-Buenos días señor Richard- digo cuando hago paso a la librería.-Camila, niña ¿Como estas?- me pregunta mientras deja dos besos en mi mejilla. -Ha llegado una caja de libros ¿Sera que me ayudas a ordenarlo?- pregunta de nuevo antes de yo poder responder la primera. Lo que me causa gracia y asiento.
-Estoy bien ¿y usted?- le respondo mientras abro la caja y me dispongo a ver los ejemplares que habían llegado.
-Mejor que tu no creo- dice el con una sonrisa -Por cierto una mujer bastante elegante- no había terminado de decir cuando mi mirada fue directa a el -Dejo este paquete para ti- extendió un caja.
-Gracias- asenti, las manos me picaban por abrirlo pero prefería mejor ordenar los libros y luego estaría disponible.
-Iré a donde Martha, cuida el local- y con una sonrisa salio del sitio, dejando escuchar el sonido de la campana.
Era la primera vez que ordenaba a toda velocidad los libros, aunque una muy prudente, para no dejar el desorden allí.
Miro las estanterías, miro la caja y miro el mostrador.
-Listo- digo alzando mis manos y camino hacia el lugar del asiento y coloco la cajita delante de mi.
Comienzo a despegar el papel sin dañarlo y me encuentro con un teléfono celular, ultima gama.
"Espero comunicare contigo lo mas pronto posible.
Mi teléfono esta agendado. Preciosa-Lauren"
Aquello estaba escrito con letra cursiva, muy hermosa, casi se me cae la baba cuando veo el hermoso teléfono en mis manos.
Lo enciendo y me encuentro con que ya tiene una linea, y un numero como había dicho agendado.
Suena -Un mensaje-
"Paso por ti, a las 3:00 pm"
No decía nada mas, y aunque lo quisiera con eso bastaba.
La hora pasaba bastante lenta, me di cuenta que el teléfono era precioso, y bastante actual. Podía usarlo y la carga no se acababa tan rápido. Abrí mis redes sociales poco a poco, agregue el teléfono de mi madre. Los demás esperarían un poco.
La hora ansiada llego, el señor Richard también y me despedí.
La camioneta color negro estaba estacionada en la entrada de la librería, camine a paso lento y me dispuse a entrar.
-Que bueno- escuche su voz -Pensé que debía volver a pedirlo- dijo con cierta gracia por la veces anteriores.
Me reí levemente y ella me siguió un poco -Bueno-
-Ya sabes lo que te dije ayer, no ha cambiado nada- se giro a mirarme.
-Si, lo recuerdo- no pude apartar la mirada aunque mi propio ser se sintiera algo asustado.
-Sabes que debes decirme, señora- alzo su ceja con una sonrisa ladeada -Cada vez que te de una orden- el auto estaba e marcha y ella se giro a mirar por la ventana de su lado.
-Esta bien- fue la única respuesta.
-¿Bien que?- toco mi hombro.
-Esta bien, Señora- respondí, y una sonrisa se perfilo en sus labios.