Kilómetros de por medio

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- Aquí tiene su café con leche.

- Le había pedido un cortado niña.

- ¿Un cortado? Esto... Ammm... Si bueno... Perdón señorita ahora se lo cambio. - Dije mientras cogía el café con ambas manos.

La caliente taza abrasó mis dedos provocando que soltara aquel vaso de golpe y cayera sobre la mesa salpicando a aquella mujer.

- Perdón... Perdón.... Déjeme que le limpie... - Dije suplicando mientras trataba de limpiar su blusa recibiendo un pequeño manotazo.

- ¡¡¡Rafaela!!! ¿Pero que camarera de pacotilla has contratado? - Gritó enfadada mientras mi madre se acercaba a nosotras sonriendo.

- Perdona a la chiquilla Carmen... Que solo viene a ayudarme un poco con el bar... No trabaja aquí. - Dijo la Rafi mientras se colocaba a mi lado y pasaba su brazo por mi cintura. - Anda cariño, entra al almacén y ves sacando los refrescos de las cajas.

Me alejé furiosa por el mal trato de aquella mujer mientras la escuchaba hablar con mi madre a lo lejos.

- Me sonaba su cara... ¿No es la dueña de la revista esta de moda?  - Preguntó a la Rafi mientras esta lo negaba diciendo que nos dábamos un aire.

Entré en el almacén cerrando la puerta con rabia. Odiaba el trato de aquella mujer, y odiaba que hubiera logrado reconocerme.

Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido con Joan. Dos semanas desde que decidí poner kilómetros de por medio. 
Catorce días desde que me fui a Elche con mi madre, dejando a Marina y a Natalia a cargo de mi trabajo. Me había cortado el pelo considerablemente para evitar ser reconocida, ya que mi relación con Joan seguía ocupando las portadas de muchas revistas.

Tras los últimos acontecimientos, necesitaba respirar, salir de aquella situación que me estaba ahogando poco a poco, y huir de Joan y su verdugo. Mis días en Elche me habían servido para tratar de aceptar lo que me había ocurrido, y me encontraba en el proceso de intentar superarlo. Poco a poco, sin prisas, tenía todo el tiempo del mundo.

Aquella ciudad alicantina había logrado que me enamorara de ella en poco tiempo. Su calor, su playa, su gente... Estaba relajándome al máximo con la ayuda de mi madre, aunque ese día había decidido ayudarla en el bar, y la cosa no había salido como yo quería.

Mi teléfono vibró en el bolsillo del pantalón.

............
Llamada entrante : Natinat ❤️
............

Sonreí tímidamente mientras me encaminaba a la salida del bar.

- Holi - Dije con una voz dulce mientras salía a la calle.

- Hola guapa, se que hablamos anoche pero es que echaba de menos tu voz. - Me dijo mientras yo mordía mi labio reprimiendo una sonrisa.

- Y yo te echo de menos a ti. - Contesté de forma cursi... Eramos puro azúcar.

Natalia llamaba dos veces al día para saber como me encontraba, y hablábamos por mensajes el resto del tiempo. A pesar de llevar tan poco sin ella, tenía unas ganas terribles de verla.

- Y yo cariño... Qué tal va el día?

- He venido al bar con la Rafi... Y la cosa no ha ido muy bien. - Confesé algo desilusionada.

- ¿Y eso? ¿Qué ha pasado? - Me preguntó preocupada.

- Bueno... Le he dado moscatel a un niño que había pedido mosto, he roto 2 vasos y le he tirado un café hirviendo encima a una señora... Vamos que estoy cargándome el negocio de años de mi madre en una sola mañana. - Escuché la risa de Natalia de fondo por lo que bufé molesta.

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