█▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀█ 003: ─────── SUNSET 🕸. PETER PARKER █▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄█
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N/A: la canción de arriba me ayudó mucho a escribir este relato, pueden escucharla si gustan.
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En donde Peter deja plantada a Max, y él la obliga a escuchar su explicación.
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El corto cabello de la muchacha venía flotando en el aire, junto con el muy molesto rostro y un vestido azul marino revoloteando por la brisa de Queens.
Estaba furiosa. Más que eso. En su mente se repetían las mismas palabras que ese hermoso chico le dijo cuando la invitó a salir por tercera vez, prometiéndole que esta vez no habría ningún «inconveniente» que pudiera evitar que llegara a su cita. Grave error, Parker jamás cumplía las promesas que hacía y aquello Max lo había descubierto apenas, cosa por la que estaba muy enojada.
Ella tenía muy mala experiencia con las promesas rotas y de veras que las mentiras eran de lo peor para ella. Fue por ello que, al entrar a su casa no fue para darles ni la mirada a sus madres, quienes parecían tener una buena noche viendo una película, como todos los viernes por la tarde. Maxine tenía grandes planes de pasar el día con su novio, del cual estaba demasiado enamorada para ser verdad, pero no se sentía bien ya. Se sentía insegura, pensaba que estaba ocultándole algo grave y eso la mantenía despierta por las noches.
Suspiró pesadamente cuando entró a su habitación. Eran las 19:45, justo la hora en la que deberían estar tomando una malteada o tal vez en el cine viendo una película estúpidamente romántica, las cuales Max detestaba, pero podría ser una gran excusa para tomar su mano o besarlo.
Desde antes de los cinco misteriosos años que desaparecieron eran novios, tenían tres meses saliendo antes de ese acontecimiento y otros dos cuando volvieron. Pero, ella sentía que llevaba toda una vida con ese extraordinario chico.
Pero quería gritar groserías en ese momento, pero no lo hizo porque respetaba su casa y a sus madres.
Se acercó hacia su balcón, para abrir las puertas y dejar que el aire entrara a su alcoba. El atardecer se veía más que hermoso, anaranjado con azul y un toque rojizo, incluso rosado. Amaba los atardeceres, pero no podía disfrutarlo con ese sentimiento de insuficiencia que tenía encima.
