V Cadáver y sombra

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La orquesta tocaba una melodía lenta y encantadora, la luz de las velas resaltaba los exquisitos detalles dorados del salón, que se encontraba concurrido por decenas de personas vistiendo sus ropas más elegantes y finas. Erik se encontraba en el medio de la pista de baile, los rostros de las personas a su alrededor estaban borrosos, parecían manchas aleatorias sobre un lienzo nuevo; nadie se percataba de su presencia. Claramente se trataba de un sueño, y en el mundo de lo onírico todo era posible.

Una joven hermosa se acercó al centro, su vestido era blanco y daba a relucir la clase social privilegiada a la que pertenecía. En seguida alguien se sumó a ella, era Charles, hiso una reverencia y con sutil encanto besó la mano de la mujer frente a él. Ambos comenzaron a bailar y todos aplaudían con delicadeza. Erik era un espectador más, uno invisible, que miraba encantado cada pormenor, regresando su vista siempre a Charles.

El joven de ojos azules no dejaba de sonreír, pero la causa de su alegría no era su pareja de baile, era algo o alguien más. A punto de encontrar la razón de aquella divina sonrisa, la escena se atenuaba con lentitud, Erik comenzaba a ver la sombra inquietante de un hombre, que se escondía detrás de los músicos y luego cruzaba con pesadez la puerta del gran salón.

La falta de lógica en los sueños, obligó a Erik a seguir a la silueta humana hasta una habitación completamente oscura. Al entrar, se hizo un agujero en el techo por donde se veía el cielo cargado de nubes, extrañamente, Charles estaba recostado en el piso; parecía dormir como un niño pequeño. Erik se acercó acariciando la mejilla del ojiazul, para encontrarse que no se trataba de Charles, sino de él mismo, retiró la mano con terror. Su reflejo yacía en el suelo, no se movía ni respiraba, porque no eran acciones que los muertos hicieran.

Despertó de golpe, Erik respiraba como si hubiese corrido un maratón, con letargo se levantó del piso. Fragmentos de su mal sueño rondaban su mente, las imágenes de la misteriosa sombra y su propio cadáver se repetían a propósito, sería algo difícil de olvidar. A pesar de haber tenido una pesadilla, seguramente provocada por sus últimos encuentros paranormales, miró a su alrededor en busca de Charles. Lentamente perdía la cordura, o al menos así se sentía, porque resultaba que se sentía atraído por el fantasma de una persona del siglo dieciocho, con el que mantenía conversaciones amistosas.

— Lamento ser el causante de tus desmayos, te ves cansado y deberías dormir —Charles hablaba escondido entre los libros.

Erik miró la hora en su teléfono, recién serían las diez y media de la noche, únicamente estuvo inconsciente unos minutos. La voz de Charles le traía una extraña mezcla de paz y temor.

— No es tu culpa, estoy bien. — mintió porque en realidad si era su culpa y aun sentía los estragos de la pesadilla — ¿Nos veremos mañana? — el deseo habló por él.

La pregunta no obtuvo respuesta. Erik entendió que debía marcharse, quizás era una señal para dar por terminada su aventura paranormal. No obstante, muy en el fondo sabía que regresaría al otro día, quería explicaciones, conocer más de Charles y quizás, ayudarlo a descansar en paz.




Hola, espero que hayan disfrutado este capítulo y me sería de mucha ayuda saber sus opiniones de la historia.

Gracias.

Más allá de esta vida CHERIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora