El frío de la soledad me acechaba en cada rincón de la pequeña celda, los latidos de mi corazón resonaban armónicamente creando una melodía, las voces que inundaban mi mente me hacían olvidar el dolor de la ausencia y la desolación. Si tantos sueños fueron mentira ¿por que mi corazón seguía suspirando tan hondamente? La verdad es que mi destino fue despiadado, pero ¿quién puede vencer al destino?
Las aves pueden volver a su nido, las flores pueden volver a florecer, el viento puede volver a soplar pero las personas no pueden volver a resurgir, o eso creí...
—Prisionera 224 de cara a la pared—
Cuando la puerta se abrió apresurada, supe que había llegado mi hora de morir.
Me quede observando al guardia mientras el pánico me invadía.
—¿Que pasa?—
—Silenció— el guardia se apresuró a responder con brusquedad —levanta el brazo derecho—
—No, Espere! no es mi tiempo, yo cumplo los 18 en dos meses—
El guardia sujetó mi brazo con brusquedad y estaba apunto de colocarme un extraño brazalete plateado pero antes de que pudiera hacerlo comencé a forcejear con fuerza hasta que pude librarme de su agarre y luego lo empuje hacia un lado haciendo que se impactara contra una de las paredes, corrí a la puerta para escapar y en cuanto di un paso fuera de la celda me detuve en seco al notar que sacaban a todos y cada uno de los prisioneros vecinos de la caja del cielo. En mi descuido pude sentir un intenso dolor en mi costilla que rápido recorrió todo mi cuerpo, caí al suelo y pude notar la perversa sonrisa de uno de los guardias mientras sostenía su bastón eléctrico. Mi vista comenzó a nublarse hasta que todo se volvió oscuro.
Lo primero que sentí al despertar fue el dolor de varias punzadas que se clavaban en mi muñeca y al mirar a mi al rededor me di cuenta de que estaba dentro de una nave de escape. Podía sentir como el arnés se clavaba en mi estómago mientras veía las caras nerviosas de los demás pasajeros. Sostuve fuertemente el dije de mi collar para contrarrestar la inquietud que me dominaba, ese collar me lo había obsequiado mi madre al nacer y de alguna forma sostenerlo me hacía sentir más tranquila.
—Vaya manera de desasearse de nosotros— dijo el chico que estaba sentado junto a mi. Yo lo miré y fruncí el ceño —después de todo me alegra haber salido de esa celda, estaba apunto de volverme loco— le respondí al chico con una risilla —soy Finn por cierto. ¿Cuál es tu nombre?—
—Susan—
De repente un fuerte golpe se sintió en toda la nave. Por fin aviamos despegado, éramos las primeras personas en abandonar el Arca en 97 años, un sentimiento de nostalgia me invadió pero el alivio era extrañamente más intenso. Seguido de eso, una sacudida me distrajo de mis pensamientos y en seguida agrande los ojos y mis labios susurraron "cruzamos la atmósfera", no creí que alguien me fuera a oír pero pude notar que Finn me miraba con curiosidad y posteriormente se puso en una pantalla una grabación del canciller
—Prisioneros del Arca, tienen una segunda oportunidad y espero que vean esto no como oportunidad para ustedes si no también para la humanidad entera, no tenemos idea de lo que les espera ahí abajo, si la supervivencia fuera un hecho habríamos enviado a otros, pero en verdad los enviamos a ustedes por que sus crímenes los hicieron desechables—
—Tu papá es un idiota Wells— el reclamo de un muchacho resonó de lo lejos
—...entonces sus crímenes serán perdonados—continuó el canciller —su historial se limpiará—
En cuanto termino la grabación, Finn se desabrocho su arnés y comenzó a flotar, yo lo miré asombrada mientras él hacía volteretas y los demás lo alentaban. Dos chicos más lo siguieron a la diversión pero yo solo podía escuchar los sollozos de la nave en llamas y de una chica con ojos color azul vibrante y cabello rubio situada del otro lado de la nave que les gritaba a más no poder que se quedaran en sus asientos. Acerque mi mano al botón del arnés ya que iba a unirme a los tres chicos que se notaban divertidos flotando, pero antes de presionar el botón se sintió un fuerte zangoloteo y los tres chicos se estrellaron en todas partes. Preocupada le llame a Finn para saber si se encontraba bien pero los gritos de las demás personas y el zumbido de la nave agrietándose sofocaba mis palabras y tan rápido como empezó el zangoloteo, terminó. Solo se podía distinguir una nube de humo y el silencio de los pasajeros.
Bastaron solo unos segundos para que todos se levantaran de sus asientos y se dirigieran al primer piso. Busque a Finn entre el caos de la multitud y lo encontré observando a uno de los chicos que lo habían seguido, me acerqué con lentitud y pude darme cuenta de que estaba muerto. Podía notar en el rostro de Finn la culpa que sentía por lo que había sucedido
—No fue culpa tuya, no sabías lo que pasaría— le dije mientras tocaba su hombro
—No debi hacerlo, fue estupido—
—Solo intentabas divertirte y eso no tiene nada de malo— trate de tranquilizarlo —ven conmigo, hay que ir con los demás—
—Adelántate, iré en seguida—Cuando baje al primer piso lo primero que vi fue a un chico de cabello castaño y piel pecosa que estaba parado junto a la palanca, él vestía un uniforme de guardia y estaba dispuesto a abrir la puerta.
—¡Alto!— le advertí desde lo lejos y en seguida me di pasó entre la multitud —no tenemos ni idea de lo que pueda haber allá afuera—
—Ella tiene razón— interrumpió la chica rubia —el aire podría ser tóxico—
—Si el aire es tóxico moriremos igual—
—¿Bellamy?— la discusión fue interrumpida por una chica que bajaba apresura las escaleras. Ella tenía un cabello lacio y tan oscuro como el espacio y sus ojos deslumbraban el brillo de una lejana estrella.
Mientras más se acercaba más se me hacía familiar y en seguida pude recordar quién era aquella chica, lo supe al momento en que abrazo a su hermano. Ella era Octavia, la chica con la que me habían confinado las primeras semanas de mi arresto, hasta que me cambiaron a solitario por creer que era un peligro para los demás.
Preferí darle tiempo a Octavia con su hermano, sabía lo importante que era para ella ese momento. En tan poco tiempo nos habíamos convertido en amigas, al principio ambas éramos muy reservadas pero cada vez nos fuimos entendiendo mejor.
—¿Donde está tu brazalete?— la chica rubia le pregunto a Bellamy
—¿Me permites?— Exclamó Octavia con brusquedad —no vi a mi hermano en un año—
—Nadie tiene un hermano— aseguró un chico al fondo de la multitud
—¡Es Octavia Blake, la chica que encontraron escondida en el piso!— gritó una chica en tono burlesco
Octavia se abalanzó hacia ellos con un odio que se le podía notar hasta el espacio.
—Octavia ¡no!— Bellamy la detuvo antes de que pudiera atacar —dales otra cosa para que te recuerden—
—¿Cómo qué?—
—Ser la primera persona en el suelo en 100 años—
En seguida Bellamy jaló la palanca y se abrió la puerta dejando entrar una luz incandescente que nos obligó a entrecerrar los ojos, al mirar otra vez pude notar las hojas verdes bailando en lo alto de los árboles, un ligero cosquilleo me recorrió al sentir el aire fresco rozar mi piel y mis oídos se deleitaron al escuchar por primera vez el singular canto de las aves.
Octavia bajó lentamente por la rampa mientras contemplaba su alrededor; cuando dió un pequeño salto y sus pies tocaron el suelo supe que nuestra vida no volvería a ser la misma.
—¡¡Volvimos perras!!— gritó Octavia mientras alzaba las manos con entusiasmo.
Todos al escucharla salimos con bastante emoción de la nave. Yo di un gran salto desde la rampa hacia el suelo y por primera vez en mi vida me sentí libre, respiré hondo y exhale mientras miraba todo mi al rededor; acariciaba las plantas que rozaban mis piernas mientras me dirigía hacia el árbol más cercano, estiré mi brazo y al tocar su troncó podía apreciar su fuerza y plenitud, la ligera brisa que caía sobre mi rostro me obligaba a esbozar una sonrisa. Todo ahí parecía perfecto. Mi mirada se encaminó hacia todos los prisioneros que brincaban y bailoteaban sin parar, pero mis ojos se detuvieron al mirar a Octavia junto a su hermano, ambos lucían felices pero había algo más en Bellamy que llamaba mi atención, además de ser extrañamente atractivo parecía ocultar algo.
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In my way |los 100| (Bellamy Blake)
AventuraViajar a la tierra era un sueño que visitaba la mente de cada residente del Arca, uno que les daba la esperanza de sobrevivir a su próximo destino. 97 años después de que la tierra fuera destruida, la vida en el Arca comenzó a perecer. El consejo to...