Pasión

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Abrí con miedo mientras alzaba el brazo derecho en el que llevaba el jarrón.

Al ver quién estaba detrás de la puerta frené mi acción a centímetros de su cara.

- ¡Joder, Alba! ¿Pero que... ?- Dije llevándome la mano al pecho por el susto.

- ¿Porqué he estado a punto de ser golpeada con un jarrón? - Preguntó extrañada mientras se rascaba la cabeza.

- ¿Qué haces aquí? Son las 5 de la mañana... - demandé espectante.

- Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. - Citó mientras se acercaba a mí con lentitud.

Alcé una ceja mientras una tímida sonrisa se escapaba de mi boca, y ella la freno en seco al lanzarse sobre mis labios sin ningún tipo de miramiento.

Correspondí a su beso con vehemencia mientras tiraba de su mano pegándola a mi cuerpo. Rodeé su cintura con uno de mis brazos y la adentré en mi habitación cerrando la puerta con una leve patada con mi pie izquierdo.

Alba agarró la camiseta ancha que estaba usando de pijama con ambas manos y me dio un empujón empotrándome contra la puerta con fuerza.

Solté un pequeño jadeo por el impacto del golpe y por lo que aquel gesto había provocado en mi entrepierna.  Alba se llevó una mano a la boca mientras habría los ojos como platos y tocó mi cogote con la otra comprobando que no me había hecho daño.

- ¡Perdón! ... Perdón Nat... ¿Estás bien? ¿Te he....hechooo...daaaañooo... ?- Sus frases se fueron ralentizando a medida que acerqué su mano, la cual había agarrado por la muñeca, hacia mi centro para que comprobara lo mojada que estaba por su culpa.

- Estoy perfectamente Albi... ¿No lo ves? - Mordió su labio inferior cuando su dedo índice se hundió entre mis pliegues por encima de mi culotte negro de encaje.

Posteriormente, llevé su dedo mojado por mi humedad hasta mis labios y lo rodeé con mi lengua saboreándome directamente desde su piel. Alba suspiró entrecortadamente sin poder apartar sus ojos sobre lo que estaba haciéndole.

- Mmm Nat... - Susurró mientras rodeaba mi cuello con sus brazos.

Bajé mis manos por sus costados hasta llegar a su culo y la alcé sobre mis caderas apretando sus glúteos con fuerza. Giré sobre mí misma apoyando su espalda contra la pared y dejé un suave beso en la comisura de sus labios para ir bajando poco a poco por su mandíbula, recorriendola con mi boca. Cuando bajé mis besos a su cuello, respiré su olor deleitándome con él. Y es que aquel aroma provocaba que todos mis sentidos se activaran sin poder evitarlo.

El olor de Alba era dulce y salado al mismo tiempo, era adictivo, como una especie de droga, y una vez lo percibías, necesitabas de él cada segundo de tu día.

Mordí su pálido cuello enrojeciéndolo ligeramente, clave mis dientes sobre su yugular sintiendo como mi sed y hambre de ella aumentaba con cada contacto. Alba hundió sus manos sobre mi pelo tirando de él para que mi boca quedara a la altura de la suya y pudiera saborearme tal y como estaba haciendo yo segundos antes en su laringe.

Su lengua atrapó la mía con firmeza enroscándose a ella como una pitón a su presa.

Había ganas, muchísimas, después de esos casi tres meses sin tocarnos ni sentirnos. Había prisa, y ansias de disfrutar de nuestros cuerpos con calma al mismo tiempo. Esa dulce contradicción llamada Alba Reche que era como un huracán que arrasaba con mi cuerpo y mi mente a su paso, como el tsunami de lo imposible, o las llamas de un incendio en pleno agosto.

Sentí mi cuerpo temblar con cada uno de sus besos, y es que nuestras bocas parecían estar hechas la una para la otra, porque encajaban a la perfección. Frené en seco apartándome ligeramente de su cara, y al mirarla a los ojos, un escalofrío recorrió todo mi ser. Aquellos dos luceros color miel brillaban de lujuria con una intensidad que no podría ni sabría explicar nunca. Me perdí durante un largo y tendido rato en aquellas esferas hasta que su mano tirando de mi nuca hacia ella hizo que despertara de mi letargo aún más encendida y cachonda de lo que estaba antes de ese pequeño break.

LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora