CAPITULO 29 Un Asombroso Viaje 2

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 Ron posaba sus ojos de un lugar a otro sin poder siquiera cerrar su boca ante el asombro. Carretas repletas con diversas cargas iban y venían por caminos empedrados, personas vestidas con túnicas como las que usaban los magos en sus tarjetas coleccionables de las ranas de chocolate, platicaban alegremente. Había tabernas desde donde podían escucharse estruendosas carcajadas, mientras hombres con vestiduras de metal entraban y salían de ellas.

—¡¿Caballeros?! –exclamó el pelirrojo mientras se embelesaba ante las extraordinarias armaduras con el escudo real, un dragón de oro sobre un fondo rojo.

Y en la parte más alta, se recortaba un castillo con la majestuosidad de Hogwarts, el hogar del rey Arturo Pendragón.

—¿Qué es lo que buscáis en este lugar? Si se me permite preguntar. —inquirió el hombre que los guiaba—. Deben de saber que muy pocos viajeros nos visitan.

—Deseamos hablar con Lady Morgana. —contestó Hermione.

—Eso será un poco complicado, ya que Lady Morgana no se encuentra en Camelot, sino en Ávalon.

—Lo sabemos. –intervino Ron–. Se nos dijo que esta sería la puerta para acceder a Ávalon, aunque creo que nos fue informado mal.

—De ninguna manera. –dijo el hombre–. Sin embargo, debéis entender que Ávalon es la cuna de la magia, al menos en esta parte de Europa. Muchos han venido antes en busca de poder para fines egoístas; debido a eso, los únicos que tienen permitido acceder al santuario son los caballeros de su majestad.

Hermione y Ron se miraron un poco desilusionados, parecía que habían hecho aquel viaje hasta allá para nada.

—¿Existe alguna manera de hacerle llegar un mensaje? –preguntó Hermione, tal vez no podían ir donde ella, pero con suerte y explicándoles su situación, quizá ella podía encontrarse con ellos en Camelot. Aquel hombre sonrió enternecido.

—A la dama del lago no le gusta ser molestada, salvo que sea una cuestión de vida o muerte.

—¡Lo es! –Exclamó la castaña–. Se trata de la vida de un inocente que ni siquiera ha nacido.

—Ya veo —contestó el hombre repasándola con la mirada y deteniéndose unos segundos en su vientre—. Aunque para seros sincero, no sabría deciros si vuestra razón es lo bastante importante para molestarla. Aunque eso no lo decido yo, así que entonces acompañadme. –dijo formalmente quitándose la túnica y dejando su reluciente armadura al descubierto, para luego hacer una respetuosa inclinación— mi nombre es Sir Tristán —les dijo indicándoles el camino.

Lo siguieron por veredas ascendentes hasta las mismas puertas del palacio. A su paso, la gente se volvía a verlos con curiosidad, Ron suponía se debía a su extraño atuendo, en una ciudad tan medieval como aquella, sus ropas muggles desentonaban bastante.

Un par de pesadas puertas se abrieron ante el caballero y se adentraron en una gran sala en penumbras. Su aroma le recordó a Ron su estancia en Grimmauld Place, cuando era la sede de la orden del Fénix, a humedad y magia añejada por un largo periodo. El aire era pesado, como el de una catacumba sin abrir por mucho tiempo.

Aquel hombre se hinco respetuosamente frente a lo que parecía una enorme mesa y murmuro lo que sonaba como un juramento. Un recuerdo perdido emergió de la memoria de Ron, una historia narrada por generaciones, de padres a hijos. Tendría tal vez cuatro o cinco años la última vez que la escuchó, pero su memoria la repitió de forma tan nítida que no le sorprendería descubrir que había sido grabada en ella con alguna especie de hechizo.

Una vez terminado el juramento, aquel caballero se puso de pie y desenvainó su espada. Ron cubrió con su cuerpo a Hermione solo por precaución, una acción que no pasó desapercibida por su anfitrión, quien le dedico una sonrisa complacida y un asentimiento de cabeza antes de depositar amorosamente su espada sobre la mesa.

Amor, Dolor y Esperanza [Dramione] [Romione] [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora