Supuran las heridas

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POV ALBA

Su sedosa lengua mojaba mi yugular arrancándome más de un gemido involuntario. Sus ávidas manos viajaban por mi cuerpo con certeza mientras yo presionaba su nuca hacia mi. Enredé mis dedos entre su pelo azabache y tiré de él provocando que nuestras bocas se juntaran, comenzando de ese modo un beso húmedo que a la morena pareció volverle loca, pues sus ojos de gata se volvieron aun más oscuros si cabe.

Natalia empezó a morder mi mandíbula suavemente, bajando por mi cuello, recorriendo la hilera de mis lunares hasta mi clavícula. Cuando llegó a mis pezones erguidos, los lamió con determinación y bajó sus dedos por mi abdomen hasta llegar a mi entrada. Agarré su largo pelo que cada vez se tornaba más corto. La suavidad de su cara se transformó en una más áspera y peluda, el grosor de sus dedos dentro de mi entrada cada vez era mayor, como si se estuvieran hinflando a pasos agigantados. La cara angelical de Natalia habia desaparecido dando lugar a la de aquel monstruo con el que había compartido 6 años de mi vida. Joan, de nuevo Joan, abusando de mí. Intenté apartarlo sin éxito, lloré desconsolada y grité.

- Alba... Alba cariño.

La mirada preocupada de mi madre fue lo primero que vi al abrir los ojos. Mi respiración entrecortada y mi cara húmeda por las lágrimas me terminaron de espabilar.

- Ya está hija mía... Ya está... Era solo una pesadilla. - Dijo la Rafi mientras me estrechaba con fuerza entre sus brazos.

Una pesadilla... Otra más... La octava desde el día que explotó todo.

Mi hermana y yo seguíamos en casa de Natalia, mi padre había intentando contactar con nosotras en numerosas ocasiones pero ambas lo habíamos ignorado pues no queríamos saber nada más de él.

La prensa llevaba desde aquel día hablando de nuestro "espectáculo de telenovela" tal y como lo habían titulado en las portadas de sus revistas. En aquellos panfletos se podían ver fotos de nosotros subidos en aquel escenario, fotos del final de mi discurso, de la cara de Joan al escucharme y de como abandonaba la sala malhumorado y avergonzado.

Todos especulaban sobre nuestras vidas privadas, sin tener ni idea de nada. Joan, el prestigioso empresario al que habían partido el corazón. Alba Reche, la empresaria de éxito que había ridiculizado a su pareja de toda la vida porque, según ellos, me había acostado con más de un hombre que había dado varias exclusivas falsas a cambio de cuatro perras. Hombres a los que no había visto en mi vida.

Llevaba ocho días encerrada en aquel apartamento, así que aquella mañana me propuse salir a la calle, que me diera el aire, y volver a la dirección de la empresa por la que tanto había luchado.

Mi hermana llevaba desde aquel día ocupándose tanto de sus tareas como de las mías, ayudada por Natalia, quien se estaba dedicando en cuerpo y alma en cuidarme, así que era hora de quitarles aquel peso que sin querer les había otorgado.

- ¿A donde vas tan guapa señorita? - Dijo mi madre desde la cocina al verme salir arreglada de la habitación, pues llevaba 8 días sin quitarme el pijama.

- Al Fashion Mode. - Contesté con una falsa sonrisa.

- Mi amor... Es muy pronto... No hace falt...

-Quiero hacerlo mamá, estoy mejor, de verdad... Necesito distraerme.

- Sigues con las pesadillas Alba... No me vengas con que estás mejor, soy tu madre... A mi no me engañas.

- Necesito salir de casa mamá. - Dije con total sinceridad mientras ella me abrazaba con fuerza y besaba mi flequillo.

Media hora más tarde, bajaba de un cabify justo delante del fashion Mode mientras trataba de acompasar mi acelerada respiración movida por los nervios. 

LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora