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Persona A: Venezuela.
Persona B: Argentina.

Osi.







La noche seguía su curso sin ningún incoveniente. Las horas pasaban y las calles se iban silenciando de poco en poco a medida que las personas iban cerrando sus ojos y se dignaban a dormir.

Lo mismo sucedía con Argentina y Venezuela.

Ambos latinos se hallaban en casa del de orbes claros y, como podría esperarse, habrían pasado el día juntos, y cómo no la noche.

El de estrellas en el rostro en forma de pecas se hallaba algo adormilado, y el de orbes claros lo había descubierto abrazando una de sus almohadas.

Al preguntarle el por qué de esto, lo único que recibió como respuesta por parte del moreno fue un “Es que huele a ti”.

-Che... pero si me tenés al lado- Mascullaría el argentino por lo bajo. -Abrazame a mi y no a la almohada-

El venezolano no le haría caso, quedándose dormido en cuestión de segundos mientras abrazaba aquella almohada.

Argentina entornaría los ojos y sonreiría de lado, riendo por lo bajo y más para si mismo, esto mientras se acurrucaba y acomodaba junto al de pecas y se preparaba para dormir junto a su amado, dejándole un dulce beso en la frente y susurrando un “Buenas noches boludito~”.

A la mañana siguiente, el argentino se habría levantado mucho antes que el venezolano, esto sin saber el por qué y sin lograr quedarse dormido.

Se habría acomodado de mil maneras y habría intentado todos los trucos que conocía para poder conciliar el sueño, nada, no lo lograba. Se hallaba despierto y despierto se quedaría.

A su lado yacía el venezolano. Este se encontraba profundamente dormido, con los labios levemente abiertos y el cabello despeinado, sumándole a ello una expresión de completa relajación en su rostro.

El argentino no podría evitar sentirse enternecido ante aquella imagen que el de pecas le otorgaba.

Simplemente le causaba ternura verlo de aquella manera, y esto le hacía sentir una especie de calidez agradable y linda en el pecho.

Amor, no dudaba en que eso era lo que sentía... Amor...

Ya habría pasado un buen rato desde que se había despertado, y casi la misma cantidad de tiempo desde que se hallaba observando (y casi admirando) con dulzura y amor al venezolano.

Una de sus manos se desplazaría al cabello del de pecas, enredándose en el mismo, comenzando a jugar con algunos mechones del mismo a medida que le acariciaba dulcemente.

Esto habría despertado levemente al venezolano, quien frunciría el ceño ante aquello y se acomodaría en su sitio. -Arge por qué me despertaste...- Murmuraría casi de mala gana y aún sin abrir los ojos. Ya había olvidado lo “amable” que era el venezolano si alguien más lo despertaba.

-Lo siento, no quise despertarte- Le diría en voz baja y en tono dulce, aún sobándole el cabello y dejándole un beso tierno en la frente. -Buenos días boludito~-

El de pecas abriría los ojos y observaría al argentino, luego los cerraría de nuevo y se acurrucaría a su lado finalmente soltando la dichosa almohada. -¿Qué tanto me veías? Te juro que podía sentir tu mirada mientras dormía-

Esto haría reir al de orbes claros y se encogería de hombros, abrazando con dulzura al contrario y comenzando a darle algo de cariño. -Es que eres hermoso- Diría sin más, con una sonrisa en su rostro y en tono dulce. -No lo sé, te veías muy lindo y no pude evitarlo-

Esto haría que el de pecas sintiera sus mejillas arder levemente y quizá hasta enrojecer.

-Es muy temprano para que andes con tus mariqueras...- Mascullaría el venezolano, algo avergonzado y aún más dormido que despierto, apartándose levemente del argentino e intentando volver a enrrollarse entre las sábanas de la cama.

El argentino soltaría una carcajada, tratando de desarropar al contrario, tomándolo por las mejillas y acercándose a su rostro. -Callate y besame, boludo~-





Osi, parte de esto es lo que está en la descripción. (?)

Un corto algo corto pero con mariqueras bien bonitas osi.

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