Epílogo. Él

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Las cosas a partir de ese momento no fueron fáciles. 

Alice tuvo que dar toda una serie de explicaciones a su equipo, y, por supuesto, a sus superiores. Sus acciones no podían ser sancionadas dado que había sido sorprendida por los acontecimientos, y el hecho de cortar el contacto vino de la mano de Mint Eye, no de la suya propia. No quiso aparecer en ninguna entrevista, por lo que quedó como una simple colaboradora, según las declaraciones del señor Han.

Yo no estuve muy de acuerdo, en fin, se le podría haber pixelado la cara o algo por el estilo. 

Seguirá en el cuerpo, aunque no formará parte de la acción, propiamente dicha. Quiere crear su propio programa para ayudar a jóvenes en riesgo de exclusión  o con problemas de drogodependencia. Se va a convertir en una chica de oficina y consultas. 

¿Quién lo hubiera dicho?

El agente 707 ha abandonado la agencia. Después de nuestra intensa charla, llegó a las ruinas del complejo, ayudando a los equipos de búsqueda. Encontraron a su hermano vivo, aunque con unas quemaduras bastante graves que lo llevaron a estar ingresado durante un tiempo. Ahora mismo está en tratamiento psicológico y de desintoxicación (¡Sorpresa! el líquido azul ese tenía altas dosis de alucinógenos). 707 se va volcado en el cuidado de su hermano y el ejecutivo agresivo le ha ofrecido un puesto como parte de su equipo de inteligencia.

¿Y en cuanto a mí? Estoy bien.

Más o menos.

El disparo me ha machacado un poco la rodilla, lo que es una estupenda excusa para presentar mi renuncia en la agencia y recuperar mi vida. 

Lo estoy pensando, todavía no es algo definitivo. 

Aunque ver a Alice desnudarse para meterse conmigo en la ducha ayuda bastante a inclinar un lado de la balanza. 

- Hola, enfermo convaleciente.

- Hola, futura salvadora de jóvenes indefensos.

- Todavía no me he convertido en una superheroína, Vandy.

- Siempre serás mi Mujer Maravilla. 

La beso porque puedo y quiero, y ella me corresponde sin dudar.

El agua entibia nuestra piel en este abrazo enmarcado por cristales y baldosas frías.

Lo sé, porque me empuja contra la pared del baño y rozo con la espalda desnuda su superficie.

Le doy la vuelta, y ella deja escapar un siseo al sentir el frío.

Pero voy a compensarla con mis caricias. Despacio, desde sus labios de sirena, sus hombros, la huella de sus clavículas y más abajo. Deteniéndome en sus pechos hasta hacerla suspirar y pegarse contra mí, y más abajo, hasta derretirla y alzarla por las caderas, para sentir sus piernas en torno a las mías.

¿Reposo? Sí, claro, para lo que interesa. 

Pero aunque tengo que aguantar un poco de dolor después abrazarla por las noches es como un bálsamo para mí.

Porque ya no estamos encerrados en una casa de locos sólo teniéndonos el uno al otro.

Ya no hay silencios entre ambos ni palabras fugitivas en pos de nuestro futuros. 

Sólo nosotros.

Nosotros contra el mundo.

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Somehow, someday, somewhere [Vanderwood, Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora