🇨🇦¿Porqué me odias? ¡¿Qué te he hecho?! Yo te quiero México...
🇺🇲¿Qué carajos te pasa? ¡Tu me amabas, ¿no es así?! ¡Aceptame de nuevo!
🇷🇺¿Porqué? Solo quiero ayudarte, pero siempre me alejas. ¿No eramos amigos de pedas?... México... Te necesit...
México soltaba quejidos. Estaba sentado en su cama, con Sonora, Tamaulipas y Chihuahua a su lado. –¡Callese, jefe! Parece morra -exclamaba Sonora cada vez que lo tocaba con un algodón remojado con alcohol. –¡Si duele, cabrón! -masculló México—. ¡Auh! Con cuidado. México abrió más los ojos al sentir la presión de un cubito de hielo contra su pierna. –Esto se ve muy mal -susurró Chihuahua. –¡No se me agüite, tajtsin! -murmuró Tamaulipas, vendando el torso de México—. Ya acabamos. Los 3 Estados se separaron para ver detenidamente a su padre. México no paraba de retorcerse. Los moretones y raspones lo estaban matando. –¿Cómo terminó con esos golpes, tajtsin? –¡Es obvio quien fue el pinche culero que lo hizo, Tamaulipas! -exclamó con rabia Sonora, golpeando la cama. –¿El gri-gringo? -tartamudeo Chihuahua, le tenía miedo a Sonora cuando se enoja. –"Il gringi", pues obvio cabrón! -respondió impaciente—. Si te vuelve a tocar, se las verá conmigo la perra capitalista!! Chihuahua y Tamaulipas se encogieron de hombros, como si los hubieran regañado. –No pasa nada -los tranquilizó México—. Pero no fue directamente el gringo, fueron sus putas perras. Sonora soltó un bufido. –Aaah fresona me salió el culero que hasta contrata gente para que haga el trabajo sucio, eh? -se encaminó a la puerta—. Ya no lo soporto! Iré ahora mismo con esa pinche cerda. Antes de salir del cuarto, escuchó un grito proveniente de su padre. Giró en redondo para verlo. México empezó a retorcerse, como si anduviera en llamas. Los 3 estados lo sostenieron con cuidado, intentando contenerlo. –¡Chihuahua! Las vendas -ordenó Tamaulipas. Chihuahua cruzó por la sala a toda prisa, aliviado de encontrar las vendas y una bolsa de hielo encima de la mesa. Las tomó y regresó al cuarto sin detenerse. –¿¡Qu-qué hago!? -preguntó nervioso—. Nunca me tocó vendarlo. –Dame esa chingadera!! Sonora le arrebató las cosas y pusó manos a la obra. Chihuahua tomó su lugar en sostener a su padre para evitar que se lastimara más. –¡Arde! M-me arde mucho -se quejó México, lagrimeando. Tamaulipas removió con cuidado las vendas que tenía en el rostro. Chihuahua soltó un gritó agudo al ver lo grave que estaba. –Ese hijo de perra... -murmuró Sonora. Empezó a vendar el rostro de México, evitando que le apretara tanto. Se separaba de vez en cuando al escuchar los pequeños gritos y muecas del país. Tamaulipas abrió mucho los ojos, sorprendido. –¡Está sangrando! Al terminar de vendarlo, Sonora volvió a agarrar algo de algodón y lo humedecio con alcohol. –Respira, te va a doler como a la chingada –¡No es la primera vez, escuicle! -exclamó México. Sonora contó hasta 3 antes de juntar el algodón a la piel de su padre. –¡¡¡AAAAAAHH!!! Chihuahua se separó de su padre y salió del cuarto corriendo. El dolor de su padre le revolvía el estómago. Sonora no le tomó importancia y siguió limpiando las heridas tranquilamente. Tamaulipas sólo lo miraba, con una expresión seria. Al terminar, ambos estados se separaron de México, dándole espacio. Tamaulipas le acercó la bolsa de hielo. México la tomó, poniendosela en la cabeza mientras murmuraba: –Ya.... Ya no lo soporto. –Tataj... Ya no me gusta que el gringo te siga lastimando. –A mi tampoco, Tamaulipas... A mi tampoco. Sonora fulmino con la mirada a México, estaba decepcionado y triste. Soltó un largo suspiro, dejando que la ira lo volviera a dominar. –¡¡Tenemos que hacer algo!! Debemos atacar a esa cerda culera!! Ya estoy hasta la madre. –No tenemos los recursos. –Si estuviera Texas, podríamos... -murmuró Tamaulipas pero un fuerte crujido lo interrumpió. Mexico se levantó de la cama, poniéndose enfrente de él. Tamaulipas retrocedió de un salto, alarmado. Los 2 estados se estremecieron, aunque estuviera muy herido, tuvo la fuerza para encararse ante su hijo. –¡Esa perra ya no esta, ¿Me oíste?! ¡YA NO!! Sonora bajo la mirada, apenado. –Pero es que... –¡¿Tu qué?! -exclamó México y volvió a dirigir su mirada hacia Tamaulipas—. Si sigues creyendo que Texas regresará, entonces eres más estúpido de lo que aparentas. Aunque Sonora podría protestar ante dicha acusación contra su hermano, no podía. Las frías y filosas palabras de México lo atacaron a él también, no sabía tan siquiera que decir o reaccionar. México regresó a la cama, acostandose con cuidado, dándoles la espalda. –Jefe... Lo lamento mucho... -Sonora se acerco cautelosamente a su padre. –No -El estado retrocedió, pero México continuó—. Yo soy el quien lo lamenta... Yo debí seguir peleando por ella, pero respete su decisión. Si ella quería estar con él -los miró con una profunda tristeza, conmoviendolos—. Yo debo ser el quien lo lamenta... Yo sé que amabas a tu hermana. Tamaulipas bajó la mirada. Aunque era cierto que Texas lo abandonó, no podía dejar de amarla. Siempre estuvieron cercas y se querían mucho. Pero cuando ella los abandonó, fue un golpe muy bajo para el estado. México notó que le temblaban las piernas. –Mejor, váyanse a casa. Solo quiero dormir. Chihuahua apareció por la puerta con una enorme hoja de papel. Los estados se quedaron mirando cómo el pequeño de ellos dejaba su dibujo en la mesita de noche. –Papá, ¿Ya te encuentras bien? México no respondió, se sentía muy mal y triste en ese momento. Los recuerdos lo invadieron. –Eran... Solo niños.... Apenas tenían 4 años. Chihuahua lo miró sorprendido. –¡Ellos no tenían nada que ver en esto! -continuó—. Y me los arrebato.... Mis pobres pequeños. Chihuahua contempló a México mientras esté se retorcía de dolor. –Papá, no te culpes por lo que pasó en ese entonces -se sentó en la orilla de la cama y lo abrazó con cuidado—. Nos tienes a nosotros papá... Yo te quiero... Jamás te abandonare. Tamaulipas y Sonora, aún desconfiados, abrazaron al país. México se encogió y soltó un chillido de dolor. Pero Chihuahua no se apartó, se apego más a su padre, demostrandole que lo que dijo era una promesa que no piensa romper. –Ahora.... Me siento mejor -suspiró México, sonriendo de lado. Chihuahua se incorporó, aliviado. Tamaulipas levantó la vista. –¿Porqué no mandamos a alguien a cuidar de tataj? -propuso—. Por ahora necesita espacio, pero aún así... No quiero que este solo. México se volteó para mirar con afecto a su estado. –No te preocupes, no hay ningún problema con que este solo. Sonora negó. –Te conocemos, culero. No quiero que esos cortes sigan adornando tu puto brazo. Chihuahua le dio un empujoncito con su pequeña mano. –¡No seas así con mi padre! -lo riñó—. Tu te sigues comportando como un hijo de puta. –¡Hey! A mi no me metan en esto -dijó México, riéndose. Después de una hora de risas y discusiones absurdas, los estados salieron de la habitación de México. El país no dejaba sonreír. Su familia es lo único que vale la pena; no lo meten en problemas, lo aman de verdad y lo cuidan incluso si él les dice que no. Él daría todo por ellos. Miró su mesita de noche y agarró la hoja. Lágrimas salieron de sus ojos, pero estas lágrimas no eran de tristeza, si no orgullo. Chihuahua le había hecho un hermoso dibujo de su perro Paco, el chihuahua. Empezó a reír ante lo irónico que era. Regresó el dibujo con cuidado y se acomodó en su cama, intentando reconciliar el sueño.
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–Mexico? Abrió los ojos, se dio la vuelta y vio a Canadá sentada en la orilla de la cama. Parecía como si hubiera caído de un árbol: su ropa estaba hecha un desastre. –Are you okay? –Si -murmuró, y se le escapó un bostezo—. ¿Qué haces aquí, wey? –Quelqu'un m'a appelé pour me dire que tu n'étais pas bien -confesó el canadiense—. Arrive le plus vite possible pour te voir ... J'espère ne pas trop te déranger (Alguien me llamó, diciéndome que no te encontrabas bien) (Llegue lo más pronto posible para verte... Espero no molestar mucho) El latino se quedó mirándolo, abatido. -¿Quieres dormir? Aquí hay espacio en mi camita. Je ne devrais pas -se incorporó y pasó su mano por la mejilla de México—. D'ailleurs c'est vous qui devriez vous reposer (No debería) (Aparte, eres tu el quien debe descansar) México tomó la mano de Canadá y le jaló, provocando que el cayera encima de él. –Uff! -se quejó Canadá. –Mucho mejor. Lo abrazó como si fuera un oso de peluche. Canadá estaba analizando la situación, México en este momento lo estaba abrazando. Sus mejillas se tornaron de un color rojo poco notable. –Bu-but, Mexico... -se interrumpió al sentir la cálida respiración del latino en su cuello. –Cállate y duérmete. Canadá sonrió. Era obvio que es inútil discutir con el mexicano, especialmente si ambos disfrutaban la sensación de tenerse cercas. –Good night, sweetheart -susurró Canadá, intentando que no lo escuchara, cosa que no funcionó. –Ah, pinche joto. El bicolor soltó una risita mientras se acomodaba en la cama, para así disfrutar mejor el momento.
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Notas del autor...
Aquí quería explicar de... Porque.... ¡Quería explicar el diseño de mi México! Como ven, tiene vendas en la cara, pero no les diré porque las tiene (más adelante si)
Aclaraciones...
°Si, Tamaulipas ama(ba) a Texas. °Chihuahua le gusta dibujar, especialmente los animales. °Es 19 de Septiembre. °Sonora ODIA a Estados Unidos desde que se entero que terminó con su padre.
Datos curiosos...
°Este es el dibujo de Chihuahua.
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°Los únicos que saben el porqué las vendas en la cara de México, son: Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas.