13

23K 1.5K 301
                                    






Lauren


Me retrase, la reunión con las Montero se alargó un poco más de lo previsto, sin embargo solo escuchaba la lejanía de lo que decían esas personas. El trato ya estaba listo, no entiendo su preocupación.

De una u otra forma ellos obtendrán una parte pero al final ese precioso hotel será mío. La imagen de la cuidad al caer la noche es una maravilla, no tanto como Camila. ¡Mierda! Me reprendo mentalmente cuando siento mi sangre calentarse a imaginármela pegada en el cristal de mi oficina con las luces de fondo.

Será algo tonto o fuera de lugar, pero me es agradable observar las luces de la ciudad, me da vida, de la misma forma que una persona puede decir eso de vivir en la montaña. Recuerdo lo que me dijo Camila.

¿Cómo es posible que la mandaran a desalojar? A mi mujer, está bien, este sentido posesivo no lo había sentido con nadie, pero al fin y al cabo será mi mujer.

Suelo un bufido y varias personas dirigen su mirada hacia mí.

-¿Ocurre algo?- pregunta Sergio mientras analiza mi rostro. Niego y realizo un ademan con mi mano para que continúe.

Paso mi mano izquierda por el rostro, aprieto mi mandíbula y tengo en la mente nuevamente a Camila.

Espero lleve una falda como le había pedido, sino igual tendrá problemas, una niña tonta cuando quiere. Puede pedirme lo que desee, y aun ella no entiende eso. ¡La castigare! Asiento ante mi afirmación y creo que eso dio a entender que acepte una propuesta que ni siquiera escuche. Sé que Sergio esta consiente de ella cuando aplaude con una sonrisa burlona en su rostro. Seguro lo pagare caro, pero que más da.

Seguro que esta noche aligera todo este retraso de una junta que quería terminara rápidamente.



-¿No puedes acelerar?- le digo a mi chofer. No quiero pasar mi molestia con él, pero deseo ver con ansias a la chica que me esta quitado el sueño.

Será que si le pido que se case conmigo ¿Lo hará? ¿Qué me hizo? Agito mi cabeza tratando de reprimir lo que siento ¿Cómo mierda hago eso? Si con tan solo verla quiero sentirla, tocarla, besarla. Quiero que mi casa, mi auto, mi puta vida huela a ella.

Estoy loca.

-¿El auto?- pregunto al chofer y el apunta.

Llevo mi mira y asiento, alzo la mano y sabe que es su señal para que vaya a su casa. No tengo dilema y no usare más su servicio, entonces puede disfrutar un rato con su familia.

Salgo del auto y camino hacia el precioso restaurante, lo que no sabe Camila es que hoy hará algo que he deseado que haga. ¡No, no es sexual! Pero seguro causa mucho en mí.

La veo sentada en la mesa que he reservado para nosotras, delante un escenario, estamos en primera fila. El micrófono estable y se escucha una leve canción clásica llenando el espacio. Ella está leyendo un poco hasta que me acerco a su oído y deje un sutil beso.

Escucho un suspiro –Hola, cariño- digo y me siento delante de ella.

Sus mejillas se notan sonrojadas causando que pase mi mano por ella, inclina un poco su cabeza siguiendo mi tacto. La mesa no es muy grande así que yo decido que me acercare un poco para dejar un beso en sus labios.

Señora (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora