Capitulo 10: La liberación

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Narra Leo

Cuando levante la moneda, los ojos de Yareni se volvieron azules de nuevo, las olas se volvieron más suaves haciendo que estas chocaran conmigo y Zubieta, quien tenía su mano llena de sangre, ambos nos pusimos nerviosos al ver que ella se acercó a nosotros poco a poco, Zubieta me traía para atrás pero no me podía mover muy bien, el dolor se hizo muy fuerte, era soportable pero el lugar donde me había dado no permitía moverme

- Leo intenta moverte-

- No ella tiene que acercarse- sentí su respiración agitarse y lo voltee a ver- Confía en mi

Al volver la vista y la vi, se sentó en la arena y extendió su mano hacia mí, le di la moneda y ella la observó, sonrió al darse cuenta de que era la misma moneda que ella tenía en su cuello, la acercó a la suya y esta brilló

- Marileo- dijo Yareni levantándose, dejando ver su cuerpo transparente debido a la luz de la luna

- Yareni- dijo una voz hermosa de un hombre, mi cabeza dio vueltas, Zubieta me agarró intentando hacer que mi cara no quedara en el piso, pero ese momento me hacía querer mantenerme

Voltee para ver a un joven de aspecto maduro, de mentón afilado, ojos grandes color café, piel morena y cabello café ligeramente oscuro caído sobre su cara dejando ver que estaba mojado, Marileo se puso en frente de ella, juntaron las medallas haciendo que Yareni cambiara su hermoso vestido de novia y su velo a un vestido y velo tradicional de los huicholes, Marileo cambio de su traje de pescador a un traje de indígena náhuatl, le limpió las lágrimas y le dio un beso en la cabeza

- Estas aquí

- Nunca te dejaría sola- la abrazó

Volteo para verme y a Salvador, la sonrisa que me dio era igual de hermosa que la de mi madre y a Salvador, quien estaba sujetado por Puma, le mostró una mirada indiferente

- Gracias Leo me diste lo que nadie pudo, mi libertad- Le sonreí- Y tu Salvador con esto demostraste que no tenías ni tendrás el derecho de tener a tus hijos jamás- dijo siendo agarrada por Marileo con delicadeza

-El amor nunca se obtendrán a golpes- dijo Marileo- Tampoco puedes obligar a otros a que digan la verdad y menos con violencia- eso le paso a Tlecu

-Eso me quito a mis hermanos- dice volteando a ver a mis amigos, se quedó quieta al ver a Alebrije y Evaristo, ella sonrió- Matzin

Los alebrijes quienes observaban con asombro agarraron la pócima y se la bebió Evaristo

-Mita- dijo Alebrije tomado la pócima

Ambos comenzaron a brillar y sus cuerpos cambiaron, Alebrije ahora era un joven de unos 16 o 17 años, de cabello castaño rojizo, piel morena, ojos verdes y con ropa huichol, Evaristo ahora era de mi misma edad, 15 años, piel igual a la de Alebrije, cabello castaño claro ondulado, con dos pequeñas trenzas en frente y ojos miel, ropa igual, ambos traían una cinta colorida en la cabeza y miraban un tanto confundidos al ver sus nuevos cuerpos

- Aquetzali, Acóatl- grita Yareni transformándose en una niña que corría hacia sus hermanos

-Amellali- dice Alebrije- Ma mita

-Aquetzali- dice Amellali abrazándolo- Acóatl matzi

-Mita- dice Evaristo

Los tres se acercaron al mar, yo sonreí de repente mi vista se nublo vi mi mano roja, a pesar de que Zubieta estaba detrás de mi caí a la arena, temblaba y lloraba por el dolor.

Vi el sol acercarse me quise levantar, pero no tenía muchas fuerzas, mis amigos se reunieron alrededor de mi me decían algo que ni entendía, volteé a ver al mar, Marileo y Yareni estaban juntos mientras que Alebrije y Evaristo estaban con sus padres

La leyenda de La doncella del Muelle de San BlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora