La noche del baile 3.0

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Narra May

-¡Pero que guapa va mi pequeña a su baile de Navidad!- dice mi madre cuando me ve bajar por las escaleras de casa. Yo ruedo los ojos, sonriente.
¿Puedo querer más a esta mujer? Yo creo que no.

-Gracias, mamá- digo cuando llego a su lado para darle un beso en a mejilla
-Espera, déjame hacerte una foto- dice sacando su teléfono, eufórica por el hecho de que su hija vaya a un baile.

Porque nunca he ido a ninguno. Quiero decir, todos bailando, en un gimnasio, donde huele a humanidad y siempre hay tontos escenarios donde hay un DJ que toca siempre la misma música. Y donde, como no tengas cuidado, te encuentras a decenas de parejas escondidas por el instituto haciendo yo que sé qué. Bueno, si lo sé, por eso, sería ideal no encontrarse con ninguna.

-¡May, cariño! Hay un monstruo en mi pantalla- yo dejo de sonreír para la foto y me acerco a ella.
-¿Qué dices, mamá? ¿Un monstruo?- cuando estoy a su lado y veo la pantalla del teléfono, no puedo evitar soltar una carcajada, cual burro rebuznando. Mi madre es un poco payasa.
-Mamá, tienes puesta la cámara interior- contesto, mientras aprieto el botón para cambiar la cámara y poner la exterior.
-Ya decía yo que me parecía familiar- contesta guiñándome un ojo, divertida.
Yo vuelvo a mi sitio, sonriendo, para la foto. El flash me ciega y pestañeo repetidas veces.
-¿Qué tal salgo?- me acerco.
-Como toda una princesa- yo hago una falsa arcada, ganándome un golpe de mi madre.
-No hagas eso, es un sonido muy feo- sonrío, negando con la cabeza.
-¡David, lleva a tu hermana al instituto!- mi hermano, baja por las escaleras, con una postura arrogante.
-¿Y qué gano a cambio?- pregunta, mirándome divertido.
-¡Convivir con una hermana muy feliz!- contesto con los brazos abiertos. Él me mira, después a mi madre.
-Si, bueno... Creo que paso- contesta volviendo a subir por las escaleras.
-¡Arg! Está bien, mañana haré tortitas- contesto.
En ese momento, mi hermano baja corriendo las escaleras y me a de la puerta, inclinándose ligeramente.
-Las damas primero- yo abro la boca indignada.
-¿Cómo puedes ser tan interesado?- contestó pasando por la puerta.
-¿Olvidas que soy tu hermano?-
-Cierto-

-¡Adiós, mamá!- grito.
-¡Disfruta de la noche, May!- contesta de vuelta.
Eso espero, ojalá no me tenga que arrepentir.

-Antes de ir al instituto, tengo que poner gasolina- yo asiento, poniéndome el cinturón de seguridad.
-¿Qué tal llevas la carrera?- pregunto, cuando arranca el coche.
-¿Quieres que te cuente lo interesante o lo aburrido?- yo frunzo el ceño.
-¿Y por qué no todo?- él me mira con ternura.
-Cuanto te queda por aprender, Emma Roberts- yo ruedo los ojos, cansada.

Mi hermano, desde siempre, me llama por los nombres de diferentes actrices pelirrojas. Solo en los asuntos más serios me llama por mi nombre. No podía ser como el resto de hermanos, y llamarme enana u otras cosas. Pero cada día me llama de una forma distinta.
Ayer estuvo llamándome todo el día chica sheeran, por Ed Sheeran. ¿Por qué tiene que ser tan ingenioso? Nótese la ironía.

-No ignores la pregunta- contesto, subiendo el volumen de la radio.
-Si te refieres a como me va en los estudios, me va bien. Ya lo sabes. Informática no es que me resulte una carrera demasiado difícil. Pero si te refieres a lo otro...- lo miro curiosa, ¿qué otro?
-¿A qué te refieres?-
-Nunca me lo he pasado mejor, olvida el primer año de carrera, el que vale la pena es el segundo. Más fiestas, más alcohol, conoces más gente...- abro los ojos, mucho, casi noto que se me salen de las orbitas y lo miro risueña.
-¿¡ME ESTÁS DICIENDO LO QUE CREO QUE ME ESTÁS DICIENDO!?- grito en el coche, mientras doy saltos en el asiento.
-No, por favor May, ya sabes mi regla- dice con una expresión de asco.
-'Nada de enamorarse hasta los 30'- contesto, aburrida de escuchárselo decir, cuando él estaba en el instituto.
-Exacto. Deberías aplicarlo tú también. Hay demasiadas cosas que hacer antes de encontrar a la persona con la que vas a pasar el resto de tu vida- el coche para, ya hemos llegado a la gasolinera.
-Mi intención era casarme a los 25- contesto como si fuera lo más obvio del mundo.
Mi hermano me mira horrorizado, con expresión de terror.
-¡Estás loca! ¡Y ahora me dirás que quieres tener hijos a los 30!- yo niego rápidamente.
-¡Por supuesto que no!- mi hermano suspira aliviado.
-En realidad a los 26- mi hermano, me mira atónito.
-Necesito salir de este coche impregnado de arcoiris, rosas, y unicornios y pensamientos amorosos- yo no puedo evitar soltar una carcajada, desde fuera me guiña un ojo, bromeando.

¡Vaya Lío De Clichés!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora