D o c e

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MinHo salió de la habitación sin decir nada, y Tiffany se quedó parada en la puerta observando al chico sonrojado mirando a la nada.    

—¿Qué haces en el suelo?—preguntó la mujer—¿Me he perdido de algo?

Oh, pues, al parecer, su hijo me ha dado un beso.

JiSung sacudió la cabeza y miró a Tiffany con una tímida sonrisa.

—No, no, de nada.  

Minutos más tarde, JiSung bajaba las escaleras junto a Tiffany, quien miraba al peliazul con una ceja alzada. El sonrojo en las mejillas del chico no había desaparecido, y sus piernas parecían gelatina cada vez que daba un paso. ¿Qué habría pasado para que JiSung actuase así de un momento a otro?  

No le dio más vueltas al asunto, y se dirigió hasta la cocina siguiendo al peliazul—todavía muy nervioso de ver a alguien en particular—.

Entraron y a JiSung casi se le cae el alma a los pies. Todo lo que había estado pensando minutos antes sobre MinHo, fue borrado de inmediato. Sus teorías de que podría ser gay. De que podría gustarle. De que el beso no había sido un error para el castaño.

Todo eso fue gracias a la imagen frente a él; MinHo, con una sonrisa en los labios, de esas que derretían al peliazul, se encontraba abrazado a una chica un poco más baja que él. Los dos sonreían y no decían nada, era como si se pudieran comunicar por la mente.

La chica y MinHo se separaron al escuchar la puerta de la cocina abriéndose. Entonces, JiSung pudo apreciar mejor a la muchacha.

Delgada, de ojos azules, cabello teñido de gris y piel pálida, pero no demasiado. Interminables piernas adornadas por un pantalón ajustado color blanco, y arriba, una camisa transparente color lila. 

La chica era hermosa. Parecía una de catálogo de revista, de esas que JiSung compraba cuando iba al supermercado. Obviamente, ella sabía como aprovechar su hermosura, porque la camisa no dejaba mucho para imaginar.

Luego, por acto de reflejo, JiSung se miró la ropa. Los pantalones blancos que llevaba no eran los mejores. Su suéter rosa pálido le quedaba grande, haciendo que las mangas fueran más largas que su brazo y viéndose como un chico tierno. Pero a JiSung no le importaba ser tierno. Le importaba la forma en que MinHo lo mirase, y no se comparaba de ninguna manera a la forma que miraba a la chica.

—¡Hola!—saludó la peligris aproximándose al pelinegro—Soy Rose.       

La muchacha empujó el cabello que le molestaba hacia atrás, sacando en cara a JiSung que tenía unas uñas de muerte.

—Un gusto conocerte.

—Yo... soy JiSung—murmuró el chico sin quitar sus ojos de ella—También es un gusto conocerte.

—¿Eres amigo de MinHo?—preguntó Rose, inclinándose a JiSung. La chica era extremadamente alta—. Supongo que te ha hablado de mí.

—De hecho, no.       

JiSung casi quiso sonreír por su respuesta. Se controló.

—¿Eso es en serio, MinHo?—Rose apretó los labios cuando miró al mencionado, y este asintió—Me siento traicionada.      

Tiffany entró a la cocina, sacando a los tres adolescentes de la charla incómoda. Movió sus pies por la habitación y luego de unos segundos, abrió el horno y sacó el pollo con cuidado.

—MinHo tampoco me ha hablado de ti—Rose sonrió—, así que creo que los dos deberíamos sentirnos traicionados.

—Ni siquiera me has contactado, por lo que no puedo conversar contigo y contarte sobre JiSung.

❝Femenine❞『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora