Camino acomodando un poco mi corbata, a paso lento porque el cansancio puede mas que yo misma, mi pantalón negro de vestir se ha llenado un poco con el pelo de perro, mi pequeño cachorro toby, mi camisa de vestir manga larga blanca por dentro, y llevo mi chaleco en la mano, voy agotada hacia mi trabajo queriendo que la vida me de una vuelco increíble, tantas cosas que quiero lograr, tanto que quiero hacer y me encuentro encasillada a esta vida monótona.-Cabello- llama mi jefe cuando he llegado.
Me giro y me encuentro con él, una sonrisa impecable e intachable.
-Sanchez- respondo y continuo mi camino hacia la cocina. Veo cocinar algunos, veo ordenar a otros, veo a otros lavar los platos, mi sueño, es ser chef. Pero por algo se empieza.
-Buenas tardes mis chicos- dijo la chef principal -Inicia nuestra jornada- aquello lo decía con una preciosa sonrisa -¡A TRABAJAR!- grito y todos comenzamos a tomar nuestros puestos.
Una, dos y tres meses atendía al mismo tiempo, trabajar en un restaurante de lujo tenia sus ajetreos, pero la paga y las propinas daban bastante que decir. Me ayudaba un poco yo y a mi casa, a mi madre y mi hermana que esperaban con ansias que llegara la hora de poder resguardarme.
Hacia lo que podía ya que mi ayuda era indispensable.
-La cuenta- escucho a un hombre, había ajustado su camisa y quitado su chaqueta de traje, me miraba con una sonrisa mientras sus hijas se tomaban alguna foto con su madre.
-En un momento- le respondí. -La cuenta de la mesa 20- dije tocando el lateral de madera en donde se encontraba Ariana.
-Toma- paso un papel dedicándome una sonrisa al miso tiempo que le entregaba el otro a Harry, un chico de rulos que había entrado a trabajar al mismo tiempo que yo, habíamos creado una buena amistad.
-Señor, aquí tiene- extendi el pequeño forro de cuero rojo con negro, el observo la cuenta, saco algo de dinero y dejo algunos por fuera.
-Tu propina- asintió.
-Gracias, Señor- le dije y camine hacia la caja.
-Atiende la mesa 33- paso por mi lado Rosa, ella venia también de un país latino, un sueño americano que había estado en constante avance de cumplir.
-¿Llena?- pregunte caminando a su lado.
-Full, tengo atendiendo cinco mesas, no doy abasto- sonríe guiñandome y tomamos caminos distintos.
-Buenas noches ¿Puedo tomar su orden?- pregunto, observo a cuatro mujeres formalmente vestidas, una pulcritud envidiable, hablando como si se conocieran de toda la vida.
-Si, claro señorita Cabello- dijo una de cabello castaño oscuro mirando había mi plaquita.
-El menú numero 5, por favor- dice alzando su dedo índice aun mirando el menú en sus manos.
-A mi el 7- dice otra de las mujeres mirando su menú.-Yo quiero el 10, pero sin cilantro- dice mientras las demás ríen -Algunas personas como yo somos alérgicas- dice siguiendo la risa de las demás.
Su risa me causan la mía, eran bastante agradables, dentro de lo que cabe en la palabra, ya que son muy pocas las personas que uno consigue así.
-Y a mi, ma traes el 3- dice una hermosa mujer, sus ojos son color verde, un verde intenso. No estoy diciendo que las otras tres no sean bellas, pero ella tiene ese no se que.