Capítulo 15

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RENÉE


Es extraño, tengo la sensación de estar en un lugar desconocido, uno que solía ser seguro hace mucho tiempo. Llevo seis años corriendo, de mafiosos y moteros, de uno en particular. Mi vista se fija en él, "Dragón", como debo seguir llamándolo a pesar de conocer su nombre hace ya más de un año.

-No esperaba que aparecieras ante la mención de mi nombre- Dragón fue un hombre callado la primera vez que nos vimos, algo extraño y obsesionado con poner sus manos sobre mí, me busco hasta que me encontró y luego solo me abandono. Usada y desechada.

Su cabeza se mueve levemente y sus ojos no se despegan de mí, puedo sentir al resto observarme también, esperando que continúe hablando o analizándome.

-Tenía que comprobarlo con mis propios ojos- Mis dientes rechinaron -Sigues siendo la perra más hermosa...- Hound soltó una exclamación, "perra" su término para llamar a las mujeres, cada vez que me hablaba de esa manera terminábamos discutiendo -¿Qué haces en mi territorio?-

-Esta no es tu puta casa Club- Los puños de Dragón ahora blancos y tensos sobre los apoyabrazos del sillón -Tampoco te debo respeto ni obediencia-

-Rere...- Levanto mi mano hacia Daniela indicándole que se detenga justo ahí.

-Voy a empezar a soltar la mierda ahora, pero -Mis ojos buscando a mi hermana y su rostro crispado observándome fijamente.

-Solo quiero lo mejor para ti-

-¡Y una mierda Alex!- El estruendo de mi grito la hace saltar sobre su asiento e inclinar la cabeza -Sabes lo que estaba haciendo, lo que llevaba tanto tiempo planeando y ahora... Ahora-

-¡Eres una bastarda! Una puta usada y descerebrada, justo como el desgraciado de tu padre- Su aliento apestado de alcohol golpea mi mejilla mientras sus dedos levantan mi barbilla -Has profanado el hermoso cuerpo de tu madre- Su agarre ahora ejerciendo presión sobre mi mandíbula -Pero yo la limpie... Yo, solo yo- Su respiración se volvió errática mientras sus ojos recorren mi cuerpo, mi cuerpo comienza a temblar descontroladamente y su sonrisa en ensancha - Y ahora es tu turno-

Sus manos comenzaron a tocar mi ya desnudo cuerpo, golpeando las heridas aun abiertas, tirando con fuerza mi piel y pellizcando con rabia mis pezones. Podía sentir las lágrimas acumulándose bajo mis parpados, pero me rehúso a dejarlas caer. Cuando se levanta y se posiciona tras de mi comienzo a tironear las cadenas, las cadenas que mantienen mis brazos alzados y mis rodillas contra el suelo. Toda mi vida entrene, me defendí, mate, me protegí y ahora este intento de hombre me tiene aquí, inmovilizada, drogada la mayor parte del tiempo, me golpea junto a sus hombres, me corta, me toca...

El inesperado sentimiento del desgarro en el centro de mis piernas logra que suelte un grito, un grito que no suena para nada como mío, un alarido tan ronco y desesperado... Pero él continúa y las lágrimas descienden por mi rostro, lágrimas de vergüenza.

-Eso es perra, grita, grita mientras limpio tu cuerpo- No le respondo, como de costumbre, me siento vacía, perdida... luego de un tiempo me di cuenta de que bloquearlo me ayudaba, bloquearlo todo.

Mis ojos vagan a través de los barrotes de la celda donde me tenían retenida, cuando unos ojos verdes, rojos y llorosos me observan. Sé que es él, mi hermano pequeño, Adriano, debía tener unos 16 años, no lo veo desde su sexto cumpleaños... pero él a mí si, cada vez que me dejaban sola, sus preciosos ojos se asomaban por el borde de la pared, me observaba en silencio. Nunca había visto lo que en realidad su padre me hacía...

-Amo ver la sangre correr por tus piernas bastarda- Los ojos de Adriano se cerraron de golpe, como si no pudiera soportar seguir observando... Sé que esta a punto de terminar, por lo que cuando Adriano vuelve a abrir sus ojos, tomo las energías que aún me quedan y gesticulo en Italiano... "Corre, antes de que se dé cuenta", Adriano asoma su rostro completo y niega en respuesta, vuelvo a insistir... Sus ojos, aún corren gruesas lágrimas por ellos cuando inclina su cabeza y desaparece.

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