sopa y visita

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Al día siguiente de que ocurriera la muerte del ángel un suceso extraño aconteció en la parte central de la plaza mayor. El cadáver inmaculado, envuelto entre una manta blanca, seguía tendido en la plataforma de madera donde se había llevado a cabo su sentencia por orden de la iglesia puesto que luego de la escena, muchos manifestaron su inexplicable dolor y misericordia hacia la mujer, en base a esto, se les concedió un día frente a su cuerpo para ofrendarlo.

Si bien era cierto que circulaba la sorprendente noticia de la determinación de la iglesia frente al caso, nadie se detenía del todo a meditarlo, era como si la ciudad entera estuviese sumida en un sentimiento de culpabilidad frente a un ser que había aparentado parecer tan igual al resto con una sola irresistible diferencia.

Los guardias encargados de custodiarla dieron su testimonio sesis meses después antes de morir sin una aparente explicación.

Mencionaron que las primeras horas de aquel día hacía un calor inexplicable mientras el cielo amenazaba con llover cada vez más. Se refirieron a sus estados anímicos contando que por alguna razón tenían ganas de llorar, sin embargo, no podían parar de sonreir a pesar de que las entrañas de ambos se retorcían por dentro.

Algo que les causo confusión fue ver que en la plataforma de madera habían crecido pequeñas flores blancas que brillaban de una forma descomunal.

Sin querer creer que sentían algo extraño en el ambiente además de dentro de si mismos decidieron ignorar los hechos e intentaron hablar para ocupar la mente en algo ya que que les esperaban 24 largas horas en ese lugar sin otra tarea mas que la de custiodar el cuerpo.

A penas comenzó la jornada de ofrendas miles de personas se acercaron a dejar sus obsequios. Muchas flores blancas de todos los tipos que pudieran haber en esa temporada aparecieron en escena acompañando a la preciada difunta, no es que se hubiesen puesto de acuerdo sobre el color, simplemente parecía ser una coincidencia.

Muchos hombres dejaron valiosas joyas y a pesar de que eran un objetivo atractivo para los ladrones nadie se atrevió a robarlas.

Las mujeres de la clase baja dejaron botellas con leche fresca como un motivo de pureza mientras que las de clase alta entregaron broches de plata y frascos con valiosos perfumes.

Junto con las flores, otro elemento principal fueron las velas. Casi como simbolicas, adornaron encendidas el cuerpo de la mujer iluminandolo hasta un punto en que parecía la estatua de un santo.

La plaza central se repletó de tantas ofrendas que llegáron a cubrir más de un cuarto de esta haciendo imposible que se viera de cerca el cadáver.

Los guardias encargados de la custodia mencionaron que durante toda la jornada se hizo presente un silencio sepulcral.

Al día siguiente cuando se les ordenó retirarse se encontraron con algo que no tenía sentido y salia de lo común hasta convertirse en un milagro.

Las velas a pesar de que debieron haberse consumido tras estar encendidas toda la noche se encontraban en perfecto estado, totalmente como nuevas y sobre todas ellas, sobre toda la plataforma, y sobre todas las demás ofrendas y por debajo del cuerpo de la mujer, se podían apreciar flores blancas, vivas, frescas y brillantes que se extendían por toda la plaza. Aquel día jamás fue olvidado.

Cuando el cuerpo fue retirado y enterrado las flores se marchitaron en el acto y a la mañana siguiente desaparecieron por si solas mientras que el resto de ofrendas fueron a dar a la tumba junto con su difunta dueña.

El extraño suceso fue archivado en todas las bibliotecas que pudieran haber, la noticia dió la vuelta al mundo causando conmoción y devoción, tanto así que la mujer, considerada desde entonces como un ángel de la paz y la misericordia fue fundadora de un distinguido y amplio grupo de fieles que hasta el día de hoy la conmemoran y encomiedan sus plegarias a ella.

Clocks and TeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora