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La fuerte lluvia había parado, Hoseok busco un lugar alejado para estar un poco más tranquilo, necesitaba analizar cada una de sus palabras ya que no tenía mucha fe de convencer a ese tal Alfa pero debía hacerlo por el bien de su manada.

El viento jugaba con su pelaje y recuerdos volvían como si fuesen grandes olas, el  Omega se sentía gustoso de ellos, se dejó caer entre el gran pastal escuchando su corazón latir, volvió la sensación que
tuvo cuando era niño.

"Claro, lo recuerda como si fuera ayer."

--- Recuerdo ---

Hoseok caminaba a lado de su madre su mano apretaba ligeramente el borde de la falda, la mujer sostenía un canasto y se detenía en cada una de las tiendas con verdadero interés,
olía las flores, tocaba las frutas, observaba la variedad de sombreros sobre la estantería. Quedó asombrada por el sombrero que portaba un enorme girasol, lo tomó entre sus manos y recordó las veces en que la luz del sol entraba por su ventana y alumbraba la pequeña cuna de su hijo ella sonrió.

—¿te gusta este Hoseok?—   continúo mirando el sombrero.

—¿¡¡Hoseok!!?—
pregunto una vez más por no sentir el tirón de su falda.
La mujer lo buscaba preocupada, incluso sentía una pesadez en su pecho, sabía que ella tenía toda la culpa por distraerse con cosas tan superficiales en vez de estar atenta de su propio hijo, preguntaba a la mayoría de omegas que estaban en ese lugar y lloraba desconsoladamente.

El pequeño Omega se soltó de su madre y camino abriendo pasó entre las piernas de esas personas tan altas, camino y de repente ya no había nadie a su alrededor, lo único que
habían eran flores el rostro de Hoseok mostraba una gran sonrisa y sus ojos brillaban como dos luciérnagas, el sol se intensificaba y el hermoso Prado se reflejaba.

Los omegas tenían una habilidad especial y es apreciar la naturaleza, esto no era ninguna actitud débil por el contrario, ellos se encargaban de que los árboles crecieran con rapidez,
que los frutos de aquellos fueran más prósperos e incluso domesticaban los animales, como las gallinas para vender sus huevos.

Hoseok estaba feliz y todo esto acabo, cuando se adentró entre el gran Prado de flores el pequeño cuerpo corrió entre aquellas flores y a medida que las flores hacían contacto con

él, se marchitaban se secaban morían sintió el verdadero pánico, comenzó a llorar con intensidad ¿por qué? Esa fué su primera decepción, desde allí comprendió que él no era como su madre.
—¡¡hijo!!, Me tenías preocupada..!! Creí que iba a perderte..—
su madre corrió a acunarlo
entre sus brazos, cuando fue violentamente apartada, Hoseok miraba en shock la mejilla
de su madre había tres extensas líneas y el líquido rojizo se resbalaba por sus mejillas.

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