compras y obsequios

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II

Una serie de aromas se mezclaban en el mercado, frutas y flores, almendras y especias, también desde luego abundaban olores que sentaban muy mal, carne casi descompuesta, pescados y el propio hedor que salia del suelo donde caían todos los desperdicios podridos de los productos que se comercializaban en la zona.

Era sin embargo, una verdadera aventura salir de compras. Regatear, seleccionar las frutas y verduras mas frescas, encontrar cosas extrañas, ver a los ambulantes que siempre traian nuevas atracciones, ir a la perfumería, olfatear aceites, cremas y jabones nuevos que habían llegado al mercado.

La Joven Allie nunca se cansaba de esta rutina y si bien era su tarea le resultaba más un placer.

Se inclinó sobre un grupo de camelias e inspiró su aroma hasta llenarse los pulmones, la escencia floral le robó una sonrisa, no pudo evitar cerrar los ojos como si esto ayudara a agudizar su olfato.

-Mi querida Allie- pronunció complacido Giovanni el florista, un hombre alto y siempre alegre. La chica abrió los ojos y se disculpó sutilmente. De pronto, una camelia fue colocada en el abundante cabello de la Joven por el propio Giovanni y ambos se sonrieron.- es un gusto verte mi querida niña, estas como siempre, mucho más radiante que cualquiera de mis flores.

-¡oh! Nada ni nadie supera tus flores Giovanni. Siempre tienes las mas bellas de la ciudad.

-gracias.

-gracias a tí.- respondió Allie acariciando la camelia en su cabello.

-Quizá te visite pronto- admitió Giovanni mientras Allie levantaba su canasto de compras lista para marcharse.

-eso sería agradable, mis hermanas hace tiempo que no asisten a los eventos sociales- comento Allie guiñiendole un ojo al tiempo en que se iba, Giovanni se quedo de pie contemplandola hasta que desapareció doblando en la esquina.

Un dulce tarareo fue emitido de los labios de la muchacha, era realmente encantadora y gentíl. Solía ser amiga de la mayoría de los comerciantes y siempre que estaba de compras recibía un obsequio o un descuento. Solo algunos viajeros la desconocian.

Su belleza le había proporcionado multiples beneficios y una fama exuberante que cada día crecía más y más.

Ella no estaba consciente de esto.

Solo se entregaba a los días, a su destino y a sus tareas e intentaba disfrutarlo todo sin reproche. No había para Allie, nada que no pudiese brillar ni tener solución. Solía ser muy apasible aunque algunas cosas si que podían disgustarla.

Entró a la perfumería del viejo Lesciell, sonó una campanilla en la entrada y tras el mostrador se asomó un hombre de estatura media y un traje azul con una caja de frascos en las manos.

-¡oh! ¡Miren a quien tenemos por aquí!- exclamó sonriente mientras dejaba la pesada caja sobre su escritorio donde descansaban otras de similar contenido- nada más y nada menos que la dulce Allie Gwynn- esta hizo una reverencia, apoyó en el suelo su canasta de compras y tomo asiento. -¿Que te trae por aquí hoy mi querida?

La chica buscó en su canasta una hoja doblada y la estiró.

-es una larga lista, todas pidieron un perfume diferente.- contestó Allie riendo. Lesciell recibió la lista y comenzó a leer mientras se rascaba el cabello.

-interesantes pedidos- comentó de pronto el perfumista.- esas florecitas y sus gustos ¿eh?- luego de cinco minutos estuvo instalado sobre una escalera rebuscando entre sus miles de frascos los indicados.

Allie observó en silencio los nombres de las etiquetas de los perfumes, cuantas escencias habitaban en ese espacio tan pequeño y tan mágico eran incontables. Lesciell no era nada menos que un artista y a la vez un mago, tenía en su nariz el arte innato de crear obras maestras que encantaban a toda francia, por ello había decidido mudarse a Inglaterra, el viejo Lesciell quería disfrutar de sus últimos años de vida haciendo lo que mas le gustaba sin que esto tuviera una demanda excesiva que terminara agobiandole.

Clocks and TeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora