III

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Jimin tomó a su perro y salió del evento tan pronto como el botín... las bolsas de regalo... fueron entregadas. Dejándole a los secuaces de Dean la labor de limpieza, manejó directamente a la licorería. Se sorprendió de que el dueño no le dijera nada sobre Vante, en lugar de eso le dio una palmadita al perro en la cabeza pasando sobre el mostrador. Era divertido ver cómo la gente o se aterraba o se sentía atraída hacia Vante. La Sra. Everett no pudo apartar sus manos del perro, e incluso Colton había sido atraído. Con Taylor, la reacción de sus amigos fue unánime, todos pensaban que Vante era asombroso. El problema era que su interés en él se convertía en darle comida de sus platos, de llenarle su plato con cerveza y en el caso de la amiga de Jimin, Kara, de trenzarle a la aterradora bestia una guirnalda de moños. Todos decían que parecía una criatura mítica con los moños atados alrededor de su cuello.

―Pareces un idiota, ― le aseguró Jimin mientras se sentaba en la terraza de atrás con sus piernas extendidas en la barandilla delante de él.―Sólo te engañan para que no te sientas como un idiota.―

La mirada que recibió sugería un comentario del tipo de "la sartén le dijo a la olla" Era curioso como en el transcurso de un día Jimin había comenzado a pensar por su perro. Había un nombre para eso, el darle a los animales pensamientos y emociones humanas, pero luego de muchos caballitos de Cuervo con Corona, no había manera de obtenerlo de su archivo mental.

Era sábado por la noche, así que a las once había casa llena. Había gente llenando las terrazas y en los patios delantero y trasero desparramándose por todos lados, en todos los cuartos, especialmente en la sala donde se encontraba la música. Jimin estaba bailando y, aunque generalmente era más inhibido y dejaba sus movimientos más provocativos para la privacidad de su casa, como estaba borracho y sintiéndose bien, se dejó llevar. Su cuerpo se movía como si fuera líquido, y muchos de los hombres y mujeres lo notaron. Finalmente, cuando no pudo tolerarlo más, Taylor Gossett lo arrancó de la pista de baile, lo arrastró a través de la multitud hacia la cocina y lo apresó contra la pared junto a la puerta trasera.

― ¿Qué demonios estás haciendo?― Exigió Taylor.

― ¿A qué te refieres?―

Él introdujo su rodilla entre los muslos de Jimin.

―Si lo que buscas es hacer el amor, yo puedo satisfacerte en ese caso, mi amigo.―

Jimin sonrió socarronamente, mirándole con los ojos entrecerrados.

― ¿Lo dices en serio?―

―No tienes idea de cómo te ves; nunca lo has sabido―. Taylor asintió lentamente.

― ¿Y cómo me veo?― Jimin bromeó, con una ceja arqueada de manera provocativa.

Los ojos de Taylor se fijaron en los de Jimin. ―Eres el hombre más caliente aquí, Jimin, y tú ni si quiera te das cuenta.―

Jimin dio un profundo suspiro antes de extender sus manos sobre el pecho de Taylor.

―Enséñame.―

―Maldita sea, ―

Taylor respiró, su mano subiendo por el cuello de Jimin.

―Tienes este increíble cuerpo y tu piel es... y esos ojos cafés... mierda, ni siquiera te percatas de los tipos que se tropiezan sólo por tratar de acercarse a ti.―

Todo eso era mentira. Jimin sabía que su ex había sido el hombre hermoso. La complexión de Jimin era como de un nadador, con largos y sinuosos músculos. Él no era perfecto como lo era Tiernan; tenía defectos.

―Está bien, ― le dijo de manera condescendiente.

―Jimin, ― Explotó Taylor, ―bebé, eres seriamente ardiente, tan magnífico como para detener el tráfico. El hecho que no lo sepas, que no lo uses... te hace aún más excitante.―

PERRO GUARDIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora