IX. Ella

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Vanderwood tenía razón, por mucho que me moleste dársela.

Al día siguiente me despierto afónica y dolorida, apenas puedo mover el cuello y lo que menos me apetece es moverme de la cama.

Eso y que venga nuestro nuevo amigo a traerme el desayuno.

Pero, por suerte, sólo oigo un golpe en la puerta y una bandeja aparece mágicamente al otro lado.

Es Vanderwood el que la recoge dada mi nueva situación. 

Lo cierto es que se está portando bastante bien conmigo, por mucho que también me moleste reconocerlo.

Es él quien se está encargando de hablar con Seven sobre el asunto. Se ve que están preparando algún tipo de operación de rescate, pero no me quiere decir nada para que no me haga ilusiones.

(O porque sencillamente no se fía de que mantenga el pico cerrado si asisto a otra sesión de cariñitos con Ray).

En fin.

- Creo que si vuelve a aparecer por el cuarto deberías defenderte, no es bueno que te tome por una damisela en apuros cuando eres perfectamente capaz de partirle la cara.

- ¿Y entonces qué, Vandy? Traerá a los refuerzos. Somos dos contra el mundo.

Mi voz suena ronca, y en algunos momentos se quiebra.

¿Cómo voy a conseguir ser sarcástica en esta situación?

- Quizá dos personas sea más que suficiente.

- Seguro que mi voz y mi cuello lleno de moraduras les insta a dejarnos en paz.

Me ahueca las almohadas en su papel como madre preocupada que constantemente me obliga a tomar sorbos de agua.

Pero me ha requisado el taser ya que, según su propia opinión, no hago un buen uso de él.

Que le den.

- Tengo una idea.

- ¿En serio? Cuéntame más. O quizás podrías decirme si es cierto que van a venir a rescatarnos o no.

- Sshh... para estar en este estado eres realmente pesada. 

- Mira quién habla. 

- Oye, mira, si te obligo a beber agua es porque te vendrá bien para la garganta.

- Sí, mamá.

Me levanta el dedo corazón y acto seguido se pone a caminar por la habitación, primero examina la cómoda más cercana a la puerta. Abre los cajones y se la encuentra vacía, parece que le gusta la idea. Se mueve hacia uno de los lados y empieza a empujarla, lo que provoca un chirrido horrible.

- ¡¿Qué haces?!

¿Eso era un intento de grito? Eso era un intento de grito.

- Eh, agente ¿te quedan fuerzas suficientes para echarme una mano? Las respuestas vendrán después.

- Mis brazos están en plena forma. 

- No lo pongo en duda, pero una demostración estaría genial.

Me levanto de la cama y agarro el otro lado de la cómoda. La levantamos entre los dos, situándola delante de la puerta. 

- ¿Y qué se supone que estamos haciendo?

- Una barricada.

- ¿Crees que será suficiente para detenerlo?

- Quizá no, pero al menos lo mantendrá entretenido un tiempo, quizá el suficiente para que tú y yo pensemos algo.

Somehow, someday, somewhere [Vanderwood, Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora