-¿Tan mala está nuestra comida, mi señora?- Preguntó el chico que me acompañó hasta mi habitación cuando Kirtash se disculpó y se marchó a atender unos asuntos. Era un chico alto y guapo con unos ojos oscuros que te atrapaban y una sonrisa amplia y tranquilizadora que parecía imposible quitársela. Seguramente Joplaya se la quitaría nada más aparecer por la puerta. Esa chica me caía bien, era la única que había demostrado tener carácter hasta el momento. Tenía la impresión de que seríamos grandes amigas.
La habitación en la que nos encontrábamos era, probablemente, la habitación más grande y luminosa que había visto en mi vida. Centrada en la pared de color gris claro contraria a la puerta, había una cama doble (o mejor dicho triple) con un respaldo acolchado blanco, cojines gris metálico y sábanas blancas. A la derecha, un enorme ventanal con vistas al jardín iluminaba la inmensa habitación y en la pared de al lado, al lado de la puerta, una estantería gigantesca llena de libros coronaba la habitación. En el centro, había un sofá amplio de color blanco estupendo para leer. En la pared izquierda del dormitorio, había un armario que ocuparía toda la pared de no ser por la puerta que se encontraba en la mitad. Al estar la puerta abierta, pude ver que el baño que se encontraba tras ella, no era menos impresionante que la habitación. Tenía una bañera tan grande que se podía nadar en ella.
-¿Qué? ¡No! No es por la comida. Es que no soy muy amiga de las arañas y me da un poco de asco comerlas, eso es todo. Y eso del dragón no ha ayudado mucho.- intenté explicarme, no quería que aquel chico tan simpático se sintiera ofendido. Los dragones me fascinaban. No había visto ninguno pero eso no quitaba el hecho de que no se merecían ser comidos.
-Ya, la entiendo. Tiene suerte de no haberse encontrado con una araña desde que llegó a Lapurna mi señora.- Estaba a punto de replicar, cuando decidí que antes quería aclarar una cosa.
-No has dejado de llamarme "mi señora" desde que Kirtash te pidió que me trajeras aquí. ¿Por qué? y ¿Podrías tutearme y dejar de llamarme así por favor? Lo preferiría.
-Como desee mi... digo... como prefieras Ayla. - ya estaba ese dichoso nombre otra vez, pero decidí pasarlo. - Y la razón por la que te llamo así es por que eres la legítima líder de Lapurna con tu hermano Jondalar, y yo un simple chico que juró protegeros a los dos.
- Espera, ¡¿Qué?! Creía que el líder era Kirtash.
-Y lo es. Pero no el legítimo. Él asumió el cargo cuando vuestros padres, los líderes de entonces, os enviaron a la tierra. Os devolverá el cargo cuando esteis listos o tengáis la mayoría de edad. 1800 años. - no sé qué frase me sorprendió más.
-¿Nuestros padres? ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Y cómo que 1800 años? Faltan 1784 años para eso.
-Veo que tienes muchas preguntas - Dijo con su reluciente sonrisa mucho más amplia de lo que estaba antes- me encantaría responder a todas ellas pero no hay tiempo, tenemos que prepararnos para ir a la estación dentro de dos horas. Y siento ser yo quien te dé la noticia pero no eres un bebe de 16 años. Eres una adolescente de 1600 años, por lo que solo quedan 200 años para que te sientes en el trono de la entrada del palacio y líderes Lapurna con tu hermano y el consejo de los clones.- Y dicho esto soltó una carcajada que seguramente fue causada por mi cara de asombro. ¿Había dicho que tenía 1600 años? Y ¿había utilizado la palabra "solo" para referirse a 200 años?
-Tú no aparentas mucho más mayor. ¿Cuantos años tienes?
-1700. Los habitantes de Lapurna envejecemos mucho más lentamente que los de la Tierra y al haber estado Jondalar y tú allí, habéis envejecido como ellos, pero un año es el mismo tiempo aquí que allí. Lo que ocurre es que el viaje dimensional dura 792 años.
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Lapurna - Las Tierras Tectónicas
FantasyJavi y Eider, dos chicos terrestres sin ninguna relación aparente entre ellos, se despiertan en un mundo completamente nuevo, a mitad de la noche y sin ningún recuerdo de su vida anterior. Ese mundo nuevo se trata nada mas y nada menos que Lapurna...