. Ninguno de los dos se había dado cuenta, pero eso había calmado los corazones tanto de Lan WangJi como de A-Yuan.
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Hold me [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanfictionLa vida universitaria, la década de los veinte años, la mejor etapa de tu vida. Al pensar en estudios superiores, a la mayoría de la gente se le viene eso a la cabeza. Fiestas con amigos hasta la madrugada, alcohol, ligues de una noche, amoríos, cot...