El corazón nunca se equivoca - [Capítulo 20]

656 28 0
                                    

Y así fué, eran las 9:45 p.m y Joaquín se encontraba caminando junto con Diego unas cuadras antes de su casa para poder hablar.

-Diego: ¿Qué has pensado acerca de lo que te dije?
-J: Es que Diego, no me gustaría hacerte formar parte de esta tormenta, ni mucho menos hacerte sufrir.
-Diego: Una oportunidad contigo podría ser fatal, lo sé. Pero también podría ser la más grande felicidad de mi vida. Joaco, yo nunca sentí algo así, estaba tan acostumbrado a tener al o a la que quería que ni siquiera tenía tiempo de "sentir". Pero tú eres una persona digna de todo el amor del mundo, incluyéndome -le dice haciéndolos detenerse uno frente al otro-.
-J: No dudo de lo que tú sientes por mí, me los has demostrado tendiéndole tanta paciencia al amor que me das, pero yo sigo muy enamorado de Emilio y eso por ahora no creo que vaya a cambiar...
-Diego: ¿No crees que vaya a cambiar? Asi que ni siquiera puedes asegurarme lo que dices, Joaco -sonrío- Escucha, permíteme tomar el riesgo, yo sé que puedo enamorarte -continuó diciendo tomándolo de las manos-.
-J: No lo sé... -dice cabizbajo a lo que Diego le respondió levantándole la carita delicadamente con las yemas de sus dedos-.
-Diego: No te pido que seas mi novio ahora mismo, pero déjame pretenderte, de verdad quiero hacer las cosas bien contigo -insistió con los ojitos cristalizados-.
-J: Esta bien, vamos a darnos la oportunidad de conocernos más -le sonrió-.
-Diego: ¿De verdad? -responde emocionado y al mismo tiempo levantandolo de la cintura a lo que el pequeño le respondió con una sonrisa que enamoraría a cualquiera-.
-J: Si, Diego -sonrío seguro-. Bueno, hemos llegado y tengo que entrar a casa.
-Diego: Esta bien, entiendo. Descansa pequeño... -le dice sonrojado-.
-J: Descansa, Diego -responde aún más apenado dándose la vuelta para entrar a casa-.
-Diego: ¡Oye! -gritó haciendo voltear al pequeño nuevamente hacia él- prometo que no te vas a arrepentir -sonrío contento y seguro-.

Pasaron los días y las cosas mejoraban por separado para ambos chicos. Cada uno con sus respectivas "parejas" no hacían más que seguirse conociendo y pasarla bien para tratar de superarse el uno al otro. Joaquín se encontraba en la sala de su casa viendo una serie con Diego de visita como se estaba volviendo costumbre, ya qué el pequeño prefería que Emilio aún no supiera nada para evitarse problemas o presiones.

-Diego: Joaquín, ven...
-J: Aquí estoy bien, Diego, gracias.
-Diego: Solo quiero tenerte recostado en mi pecho para ver la serie más cómodos, no te pido más...por favor

Joaquín sabía que lo que Diego le pedía no estaba mal, era prácticamente su "quedante" y tenía que empezar a confiarle un poco más, por lo que decidió acercarse y recargarse en él abrazandolo del abdomen.

-Diego: ¿Estás cómodo?
-J: Claro, eres muy cómodo -dice tartamudo y sonrojado-.
-Diego: Así es como realmente se disfruta una serie -dice sonriendo contento y levantando una mano para masajear el cabello del pequeño-.

Así fue como disfrutaron la tarde-noche los pequeños Valdoni, hasta que dieron las 10 p.m, hora máxima que las mamás de ambos les permitían estar juntos.

-Diego: Ya son las 12... -dice desganado-.
-J: Lo sé, pero no te preocupes, sabes que mañana puedes venir otra vez -le sonríe sonrojado-.
-Diego: ¿Y si mañana vamos al cine o hacemos algo diferente? -sugirió alegre-.
-J: Diego, no... ya lo hemos hablado, por favor no empieces a presionarme -responde cabizbajo-.
-D: No te preocupes pequeño, prometí que sería paciente pero no me tomes a mal a la propuesta, no es para presionarte, sino para presumirte ante todo el mundo
-contestó con una coqueta sonrisa-.

Diego se despidió de la Familia Gress y después ambos fueron con dirección a la puerta principal para que Diego pudiera irse a su casa.

-J: Descansa, por favor maneja con mucho cuidado. -dice el pequeño dejándose ir a su brazos-.
-Diego: Tranquilo, así lo haré. Tú también descansa, te amo demasiado.

Ambos sonrieron tontamente y después Diego salió de la casa, Joaquín cerró la puerta y recargó su espalda en ella entrando en miles de pensamientos.

*NARRA JOAQUÍN*
¡Cielos, este hombre es hermoso! Apenas hace unos días opté por darnos una oportunidad para conocernos más y la verdad es que me hace sentir increíble. No he podido dejar de pensar en Emilio, pero él se ve bien y quizás Diego tiene razón, yo ya debería de pensar más en mí. Darle la oportunidad de poder hacer cosas más allá de estar solo encerrados en mi sala. ¡No piensen mal! Me refiero a ir al cine, a cenar, a caminar, a patinar y sobre todo a darle el SÍ.
*FIN DE NARRACIÓN*

Los días seguían pasando volando como si fuesen minutos. Era la mañana del 14 de Junio, alrededor de las 10:30 a.m.
Emilio se encontraba en su habitación haciendo un poco de ejercicio como de costumbre. Cuando se sintió un poco cansado tomó asiento y también su celular para llamarle a Gael.

*LLAMADA TELEFÓNICA*
-E: Buenos días, guapo ¿cómo amaneciste?
-Gael: Extrañandote desde temprano, pero bien, ¡gracias! ¿Y tú?
-E: También te extraño mucho, flaco. ¿Te parece si hoy vamos al cine?
-Gael: Va, me encantaría
-E: Bien, entonces pasó por tí a las 8:00 de la noche, ¿no hay problema?
-Gael: Sabes que no guapo, para tí siempre tengo tiempo.
-E: Por eso me encantas! Te veo en la noche, me iré a bañar, seguimos por texto.
-Gael: Como digas, cuídate, te quiero muchísimo.
-E: Y yo a tí.
*FIN DE LA LLAMADA TELEFÓNICA*

Emilio y Joaquín pasaron algunas horas en grabaciones y así fue como pasó todo el día. Se dirigían la palabra pero muy poco y súper indiferentes uno al otro.
Pareciera que el amor por parte de ambos se estaba apagando aunque por las noches no podían negar que a veces se pensaban y sobretodo se extrañaban.
La hora acordada entre Emilio y Gael había llegado, así que el castaño se estacionó fuera de casa del atractivo chavo con el que salía y comenzó a ver como este rápidamente se acercaba al auto para llegar a él.

-Gael: ¿Cómo te fué, amor? -preguntó subiendo al auto mientras plantaba un cálido beso en los labios del castaño-.
-E: Bien, gracias. Solo que me siento más seguro cuando te veo detrás de las cámaras viéndome.
-Gael: Lo sé, pero hoy no pude ir. Además, yo confío ciegamente en tí, tú también deberías confiar en tí mismo -sonrío- bueno, ¿nos vamos? -terminó por preguntar a lo que el castaño asintió encendiendo el auto.

Emilio y Joaquín - El corazón nunca se equivoca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora