IV
Parecía otro mundo donde no cabía ni una sola gota de alegría y disfrute más, el ambiente, cargado de risas, música, humo y alcohol era sensacional.
Cuando Allie apareció junto a Michael varios pares de ojos se posaron abstraidos y curiosos. Algunos hombres jugaban naipes con ninfas sobre sus piernas, otros bebían mientras se contaban sus problemas, otros cantaban abrazados a coro la canción que estaban tocando. Ninfas iban y venían con bandejas de bocadillos y botellas de alcohol o encendían los cigarrillos de sus clientes mientras les acariciaban el pecho y reian ocacionalmente solo con el fin de complacerles.
Varias ninfas y clientes saludaron a Allie al verla pasar cerca de ellos. Esta caminó respondiendo cada saludo mientras Mike le seguía al final del paraíso.
Abrieron una puerta y respiraron hondo, el aire era bastante denso fuera y era imposible hacer algo al respecto.
Una mujer de unos cuarenta años estaba sentada tras un tocador a medio vestir. A pesar de su edad aparentaba ser más joven, su larga cabellera negra estaba recogida y brillaba sin ninguna hebra blanca que denotara sus verdaderos años. Las pestañas eran realmente largas como las de las muñecas bisque, sus labios pequeños y siempre de color carmesí parecían esconder muchos mas secretos de los que contaban. tenía mejillas redondas y suaves que en verdad le daban un aspecto cálido. Su cuerpo era algo robusto y contorneado. La mujer comenzó a empolvarse el rostro mientras miraba en el reflejo del espejo a Allie y Mike.
-Madame Moitessier- dijo Mike con una leve reverencia.
-hola Ilene -saludó Allie mientras buscaba en la canasta de compras el perfume de madame Moitessier.
-hola querida, Mike, ya te he dicho que no me gustan demasiado las formalidades.
-disculpe madame, pero mi respeto hacia usted me obliga
-no me debes nada, eso también ya te lo he dicho, más me agradaría que hicieras caso de lo que te pido.
-como ordene madame.
-eres un caso perdido mike. Y a ti querida ¿cómo te fue?
-muy bien, encontré el perfume que me pediste y los frutos secos que deseabas.- Allie dejó las cosas sobre una mesita y le entregó el perfume a madame Moitessier. Sacó el dinero sobrante de sus senos y se lo tendió a la mujer, esta lo recibió y comenzó a contarlo, al cabo de unos segundos alzó las cejas.
-vaya, tú si que eres sinónimo de ahorro.
-nada de eso, me han hecho varios descuentos, ya sabe, en nombre del hogar y la amistad.- Madame Moitessier comenzó a reir complacida y guardó el dinero en sus senos.
-que curioso, cuando a tí te envío es cuando más dinero recibo de regreso, creo que se debe mas bien a tu belleza o es que el resto de las chicas me roba una parte de dinero y prefiero apostar por la primera opción. Bien, es hora de que te vistas, ya hay alguien esperando por tí.
-¿tan pronto?- comentó Allie sentandose frente a otro tocador.
-yo no entiendo porque te sorprendes, siempre es así. Mike, puedes retirarte, gracias.- Mike se inclinó y desapareció cuanto antes.
Allie comenzó a desvestirse, ya acostumbrada a hacerlo sola se quitó el pesado vestido y las amarras del corset con rapidez y lo dejó caer al suelo. Se despojó de su blusa blanca de algodón y con algo de dificultad logró salir de la crinolina. Quedando solo en enaguas comenzó a buscar sus nuevas prendas.
Su cuerpo blanco, suave y liso se desplazaba con armonía alrededor del cuarto, a veces madame Moitessier miraba a Allie con envidia, ella en sus años también había tenido un cuerpo asi de deseado y perfecto y aunque, el que ya tenía a su edad aún era bastante conservado era imposible no deprimirse un poco o bien recordar el pasado al ver aquel. Desde luego no eran nada comparables en ninguna curva.
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Clocks and Tea
FantasyLa joven Emilie Jane ha vivido toda su vida encerrada en su hogar, lejos de la ciudad, en un prado donde solo hay silencio. Oculta por obra de su padre se decide a exigirle la libertad que tanto desea, tras un trato logra conseguir una posibilidad...