Los matrimonios concertados entre familias pudientes de sangre pura, nada tenían que ver con el amor u otro tipo de sentimientos. Sus fines siempre fueron concretos; preservar el linaje y hacer alianzas convenientes sobre todo de índole económico. Ambas cosas solo eran posibles si el matrimonio era consumado, así que era vial el aseguramiento de un vástago al poco tiempo de efectuarse el enlace.
Sin importar lo convencional de estos tratos y la frecuencia con la que se realizaban desde tiempos remotos, no eran pocos los jóvenes que se resistían a llevar acaban los convenios. Bien pudieran aceptar enlazar su vida a la de otra persona por medio del conveniente contrato, incluso tomar los votos correspondientes y hacer los hechizos vinculantes, pero de ahí a consentir un acercamiento más profundo, había un mundo de diferencia. Era por ello que los encargados de negociar el matrimonio establecían en el contrato el nacimiento de un heredero en un tiempo determinado y los beneficios y/o sanciones que se tomarían en caso del incumplimiento de esta cláusula.
Los conyugues en su mayoría ignoraban las condiciones en que su contrato matrimonial era negociado, ya que esto se acordaba entre sus padres y en tiempos modernos con la asesoría de los abogados familiares.
El matrimonio de Draco y Astoria no había sido la excepción, se había concertado cuando ambos eran casi unos niños con los parámetros más estrictos sin tomar en cuenta la opinión de los contrayentes. Y aunque para Astoria todo era motivo de maravilla e ilusión haciendo de cada detalle de su enlace algo especial, para el rubio ser arrastrado de tienda en tienda era un verdadero fastidio y molestia. Para Draco era verdaderamente molesto tener que formar parte en algunas cosas que, según su futura esposa, necesitaban su presencia. A él le daba lo mismo si las flores debían ser rosas u orquídeas, si las servilletas debían estar bordadas con hilos de oro o plata, si el diseño de la bajilla debía ser clásico o moderno, a él que diablos le importaban toda esa sarta de estupideces. Lo único que sabía, lo único que tenía claro es que cada día era uno menos al lado de su Hermione.
Trataba en la medida de lo posible que su chica estuviera lo menos enterada de los preparativos de su matrimonio, pero a veces eso era inevitable ya que Agneta había vendido los derechos del enlace de sus hijas a Rita Skeeter y esta estaba haciendo una cobertura detallada del acontecer diario del mismo, y aunque agradecía que su castaña tuviera tan poco interés en las publicaciones de Corazón de Bruja, a veces era inevitable que algún ejemplar callera en sus manos.
-Draco...cariño te estoy hablando- dijo una molesta rubia tratando de llamar su atención.
-Lo siento Astoria, tengo la mente en otro lado ¿Decías?
-Te preguntaba si estás de acuerdo con los centros de mesa con cristales swarovski que te mostré.
- Los que tú elijas están bien, por mí no hay problema.
-Siempre dices lo mismo- dijo molesta- Pareciera que no te interesa en lo más mínimo nuestra boda.
-En eso tienes razón, la verdad es que no me interesa. Todo esto es un mero trámite, un acuerdo que hicieron nuestros padres sin tomar en cuenta nuestra opinión, tan es así que hasta un contrato hay, como si se tratara de cualquier negocio.
-No puedes estar hablando enserio. –exclamó perpleja.
-Por supuesto que hablo enserio. Tú y yo apenas nos conocemos y estamos destinados a pasar el resto de nuestras vidas juntos, soportándonos día tras día hasta que uno de los dos muera ¿Te parece justo? Porque para mí no lo es. -los ojos de la chica se llenaron de lágrimas dolidos de aquellas palabras- Lo único en común entre ambos es nuestro linaje, fuera de eso no hay nada en lo que seamos compatibles. Piénsalo, tenemos gustos e intereses totalmente diferentes.
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Amor, Dolor y Esperanza [Dramione] [Romione] [Harry Potter]
FanfictionRose y Scorpius se aman pero para poder estar juntos deberán revelar el doloroso pasado que sus padres ocultan el cual podría otorgarles la felicidad plena o separarlos para siempre