XIV

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Todo humano que se a criado a la orilla del mar conoce esta vieja leyenda, contada desde miles de años atrás cuando los seres sobrenaturales reinaban las tierras.

El amor entre dos seres inmortales, un omega y un alpha, parejas destinadas de por vida, pero imposible que coexistieran juntas.

El vampiro consume la vida de otro ser para sobrevivir, su inmortalidad depende de su deseo por la sangre y su propio insisto los tortura, y persigue haciendo crecer esa adición por el fluido carmesí, siendo inmunes a caer en las trampas de otras especies, nadie lo intentaba de igual forma, toda persona cuerda sabía que no era buena idea poner en condiciones que lo acorralan en peligro, ¿por qué? Bueno, si la "humanidad" del vampiro no podía manejar la situación su instinto salía sin dudar ante la situación, mataría a cualquiera, aunque fuera la última hembra u omega vampiro en todo el mundo.

Las sirenas dependían de su belleza, ya que gracia a esta podían cazar sus presas para ahogarlas en lo profundo del mar, dejándolos embobados con una simple mirada, una sola palabra era suficiente para hacer que se acercaran y no volvieran nunca más a la superficie, se creían extintas, ya que no podían creer en los delirios de un marinero que estuvo perdido en la neblina del mar, eran seres inmortales, pero de cuerpos muy frágiles, dependientes de la energía vital de otros seres y solo pueden concretar este intercambio las sangre pura, que serían las últimas sirenas que sobrevivían a duras penas de la extinción.

Para estas especies sería imposible una convivencia de un plazo muy largo, la sangre de las sirenas se volvía adictiva para cualquier vampiro, un poco de esta podía darles la energía que no conseguirían ni siquiera tomando la sangre de una docena de humanos, y la fuerza vital de un vampiro era tan tentadora para cualquier sirena pura o no, cualquiera mataría por simplemente tocar su piel, era una pelea de quien consumía al otro primero.

Pero el destino es muy cruel, y se divierte observando la desgracia ajena, llegando a niveles de desesperación por algo nuevo que solo trae frustración y tristeza tras bellos recuerdos, momentos que no se repetirían y que en verdad nadie lograba comprender.

Pero el destino fue muy lejos al enlazar de por vida a un heredero de purasangre de estas dos especies, una sirena de generación de sangre pura y un vampiro de la nobleza. Amores tan lejanos que se veía imposible él siquiera que llegaran a encontrarse pero siendo un capricho del destino cualquier cosa podía lograrse.

Se amaron profundamente sin ninguno de los dos ser consciente de que toda su vida y destino está planificado para que terminara en desgracia sin poder siquiera tocarse por última vez, tal vez ni por primera vez.

nadie esperaba que llegaran tan lejos solo por sentir la piel del otro, los bellos deseos de tan impura bestia, y como una vanidosa belleza salada podía ser tan bondadoso, las decisiones que tomaron, las personas que conocieron, sus vidas, su familia, en una larga vida inmortal para ambos nada de eso les importo.

Pero ¿Cómo lo sé con tanta seguridad?

Yo fui el primero en contar esa historia que con el paso de los años se volvió leyenda, fui un testigo de la humildad de esa sirena, el protegerme con su cuerpo contra el ataque de un vampiro, sus graves heridas en su cuerpo fueron en vano al igual ser secuestrado por tal bestia, nunca imaginaria que también sería un vampiro el mismo que me cuido y regreso a mi hogar, el mismo que creí que mi hermana había asesinado, el mismo que era el enlazando de tan bella sirena.

Nunca pude agradecerle a ninguno de los dos, pero desde el día que fue empujado desde el acantilado el cielo amaneció despejado como nunca se había visto, el sol brillaba como nunca lo había visto ningún día de mi vida, reflejándose en el mar revelando su belleza oculta entre la neblina. Ese día todos los habitantes del pueblo salieron de sus hogares, se veía más alegre todo el lugar.

Desde ese día la pesca fue más abundante y los pescados eran más a gusto de comer, aun así los pescadores del lugar nunca abusaron de ello y continuaron su tradición de solo pescar lo que era necesario para las familias. Pero siempre ahí alguien que lo domina la avaricia y desde ese primer humano que empezó a pescar en excesos con la excusa de que eran guarniciones para la temporada de lluvias otras empezaron hasta que ya las excusas no eran necesarias y solo lo hacían porque podían, los cielos se nublaron nuevamente y de a poco los peces desaparecían o los pocos que lograban pescar causaban enfermedad al ser consumidos, hasta que la escasez fue completa, la bahía fue abandonada nuevamente, y solo los pocos que habían nacido en ese lugar se quedaron, sobreviviendo como podían, entre tormentas, periodos de enfermedad, cielos nublados y neblina, con cada año el mismo humano continuó extinguiendo cada especie, diciéndose a ellos mismos que eran la raza superior, solo fue autodestrucción hasta el día que ellos fueran los extintos, la belleza de la vida volvería, la inmortalidad despertaría de su prolongado sueño y los amores destinados podrían tocarse por primera vez como los enlazados podrían amarse como tanto lo deseaban. Tal vez podría reencontrarme con ese pelirosado si no es que él me encontraba antes.

Aquamarina. AU Mikayuu. Editando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora