Capítulo 8: Sorpresas de tres en tres

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Hasta hacía relativamente poco, Wei WuXian no conocía el concepto de estar "avergonzado". Le era total y completamente ajeno. Desde que los Jiang lo adoptaron, una vez fue capaz de integrarse en el mundo "real" de las familias felices, sus travesuras se volvieron tan frecuentes como las noticias sobre la polución en las grandes ciudades chinas. Arrastraba con él a sus hermanos y ellos acababan siendo siempre los que mostraban reparo y bochorno por todas sus tonterías y los que daban la cara delante de los adultos enfadados. Él no. A él podrían gritarle que era un sinvergüenza y no le importaría lo más mínimo. Había tenido que llegar al segundo año de la carrera para hacerle frente a ese molesto sentimiento y, la verdad, ahora que lo conocía habría preferido pasar por la vida sin experimentarlo.

Se sentía ridículo. Patético. Si Jiang Cheng lo viese, le patearía el culo. Y luego se reiría de él durante media hora, la misma media hora que llevaba dando vueltas alrededor del sofá de su piso con el teléfono móvil en la mano sin poder pulsar el botón de llamada. Por suerte estaba solo en casa y no tendría que soportar las burlas de nadie más que las propias. Porque sí, en su cabeza era incapaz de dejar de insultarse; tanto como de marcar el maldito número. Por amor de Dios, ¡qué no era tan difícil! Lan WangJi había tenido el valor de plantarse delante del bar en el que trabajaba solo para invitarle salir después de ser ignorado durante toda una semana, y le había salido sorprendentemente bien. Viendo los avances que había hecho el de letras, no tenía derecho a no llamarle. Llevaban toda la semana hablando y comiendo juntos —acompañados de un trío de cotillas que cada vez les hacía más insinuaciones al respecto—, era necesario. La atmósfera entre ellos estaba considerablemente menos tensa y sus roces ocasionales eran cada vez más frecuentes. Ya no era solo Jiang Cheng el que se dirigía al menor de los Lan como si fuesen novios, ¡incluso Wen Ning bromeaba con eso y Lan XiChen les seguía el juego! Y ojalá fuese así y tuviesen razón. Solo tenía que atreverse a dar un paso, pulsar un botoncito de nada para estar cada vez más cerca de esa idea... Tampoco es que se le fuese a caer un dedo por hacerlo.

Antes incluso de darse cuenta, una vez se hubo perdido en sus pensamientos, lo logró. Su uña pintada de negro golpeó el redondel rojo con el símbolo de un teléfono blanco inscrito dentro. El corazón se le paró para luego empezar a bombear a toda velocidad, incansable. Se le colocó en la garganta al oír el primer pitido. También por instinto, se llevó el dispositivo a la oreja, rezando para que le saliese la voz. Piiii. Piiii. Piiii. Una vez, dos veces y hasta tres. Por unos tensos minutos pasó miedo, más que viendo una película de terror. No se comparaba al pánico que le entraba al ver a un perro, pero casi. Nervioso, con la cara enrojecida y el corazón acelerado se posicionó en cuclillas detrás del sofá, esperando ansioso a que el otro cogiese el teléfono. Con la mano libre, comenzó a dar golpecitos sobre el parqué sin importarle que se le saltase o no el esmalte. Piiii. Al escuchar el cuarto pitido, se mordió el labio con fuerza, pensando que no contestaría. Lo intentó por todos los medios, pero los malvados "y si" comenzaron a agolparse en su cabeza a la velocidad de la luz, haciendo ecos con teorías cada vez más retorcidas. Y tan rápido como habían empezado a aparecer, cesaron.

-¿Sí?

-¡Hola, Lan Zhan! -Saludó Wei WuXian quizá con un poco más de énfasis del que realmente quería poner-. ¿Qué tal?

-Wei Ying. -Al pronunciar su nombre, su tono pareció relajarse. El estudiante de ciencias sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral. Adoraba que lo llamase por su nombre de nacimiento. Era quizá la única persona que lo hacía de forma continua, y su voz siempre era tan dulce, tan amable. Cuando lo llamaba así, se sentía tentado a creerse especial para él-. Bien. ¿Ocurre algo?

-Nada en particular, es solo que... Bueno, estaba pensando si...

-¿Hm?

Un ruido corto y conciso, una onomatopeya tan suya. Servía para cortar los desvaríos de Wei Ying, pero no para evitar que le temblase la voz.

Hold me [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora