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Era difícil explicar qué fue lo que lo despertó. Incluso más tarde, al tratar de poner en palabras su experiencia, a Jimin le resultó imposible. Un minuto estaba profundamente dormido, y al siguiente estaba completamente despierto, jadeando, sentado en la cama cubierto con un sudor frio. ¿Qué sucedió? Sintió que se ahogaba y que lo estaban comprimiendo al mismo tiempo. Cuando intentó volverse a dormir le resultó imposible. La abrumadora sensación de miedo no cedía; necesitaba levantarse o algo terrible iba a pasar. Así que, aunque no tenía ningún sentido, rodó fuera de la cama y fue al baño. Mirando al reflejo de sus ojos marrones en el espejo, se dio cuenta que quizá era su propia vida la que lo había despertado a las tres de la mañana. Últimamente le parecía que un hoyo se había abierto a sus pies y no lo dejaba escapar. Nada estaba saliendo como él quería, y sin poder ver el final del túnel, le parecía lógico que el pánico en su subconsciente lo atacara durante la noche mientras dormía, ya que durante el día lo mantenía escondido, controlado. Pero incluso diciéndose que su temor era lógico, no lo pudo sacudir. Quizás si saliera a caminar se sentiría mejor; su departamento de una sola habitación lo hacía sentir claustrofóbico. Tenía que salir.

Después de ponerse unos jeans, un sweater pesado de lana y botas para caminar, Park Jimin, de veintiséis años, se encaminó desde su casa de ladrillo hacia el parque. Fue un proceso lento, hacia más frio de lo que pensó, pero el estar fuera le ayudó a aclarar sus ideas. Se sintió más tranquilo, más estable y centrado... hasta que escuchó el gruñido. Al doblar la esquina se dio cuenta que había girado a la izquierda en lugar de a la derecha. Tenía la intención de tomar el camino sobre el puente peatonal, pero terminó pasando por debajo en su lugar, encontrándose a la entrada de un pequeño túnel. Desde donde se encontraba, podía ver que la luna marcaba un sendero en el otro extremo, podía ver los árboles estériles y la verja de hierro forjado, pero entre él y todo lo demás, se encontraba la obscuridad total del tenebroso y espeluznante túnel. Y algo cerca estaba gruñendo.

Le tomó solo un segundo el decidirse en revertir su curso y regresar, pero en un latido, sintió algo resonar dentro de él. Era el pulso de nuevo, el mismo latido, una presión que lo empujaba como una onda sónica, como si algo o alguien le estuviera llamando. Jimin nunca había sentido algo parecido, y le costó trabajo el procesarlo, el categorizarlo. No había dolor, sólo la sensación de caer, como la primera bajada en una montaña rusa. Tembló fuertemente, decidiendo rápidamente que nada le impediría seguir adelante. La atracción era demasiado poderosa como para ignorarla. Tenía que descubrir aquello que sea que lo había despertado, porque tal vez si lo encontraba, lograría deshacerse de la sensación de vacío en la boca del estómago. Ojalá.

A medida que Jimin se adentró en el obscuro túnel, se sintió estúpido por haber siquiera dudado. El gruñido obviamente había sido sólo el aullar del viento. No era una mujer que tuviera que preocuparse por ser atacada, y con su metro ochenta de estatura, cubierto de músculos, no había una gran cantidad de hombres que pudieran hacerle daño sin un arma de algún tipo. En realidad, su única preocupación del momento era encontrar empleo. El haber buscado un trabajo durante las últimas dos semanas, lo tenía exhausto. Él no tenía por qué estar fuera de su cama a las tres de la mañana en búsqueda de qué... ¿qué lo había atraído como el canto de una sirena? Era una locura, y sin embargo siguió adelante en la obscuridad total del túnel hacia el otro lado.

Cuando salió, justo al doblar la esquina, los vio. Había cuatro perros en total, tres de pie y uno en el suelo. Los tres atacantes se turnaban mordiendo y arañando la figura tumbada. Los gruñidos eran fuertes y el ataque salvaje, si el perro no se defendía pronto estaría muerto. Un sentimiento de alivio lo invadió, y supo, más allá de cualquier pensamiento lógico, que él había llegado ahí para salvar al perro. Gritó, y hubo un instante de silencio, únicamente roto por el gemido del viento.

PERRO GUARDIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora