Fugaz XLI - El Otoño (Parte I)

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En mi corazón era invierno cuando la conocí

paseaba por los pasillos como si fueran suyos a

pasos decididos, sin abrigo, sin tropiezos y su

mundo se cruzó con el mío por un tercero.

En su vida no existían las estaciones... sus

ventanas no estaban abiertas para mí y lo sabía... la

primera vez que caí ante ella, reía con la sonrisa

más bonita del mundo, como si supiera que

enamoraba con gestos simples y desde ese

momento mis latidos tenían motivos y me vi

gritando para mis adentros su nombre y supe que la

quería y en agosto le llamé Otoño.


Pasé tiempo junto a ella y quise vivir tantas cosas a

su lado, sus primeras miradas del día, sus besos por

las noches, sus manos en mi pelo, sus monólogos

dormida y así sembrar caricias para el futuro.

Quería abrazarla, decirle que mis brazos esperaban

su llamado, mantenerla cerca para amarla, cuidarla

de las penumbras de la mente, ser amiga, amante y

confidente, ser valiente por las dos cuando le

sangraran las rodillas y las manos. Ganar al perder

batallas entre sus piernas... y escuchar en su voz

mi nombre.


Quería decirle que con ella todo tenía más sentido,

que en su pecho había encontrado refugio, que se

había convertido en el cielo de todos mis futuros,

que era parte de todos mis desvelos y la miraba

hasta dormida. Que la soñé sentada en el sillón con

sus ojos clavados en mí jugando a ser fuego y yo

no hice más que ser viento por ella. Quería que su

corazón fuera tan mío como el mío ya era suyo.

Confieso que ya no le temía a la tristeza si venía de

sus labios.


Le vi reír mil veces, jugar, ser feliz, luchar por lo

que creía y alcanzar una meta más, también la vi

callarse todo lo que le hacia daño. Estudié sus

gestos, su manera de hacer las cosas, sus sueños.

Me di cuenta que entre más la conocía, menos

podía resistirme a ella.


Y existían esos momentos donde soñaba lo que no

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