El punto sobre la i

8.4K 367 51
                                    

POV NATALIA

Abrí la puerta de casa con sumo cuidado y me acerqué a mi habitación con los zapatos en la mano para evitar hacer ruido. Al entrar, me quedé embobada durante más tiempo de lo debido viendo a aquel ángel durmiendo en mi cama.  Su pelo rubio corto estaba completamente alborotado, su respiración era serena y regular, y ella estaba hecha un ovillo en un lado de la cama. ¿Cómo un ser tan diminuto podía tener un corazón tan grande?

Miré el reloj, las 6:15 de la mañana, en menos de dos horas comenzaba mi jornada de trabajo, y todavía no había dormido nada.

Había pasado una semana desde el accidente de Miki. Una semana en la que había permanecido a su lado en todo momento. Mi amigo aún no había despertado, y los médicos no nos habían asegurado que lo fuera a hacer algún día, pero temía que los que le hicieron eso volvieran al hospital para acabar definitivamente con él. Así que permanecía allí, vigilándolo todo el tiempo que me era posible para evitar que se quedara solo cuando su hermano o sus padres se iban a casa. Llevaba una semana durmiendo 2 horas al día como máximo, y mi cuerpo estaba comenzando a notar aquel desgaste físico.

Me tumbé en la cama con cuidado y cuando Alba sintió mi peso, se deshizo de la bola que había formado con su propio cuerpo y se aferró al mío como si fuera un clavo ardiendo. Colocó su carita en mi cuello y pronto sentí su respiración tranquila en él. Aquello me relajó por completo, y me sacó una leve sonrisa. Cerré los ojos mientras depositaba un pequeño beso en su coronilla y la rodeé con mis brazos mientras su dulce y esquisito olor invadía mis fosas nasales. Acaricié su brazo durante un rato hasta que me quedé profundamente dormida.

POV ALBA

Apagué el despertador con rapidez y giré mi cuerpo hacia la morena quien parecía no haberse enterado de nada ya que dormía plácidamente. Admiré sus facciones completamente embelesada mientras mordía mi labio inferior frenando mis ganas de besarla. Natalia llevaba varios días en los que prácticamente no había descansado, así que no quise despertarla para ir a trabajar aquella mañana. Quería que durmiera lo que su cuerpo le pidiera.

Cogí la ropa que había dejado preparada la noche anterior y me dirigí al baño para darme una ducha y cambiarme. Una hora después Marina y yo entrábamos por la puerta del Fashion Mode para empezar a trabajar. Sin duda alguna iba a ser una mañana muy dura pues tenía reunión con todos los inversores, lo que significaba volver a ver a Joan y a mi padre.

No habíamos mantenido ningún tipo de contacto con Fernando desde que mi hermana y yo abandonamos su casa, así que ambas estábamos de los nervios.

Entré en mi despacho y encendí el ordenador mientras preparaba mentalmente todos los puntos a tratar en la reunión. De pronto, alguien llamó a la puerta y entró sin esperar a que yo le permitiera el paso.

- Joan. - Dije mientras una mueca de desagrado se instauraba en mi cara.

Él se acercó a mí sin decir nada y apoyó sus manos a la mesa de cristal mientras aproximaba su cara a la mía lo máximo posible. Me recosté sobre la silla alejándome de su cuerpo.

- ¿No me vas a dar ni un beso? - Preguntó con media sonrisa en la cara mientras me miraba fijamente.

- ¿Qué quieres Joan? La reunión no empieza hasta dentro de media hora. - Contesté resignada.

- Pasaba a ver a mi chica, ¿No puedo?

- No soy tu chica. - Espeté con dureza.

Se sentó encima de la mesa acomodándose mientras acercaba su mano a mi cara y la acariciaba con falso cuidado.

Le dí un manotazo y soltó un quejido apartándola rápidamente.

- Desde que te tiras a esa tía estás de un amargado. - Se quejó.

LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora