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(NARRA PETE)

Acabo de terminar de jugar un partido de futbito, el equipo lo componen dos chicos de otro curso, mis mejores amigos Thada y June y yo. Mientras nos quitamos las camisetas sudadas y sucias por el ejercicio realizado y que valió la pena, ya que ganamos, nos acercamos a la mesa donde están estudiando las otras dos personas que completan el grupo con el que suelo andar, son Sandee, una chica muy divertida, es una más de nosotros. Y un chico muy guapo, no solo mi mejor amigo, también es mi novio, Kao.

Nos acercamos a la mesa y Thada junto con June, como siempre, empiezan a molestar a Sandee. Yo solo quiero que Kao se dé la vuelta y me mire. Mientras me río de sus bromas le echo par de miradas a la espera de que se vuelva a verme. Como no lo hace, extiendo el brazo y me apoyo en la mesa, mi cuerpo inclinado sobre el de Kao para mirar que hace, por fin alza sus ojos y me mira, le sonrío ya más tranquilo tras conseguir lo que quería.

Me enderezo para seguir riendo de las tonterías que están diciendo mientras Kao va girando su cabeza para mirarme disimuladamente, parece que conseguí su atención, por fin. Sonrío de manera más amplia mientras sus ojos, disimuladamente, recorren mi cuerpo.

Cuando todos estamos duchados y con todas las cosas listas, nos dirigimos a mi coche, les voy dejando a cada uno en su casa. Han acabado las clases por hoy y esta noche nos volvemos a ver todos para celebrar mi cumpleaños.



-Kao, vamos primero a mi casa un rato. -Le dije sin mirarle, mientras seguía conduciendo.

-Me parece bien -Le miré extrañado, normalmente se queja, protesta y se hace de rogar un poco, antes de acceder a venir conmigo. Esta docilidad repentina me gusta.

Aparco en la puerta, no voy a guardar el coche, en unas horas saldremos de nuevo. Entramos a mi casa tranquilamente, no hay nadie, estaremos completamente solos por varias horas antes que regrese mi padre. Kao sube las escaleras hasta mi habitación dejándome aún más intrigado. Le sigo, esperando saber qué es lo que pasa.

-Pete, tengo calor ¿puedo darme una ducha?

-Sí, claro. Toma una toalla y algo de ropa. -Algo raro está pasando, su sonrisa y su forma de actuar no es normal. Mientras él va al baño para refrescarse, yo me duché en los vestuarios de la Universidad, simplemente me quito la ropa y me pongo un pantalón corto y suelto, no me voy a poner la camiseta, ya que mi ropa desaparecerá nada más salga Kao del baño, no se me va a escapar.



Mientras espero a que venga juego un rato con el móvil hasta que escucho un ruido y elevo la vista, Kao frente a mí, completamente desnudo con unas cintas largas rojas amarradas a sus muñecas, las gafas de pasta las lleva puestas, dándole un aspecto tímido que desentona con como se presenta ante mí. Me quedé en blanco, mientras le miro siento que ardo bajo su mirada, estoy completamente excitado.

- ¡Feliz Cumpleaños Amor! yo seré tu regalo. -Su sonrisa me promete tanto placer como el que sea capaz de sacar de su cuerpo, me acerco con lentitud, estoy completamente duro. -Estas cintas, son para que me amarres a la cama y hagas conmigo lo que desees, es más, aquí tienes otra cinta por si quieres tapar mis ojos.

Me la da mientras yo le miro alucinando. Es cierto que somos novios de hace tiempo, que mantenemos relaciones sexuales muy seguido, pero siempre soy yo quien le busca, es tímido y nunca toma la iniciativa, hoy no solo la está tomando, me está permitiendo jugar con su cuerpo como yo desee.

-Es el mejor regalo de cumpleaños que he tenido nunca, soy consciente de todo lo que te ha tenido que costar acercarte así y proponer todo esto, pero te juro que valió la pena.

-Ya me doy cuenta, tu entrepierna lo proclama.

Me acerco a Kao y comienzo a besar sus labios, deseaba hacerlo desde hacía ya rato. Mientras profundizo el beso acaricio sus musculosos brazos, bajando con suavidad las manos por ellos, agarré sendas cintas y tiré de ellas acercándonos a mi cama.

Le miro a los ojos mientras sigo acariciando su piel fresca, le quito las gafas y le pongo con suavidad la venda, también roja, una vez así, está completamente a mi merced, le ayudo a acostarse en la cama y ato las cintas al cabezal de la cama para evitar sus movimientos.

Me pongo de pie frente a él, totalmente desnudo, con su piel blanca, sus músculos tensos a la espera de lo que le haré. Sus voluptuosos labios entreabiertos. Es un hombre viril y hermoso, sus pectorales suben y bajan al son de su rápida respiración, los abdominales tensos, la polla dura, las piernas musculosas cerradas.

-Bebé, abre las piernas, por favor.

- ¡Qué!

-Las piernas.

-No, no puedo.

-Sí que puedes, es mi regalo.

-Estoy muriendo de vergüenza, ni siquiera sé que estás haciendo.

-Te estoy mirando, abre las piernas. Por favor, regalo lindo. -Usé mi voz de ruego, siempre me funciona y ahora también, sus piernas poco a poco empiezan a abrirse dejando todo a mi vista. - ¿Te preparaste para mí en el baño?

-Sí.

Ya estaba muy rojo y se mordía el labio. No quise torturarlo más. Me quité el pantalón y comencé a disfrutar de mi mejor regalo de cumpleaños.

Besé esos labios llenos, con ardor, haciendo que se abrieran para mí y pude jugar con su lengua, mientras profanaba su dulce boca, mis manos acariciaban sus brazos estirados, su piel se iba poniendo de gallina, mis labios acariciaron su cuello, con cuidado, mucho cuidado, se queda marcado con mucha facilidad.

Descendí hasta ir a provocar y torturar sus pezones, Kao ya gemía y se estremecía bajo mis atenciones, me gustaba verle así, incapaz de moverse, ni ver lo que estaba haciendo. Solo sintiendo. Mientras bajo por su cuerpo, recorriendo todo sin mucho cuidado, por aquí me daba igual si le dejaba alguna marca.

Mis manos acariciaron sus piernas e hicieron que las separara más para dejarme más espacio, cuando ya estoy cómodamente instalado entre sus piernas, procedí a introducir su dureza en mi boca, deja escapar un grito de sorpresa provocando mi risa. Chupé y devoré como si fuera la más rica de las piruletas su vara dura y húmeda. Mientras más presión y velocidad pongo en mi trabajo, su cuerpo temblaba y se estremecía acercándose al orgasmo.

-Pete ...ahhhhhh...sigue, más duro ...ummmmm...me corro.

Mientras sus caderas se movían contra mi boca llegando hasta la campanilla, dejó salir un grito de satisfacción llenando mi boca de su esencia. No era la primera vez ni sería la última.

Abrí el cajón y saqué el lubricante, me coloqué junto a su cuerpo y mientras le lamía los pezones fui introduciendo un dedo en su calor para prepararle, es cierto que él ya lo había hecho en el baño, así que rápidamente tenía ya los tres en su interior.

Ya seguro de que no le haría daño, me coloco sobre su cuerpo y comencé a insertar mi ardiente miembro en su estrechez, me apretaba a la vez que me engullía provocando mis jadeos. Mientras embestía buscando su punto dulce, le quite la venda, deseaba ver sus ojos llenos de pasión. Me miró sonriendo, muy satisfecho, gemía poniendo música a mis esfuerzos de llegar lo más adentro posible.

Me abracé a él y le devolvía sus ardorosos besos mientras daba más velocidad y profundidad a mis empujones. Sus piernas me rodean acercándome a su cuerpo, sus manos aprietan las cintas que le rodean las muñecas, los dos sudando y gimiendo, nuestros cuerpos entrechocando con más fuerza, mi mano la lleve a su dureza, nada más empezar a acariciarla se corre. Mientras grita de placer su esfínter se cierra sobre mí, apretando y quemando mi miembro causando mi orgasmo y que le llene de mi esencia.

-Eres increíble, no sabes lo que me gusta tu regalo. -Le besaba de nuevo para proceder a soltarlo de las cintas y abrazarnos en la cama.

-Me siento muy contento de que te haya gustado tanto. No sabes lo que me costó salir del baño.

-Lo imagino bebé.

Seguimos hablando y besándonos un rato más en la cama, solo mi padre y Sandee saben de nuestra relación. Mi padre nos pidió cuando empezamos a salir que no lo contáramos hasta que no dejáramos la Universidad y así lo hemos hecho. Sandee es otro tema, ella nos descubrió, pero guarda el secreto muy bien. Así que estos momentos de soledad son muy preciados para nosotros.

-Bebé, me apetece otra ronda, ¿te pondrías sobre mí?

-Tus deseos son órdenes, solo por hoy. - Sé que no es así, siempre se pliega a mis deseos.

Como llevamos rato tocándonos y jugando estamos los dos más que preparados para disfrutar un poco más, le ayudo a que se coloqué sobre mí, mientras veo como va desapareciendo mi polla en el interior de ese sexy culo que tiene mi novio. Cuando estoy totalmente dentro de su cuerpo comienza a moverse enviando maravillosas sensaciones por todo nuestro sistema nervioso.

Lo veo trabajar y esforzarse por conseguir la satisfacción de los dos, mientras se mueve y contonea contra mí empiezo a masturbar su miembro, está húmedo y necesitado de atención. Se mueve más rápido, golpeo más fuerte su próstata, cuanto más rápido mueve sus caderas mi mano hace lo mismo sobre su vara. En poco tiempo llega al éxtasis pringando nuestros cuerpos y tras caer sobre mí lo restriega por nuestras pieles. Le cuesta moverse, bajo las manos y agarrando su culo me empalo con fuerza contra su interior, en unas pocas estocadas le lleno de mí.

-...Ahhhh... Kao, podría estar así por siempre. -La carcajada que suelta me llena el corazón.




Estamos en el bar bebiendo Kao y yo con Sandee, June está ligando con unas chicas y Thada está por ahí. Kao y yo nos burlamos y reímos de ella. El pobre está muy cansado tras darme mi regalo de cumpleaños y no deja de bostezar.

Están todos muy embriagados, yo no he bebido a penas, porque tengo que dejarles en sus casas. Dejo a Kao primero, está demasiado cansado y me preocupa, me da lo mismo lo que digan los demás, aunque esté dando un rodeo enorme, ya que después tendré que regresar a esta zona, vivimos cerca, los otros viven más alejados de nosotros. Tras asegurarme que está bien, dejo a June y decido que Sandee duerma en la casa de Thada, está demasiado borracha para permitir que su familia la vea así.

Al día siguiente, por la mañana vuelvo a casa de Thada para ver cómo se encuentra. Para mi sorpresa Sandee sigue allí y por lo visto ha habido sexo entre ellos. Les prometo que no contaré nada y me marcho.




-Odio los lunes y tener que venir a clase.

-Vamos June tú odias las clases. -Se burla Kao.

- ¿Dónde están Thada y Sandee? Llegan tarde.

-No seas chismoso June, estarán al caer.

-Vale Kao, no he dicho nada.

Poco después llegan los dos juntos, dando pie a toda clase de bromas provenientes de nosotros tres. Siempre somos así nos unimos unos a otros para reírnos de los demás. Kao frente a mi feliz y contento, cada vez que nuestros ojos se encuentran sonreímos con más ganas, esta tarde tenemos planes y ya queremos que se acaben las clases para estar juntos y poder demostrarnos afecto sin preocuparnos de la gente alrededor.

La sonrisa que me devuelve me hace pensar que él está pensando lo mismo. Mi tímido novio está convirtiéndose cada vez más en un pervertido, cosa que me encanta.

Continúa>>>

Nuestros besos (Pete Kao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora